El último siglo yanki

por DANIEL TOPAZ, Psicólogo, U. Diego Portales.
A más de un año de la caída del gobierno ucraniano con las protestas del Euromaidan, y la posterior anexión de la región de Crimea por parte de Rusia, la tensión en la zona no ha cesado del todo, ya que la OTAN y EE.UU siguen presionando a Moscú con sanciones económicas infructuosas. Sin embargo, Rusia ha seguido fuerte en su posición y ha afianzado su soberanía económica con independencia de Europa.
Este año, se ha cumplido uno de los pasos más importantes para la consolidación de un mundo multipolar: en China se ha fundado una institución bancaria y financiera que pretende disputar la hegemonía del Banco Mundial y ser un soporte para las BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). La diferencia es que a esta naciente organización no le interesa pronunciarse en cuanto a las recetas de política-económica de los países que busquen su apoyo financiero, más bien se contentará con que el yuan (moneda china) aumente su participación en los mercados mundiales, intentando derrotar al dólar, que al parecer es el último bastión del “siglo americano”.
Si bien la mayoría de las transacciones importantes en el mundo se realizan en dólares, EE.UU presenta una infraestructura en rápido proceso de deterioro. Es el único país desarrollado sin un sistema de trenes rápidos, hay más de veinte millones de pobres viviendo en su territorio y su economía se encuentra hace varios años en recesión (aunque se espera un leve repunte).
Por el contrario, aunque en Chile escuchemos que el cobre ha bajado de precio por la desaceleración china, es importante entender que esto está programado y es parte de un plan estratégico de desarrollo, ya que China ha emprendido ambiciosos planes de infraestructura que ya no tienen que ver con núcleos poblados sino con trenes rápidos que cubrirán sus enormes distancias e incluso la conectarán con Rusia y Mongolia.
La influencia de EE.UU también intentó perpetuarse en la fallida domesticación de Irak y Afganistán, luego de invadirlos por un corto período de tiempo pero ocuparlos durante más de una década. Para colmo, nunca antes un primer ministro israelí (principal aliado en la región) se había inmiscuido de manera tan grotesca en la política americana como Netanyahu, produciendo un impasse político que ha deteriorado la “incondicional” relación. Incluso algunos analistas sostienen que Israel deberá buscar en India o China (miembro del Consejo de Seguridad de la ONU) el veto contra Palestina y así evitar la condena internacional, apelando a lo importante que Israel se ha convertido en abastecedor de armas para ambas potencias.
Y a pesar de invertir grandes recursos humanos, militares y económicos, EE.UU no ha logrado su anhelado plan de cambio de régimen en los gobiernos que le son “hostiles” en Latinoamérica, intentando estrategias golpistas y extranjerizando a la oposición en Venezuela, Ecuador, Bolivia, Argentina y Brasil.
Y en Europa, de manera inesperada, representando a la izquierda radical, SIRYZA logró el poder en Grecia, y demostró con una auditoría que gran parte de su deuda es jurídicamente rechazable por ser contraída bajo presiones de potencias extranjeras, aludiendo al concepto de deuda odiosa acuñado por EE.UU y usado para un salvataje económico en Iraq. Pero el plan genial para rechazar la receta impuesta por la Troika (FMI, Banco Mundial y el EUROGRUPO) terminó fallando al amenazar a Grecia con su salida de la zona Euro, forzándola a revitalizar el devaluado dracma.
Sin embargo, en las elecciones que se avecinan en España, otro importante miembro de la OTAN, también ya sorprendió la izquierda radical con la figura PODEMOS, nueva fuerza política que ha irrumpido el duopolio PP-PSOE.
A lo largo de todo el mundo, cambios pequeños y otros profundos y radicales nos aseguran que este siglo no será recordado por su influencia norteamericana, sino por su amplia derrota.

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