El Deber de construir Judaísmo en el siglo XXI: entre la Mística del gueto medieval y la Emancipación de la Racionalidad Moderna.

Por JOSE HES GRINSTEIN, Lic. En Historia, U. de Chile.

Desde la historia, cuando reviso los conceptos de “lo próximo y lo lejano” enfocados en el judaísmo, me cuestiono en primer lugar sobre la vida judía en la Edad Media, un tiempo lejano para nosotros, pero en el que se configuran muchas de las características de la vida judía de la actualidad. Dentro de éstas, podemos encontrar la organización comunitaria que se origina en aquellos años, ciertos oficios que son característicos (y exclusivos) de los judíos, y la forma de relacionarse en un medio donde son minoría y en muchos casos le es hostil.

¿Cómo era la vida judía en aquellos años? No pretendo entrar en los detalles del derecho a residencia de los judíos en los reinos y ciudades cristianas, el antisemitismo, o las relaciones con el poder local. Lo primero que debemos entender es que el Mundo Medieval es un mundo fragmentado: en lo político no hay una autoridad central que abarque a todos los territorios europeos como lo era el Imperio Romano; el territorio estaba fragmentado en diversas ciudades con muy poca comunicación entre ellas, por lo que los intercambios económicos eran muy escasos. La sociedad estaba dividida en estratos, la movilidad social no existía y cada sector social tenía una organización particular.

Los judíos entraban dentro de este juego, tenían un espacio dentro de este sistema conocido como la Comunidad o Kehila. Esta funcionaba de manera autónoma en lo interno; si existía un problema entre judíos, la Kehila daba solución al asunto. En el mayor de los casos, los jajamim de la comunidad eran quienes daban los veredictos, pero también la autonomía significaba que la Kehila debía relacionarse con el poder local y los funcionarios del Estado como una persona jurídica que involucraba a todos sus integrantes. Por ejemplo, la comunidad debía pagar un impuesto en conjunto y no de manera individual. Las comunidades contaban con todo lo necesario para vivir una vida judía plena, y en la mayoría de las ciudades medievales a los judíos se les designaba un barrio para ejercer su forma de vida.

¿Cómo asumían esta realidad los judíos medievales? En la mayoría de los casos, los miembros de la comunidad veían la vida en las ciudades cristianas como un asiento temporal, como una residencia pasajera. La esperanza de los judíos siempre fue retornar a la Tierra de Israel, impulsados por un anhelo mesiánico y de redención espiritual. En una época profundamente religiosa, estas ideas eran comunes, lo que provocó que muchas kehilot no se relacionaran con la sociedad que los acogía. En este momento, surge el mito del por qué los judíos vivimos en entornos cerrados generando muchas especulaciones de parte del resto de la sociedad acerca de lo que creemos y hacemos. Por otro lado, la organización comunitaria medieval permitió que el judaísmo continúe existiendo, con todos los costos que debió asumir, ya sea durante las cruzadas, la peste negra o la posterior inquisición, y sin dejar de lado la violencia antijudía que se vivía a diario desde las trabas en los oficios específicos para judíos (ebanistería, venta de alcoholes y usura principalmente), la vestimenta distintiva que debían usar, y hasta el ser usados como chivos expiatorios por los gobiernos locales ante todo tipo de crisis que sucedían en los diferentes territorios donde habitaban.

Pese a que vivían en las mismas ciudades en barrios continuos, siendo geográficamente parte de “lo próximo”, los judíos medievales eran “lo lejano” para la población local, ya sea porque ellos no querían acercarse a los cristianos por las razones ya mencionadas, o simplemente porque estos últimos los discriminaban por ser diferentes y/o por ser herejes. Hay que reflexionar también sobre las distancias entre la población judía y el resto de la sociedad, en relación a los distintos procesos tanto culturales como históricos que ambas poblaciones estaban viviendo: qué tan próximos o lejanos eran los judíos de los demás en torno a su cultura y sistema de creencias, y en relación a qué diferencias en torno a sus procesos sociales habían, a pesar de vivir en el mismo momento histórico.

