La importancia de nuestra Acción en la Construcción de una Educación digna y una nueva forma de Sociedad

Por DEBORAH NOWOGRODSKI, Tesista de Psicopedagogía, U. Andrés Bello, Viña del Mar

Cuando hoy en día prendemos la televisión y vemos en las noticias lo que ocurre en las movilizaciones, o bien, nos informamos de lo que ocurre en otros países como Inglaterra, nuestros comentarios suelen estar cargados de cierto temor frente a lo que acontece y pareciera venir. Asimismo, dentro de las movilizaciones, se puede sentir la rabia que genera ver cómo un grupo relativamente pequeño, ha tomado fuerza y el control de toda expresión democrática del colectivo, manchando con su violencia y vandalismo, las propiedades privadas del resto de los ciudadanos.

Este tipo de acontecimientos últimamente ha provocado una sensación de egoísmo y desarraigo del bien común, una especie de individualización de la represión y el resentimiento, junto con llevar a cabo un intento por boicotear el esfuerzo mancomunado de los estudiantes y civiles en general, que exigen transparencia y fiscalización de la educación nacional.

Pasa que nos preocupa la actualidad de nuestro país de una forma muy protagónica ya que a grandes rasgos estamos presenciando la pérdida del respeto por lo nuestro, por lo que pertenece a todos y a cada uno. De alguna manera, estamos perdiendo el respeto por el otro y su historia,  por las subculturas que conforman la comunidad.  Debemos formarnos una opinión profunda de los procesos que se viven actualmente, en esta discusión resulta de gran aporte la opinión de Humberto Maturana. ¿Cuáles serían los orígenes de este descontento transversal?, ¿Por qué la destrucción forma parte de las manifestaciones?

Si bien todos aportamos en la construcción social de nuestro país, al hablar de pérdida de respeto y de una falta de apego hacia lo comunitario, lo que alguna vez fue de todos y tuyo, estamos hablando prácticamente de un proceso de autodestrucción social. El pensar que las acciones que nos llevarían a mediar los disensos entre sectores civiles no sean válidas y suficientes para satisfacer nuestros derechos, nos hace cómplices de un abismo que se está generando entre nosotros los ciudadanos. El constructo sólido de una sociedad más igualitaria, democrática y moderna, puesto que toda esta valoración apunta al bien común, se ve destruido por nuestra falta de emocionalidad y sensibilidad hacia el otro, lo cual se ha atribuido a lo externo y no a la búsqueda sincera de nuestro actuar.

Hemos visto como se deshumaniza a las personas en este último tiempo, con cobros burlescos y deudas infinitas, a través de la discriminación y control de las masas. Hemos presenciado que la justicia se vuelve silenciosa cuando se trata de juzgar a los grupos elitistas que no tienen vergüenza de robar descaradamente, exigiendo resguardo de su integridad. Por último, somos protagonistas de un sistema vergonzoso el cual avanza cada vez más fuerte, dejando huellas graves y profundas de su ambigua ética.

Ante estas pequeñas muestras, es posible pensar que la autodestrucción de nuestro colectivo se da en todos los ámbitos y que la pérdida del respeto es su bandera. Para revertir esta situación, nos urge formar estudiantes más críticos, más autónomos en su actuar y responsables socialmente, quienes puedan tomar decisiones contextualizadas a su propia comunidad y entorno más cercano.

Es necesario despertar y comprender que todos formamos parte de un sistema dinámico en el cual todos cuentan y son indispensables. El simple aporte que uno pueda otorgar sirve para la mejora del bien común. Pareciera ser que con el tiempo, estamos encaminados a desarraigarnos de nuestra emocionalidad básica frente a los acontecimientos, y frente a esto, debemos participar cada vez con más ímpetu para construir una sociedad más humana y fraterna.

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