La Libre Expresión y la estricta condena a la violencia.

por TOMAS FRENCK, Est. Derecho, U. de Chile. Presidente Consejo Juvenil Sionista.

Grecia en los últimos meses sin duda ha despertado el interés de todos los judíos al tener como representante en el congreso a 18 diputados del partido Nacionalsocialista “Amanecer Dorado”. Nos llamó aún más la atención cuando diputados, miembros de este partido, fueron expulsados por gritar “Heil Hitler” en el congreso Helénico.

Uno de los principales ideales democráticos es proteger las diferentes opiniones, incluso aquellas que sean contrarias al gobierno de turno. La literatura llama a este principio como el de “la libre expresión”. La mayoría de las constituciones modernas ampara este principio como parte de los derechos básicos inherentes a todos los hombres, o mejor dicho lo consagra como parte de los “Derechos Fundamentales”. La libre expresión, sin duda, era uno de los primeros Derechos que se veían vulnerados en los regímenes totalitarios o en los autoritarismos latinoamericanos, e incluso hoy por países como Corea del Norte que limitan de sobremanera la libre opinión. Si hacemos un breve repaso de la Teoría Democrática, se llegaría a la conclusión, prácticamente unánime en la literatura, que una Democracia sin libre expresión no constituiría una democracia.

Bajo nuestra constitución vigente no se pueden concebir partidos políticos como el “Amanecer Dorado”, puesto que está prohibido cualquier tipo de partido político que sea contrario a los ideales democráticos, o que tengan dentro de su ideología pensamientos de carácter totalitarios. Casos como lo ocurrido esta semana en Grecia, en nuestro país es un supuesto que hoy no puede ocurrir.

Esto nos invita a reflexionar sobre qué pasa con las otras instancias en donde se pueden emitir opiniones que se encuentran al amparo del régimen democrático, como es el caso de la prensa, redes sociales o incluso la propia “calle”. Pareciera ser que cualquier manifestación en contra de la democracia o en contra de alguna minoría, llámese judío, negro, homosexual, etc., es algo que no está protegido en nuestro Derecho, como si es el caso, por ejemplo, de Alemania o Argentina en donde se constituye un delito el solo hecho de salir con una “Esvástica” a la calle o hacer cualquier tipo de manifestación que incite al odio.

A pesar de los esfuerzos por contar con una Ley de Antidiscriminación en Chile, hay que advertir que esta Ley solamente constituye una agravante ante cualquier delito que se comete, en otras palabras, esta Ley no tipifica delitos nuevos sino que establece sanciones más gravosas sobre delitos que ya se encuentran establecidos en la Ley. Pero si somos coherentes con los principios democráticos, ¿es necesario contar con una legislación aún más rígida que prohíba cualquier tipo de opinión o manifestación que incite a la violencia o al odio? o por el contrario, ¿sería esto limitar la “Libre Expresión”?

Es necesario exigirles a nuestros políticos que se creen leyes que limiten las prácticas que inciten a cualquier tipo de odio o violencia. Uno de los éxitos de las políticas antisemitas hitlerianas era la gran campaña publicitaria llevada a cabo por Goebbels, quien de manera muy audaz fue capaz de poner a toda una nación en contra de los judíos. Hoy campañas publicitarias como esas parecieran no estar prohibidas en nuestro país.

Aprovechando que se vienen períodos eleccionarios en Chile, debemos exigir a los futuros representantes que se refieran a estos temas que parecieran no ser tan lejanos en el tiempo, es solo cuestión de observar lo que ocurrió en Grecia. Si permitimos que este tipo de opiniones se manifiesten, más tarde, permitiremos que partidos políticos nacionalsocialistas puedan ingresar al gobierno, como ya lo intentó “Patria Nueva Sociedad” con Alexis López. Es necesario pedir a nuestros legisladores que restrinjan aún más esta “Libre Expresión” para no permitir que ocurran hechos que parecería ser que en el mundo están ya olvidados.