Actualmente, si nos comparamos con los judíos medievales, parte de este modelo no se repite, pero otra parte sí. La comunidad judía se ha ido integrando a la sociedad civil desde el advenimiento de la modernidad en cada uno de los territorios donde ha sido acogida, luego del proceso revolucionario iniciado en Francia y replicado a lo largo y ancho de Europa, donde los judíos han obtenido el reconocimiento y la igualdad de derechos, permitiendo a los judíos modernos optar a los cargos públicos, ingresar masivamente a las universidades, destacar en el ámbito artístico, científico, filosófico, etc. Sin embargo, no todo lo medieval se ha perdido. Las kehilot actualmente representan un espacio para la integración y conservación del judaísmo, si bien no son el único y tampoco son autónomas, éstas se constituyen como el núcleo religioso, cultural y social por excelencia del judaísmo en el mundo de hoy.

La gran diferencia se produce en el interior del judaísmo. Este vive un proceso evolutivo extraordinariamente más acelerado que los dos mil años anteriores. Con la modernidad, llega el ideal de Emancipación Judía que en muchos casos era “desde afuera”, es decir, los diferentes Estados Modernos pretendían que los judíos fueran reconocidos como iguales por la simple “razón de Estado” (todos iguales en un mismo territorio). Debido a esto, muchos jóvenes judíos se escaparon de las lecturas del Talmúd y la Torá, comenzaron a filosofar junto a Kant y Hegel; se acercaron a la literatura desde Homero al Quijote, entre muchos otros. La tentación que existía fuera del ghetto medieval provocó que las nuevas generaciones se alejaran del Judaísmo y especialmente sintieran vergüenza de sus padres que aun vivían bajo la oscuridad medieval. Esto provoco una de las mayores crisis internas del judaísmo producto del alto índice de asimilación.

¿Cuál fue la respuesta a la crisis producida por la emancipación? La “Auto-emancipación”, tal como se titula el libro de Leon Pinsker, uno de los fundadores del Movimiento Sionista del siglo XIX. Ésta consistía en tomar las victorias que la modernidad provoco en el Judaísmo, pero adaptándolas de manera en que se reviva el orgullo de ser judío, no diluirse entre las demás naciones, sino que convertirse en una nación. Es así como surge el ideal nacional judío como respuesta a la Emancipación.

El principal cambio que se produjo desde 1789 en adelante es que los judíos por primera vez en dos mil años son capaces de decidir ellos mismos como escribir su historia y no depender de la voluntad del Señor, Rey, Emperador, etc, sino que pueden pararse de igual a igual con el resto de las naciones. Nosotros somos los herederos de esta historia y debemos aprovecharla, debemos seguir construyendo judaísmo, integrando la mística medieval con la racionalidad moderna, sin olvidar nuestro pasado mítico e histórico, compartiendo nuestras diferencias con las demás culturas en pos de la paz e igualdad.

 

Publicaciones Similares

2 comentarios

  1. Solido comentario. Encuentra un buen ejemplo de lo próximo y lo lejano. En pocas palabras, denota l’differance de conceptos habituales en el quehacer judío, como por ejemplo la kehilá. Si bien no hay bibliografía explicita se aprecian la fuentes. Bien escrito, bien narrado. Se agradece.

  2. 1) Tsur, Yaron. “En una era de transición”. (Unidad 4), Edición Universidad Abierta, Tel-Aviv,
    2) Patai, Rafael. “La mentalidad Judía”, Acervo Cultural, Bs. Aires, 1976.
    3) Ster-Täubler, Selma. “El judío en la transición del Ghetto a la emancipación”, La Emancipación Judía: Antología de Artículos en Perspectiva Histórica, Mount Scopus Publication, Jerusalén, 1983.
    4) Dubnow, León. “Historia Universal del Pueblo Judío” Vol. VIII. Ed. Sigal, Buenos Aires, 1951.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *