Combatir el Individualismo por una lógica comunitaria.

por PAMELA NUDMAN, Arquitecto, U. de Chile.

Vivimos inmersos en una sociedad regida por el deseo de cada individuo de recibir placer. Detrás de nuestras acciones, siempre hay una motivación personal que nos empuja a obtener una satisfacción, ya sea física, emocional, de conocimiento, poder, económica, etc., en donde lo individual ha definido el marco de lo social.

Hemos construido un modelo que da por hecho que el bienestar de cada individuo es más importante que el bienestar del conjunto, y a partir de esto se ha creado un modelo de sociedad que enaltece al individuo y no fomenta, de forma consensuada, la cooperación y lo comunitario. El individualismo está disolviendo las relaciones familiares e interpersonales, y sin este núcleo el mundo no puede avanzar de buena forma.

En este marco vemos como el pueblo judío se ha caracterizado a lo largo de la historia por mantenerse unido, ser cohesionado y conservar sus tradiciones. Ha debido luchar arduamente para no perder sus raíces y su sentimiento de unidad, a pesar de estar físicamente dispersos alrededor del mundo.

La historia nos dio el regalo de anhelar estar unidos, o al menos de tener ese deseo común de forma latente, entonces: ¿cómo volcar esta cualidad en beneficio de los demás, y más aún, al mundo entero?

Nuestras pretensiones crecen día a día y proporcionalmente las cosas se aceleran cada vez más – las comunicaciones, la propaganda, las imágenes, el comercio entre los países- por lo que la satisfacción de las mismas debe ser cada vez más inmediata, sin tener tiempo de esperar nada. Las cosas deben ser instantáneas, los mensajes, la comida, las relaciones interpersonales.

Estamos rodeados de información e imágenes y éstas moldean lo que somos al inculcarnos valores que se plasman en nuestra materialidad y que hacemos propia, transformando así constantemente nuestra realidad. Esta es la esencia del ser humano,el cual es capaz de cambiar su pensamiento, actitudes y forma de entender el mundo respecto a la presión e influencia que ejerce el entorno sobre él.

Tengo un deseo, necesito algo que lo llene, me lanzo al mundo en búsqueda de aquello, el placer dura un instante (el auto nuevo! el doctorado nuevo! etc.) y partimos nuevamente tras la búsqueda desesperada de llenado, de un nuevo sentido. ¿Habrá algo más allá de esto que alguna vez nos permita sentirnos completos y felices? ¿Con qué nos debiera bombardear una nueva era de comunicaciones e hiperconectividad mundial, si pensamos en una nueva cultura de respeto, cooperación, equilibrio, felicidad y unidad?

Si aceptamos que la cultura nos modela, define y constituye, debemos construir las herramientas sociales que nos influyan correctamente; nos encontramos en un maravilloso momento en que se nos exige decidir nuestro futuro, pero ya no más empujados por el peso de los hechos y deseos individuales, sino que ahora estimulados por deseos dirigidos a apoyarnos mutuamente, eligiendo así un camino que debe estar por sobre nuestro beneficio personal, el camino de la cooperación mutua, algo así como un nuevo altruismo consciente.

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