Intransigencia entre Ortodoxos y Laicos: Lecciones de Misericordia desde la Torah para nuestros Juicios y convivencia.

por ARIEL BOHORODZANER, Est. Derecho, U. de Chile. Director de Gestión, Federación de Estudiantes Judíos.

Los cuarenta días  entre rosh hodesh Elul (comienzo del último mes del año) y Iom kippur, -en los cuales se toca el shofar para despertarnos del letargo de la rutina cotidiana, -son una gran oportunidad que nos presenta el año cronológico Judío para  la introspección, donde deberíamos detenernos y reflexionar sobre nuestras acciones a lo largo del año, ahondar en que nos equivocamos y cómo podemos mejorarlo.

Está es una práctica sumamente provechosa para los que son creyentes tanto como para los que no lo son. Parece ser prudente el sacar cuentas y desarrollar proyecciones al término de cada ciclo, de la misma manera en que se hace en cualquier negocio; se evalúan los pasivos y activos de la empresa y se busca la manera de mejorar la balanza.

Nos indica nuestra tradición que D-s en Rosh Hashana juzga a su creación en un proceso que dura hasta Iom kippur denominado Iamim noraim (días terribles) por el peso que recae sobre nosotros y el cual concluye con el día más santo para el pueblo judío en el cual se ayuna y se enfoca en mejorar la relación con D-s, lo que lo hace a  su vez uno de los días más alegres para el pueblo Judío, como uno de sus denominaciones lo indica; iom HaKipurim (el día que es como Purim) por cuanto D-s con infinita benevolencia perdona nuestras transgresiones y nos salva de la muerte. Nos da la oportunidad de corregir nuestras acciones en estos días porque “El hombre solo es juzgado por sus acciones presentes”(Rosh Hashana 16ª). Él inclina la balanza en su juicio a la humanidad hacia la misericordia por sobre la justicia, sentenciando más favorablemente de lo que realmente mereceríamos.

Está escrito que “El hombre ha sido creado a imagen y semejanza de D-s” (Bereshit 1:27). De este principio se sacan dos conceptos fundamentales de la moral Judía; todos los hombres han sido creados por D-s, por lo que poseen dignidad y merecen respeto, lo que origina que la agresión o humillación contra nuestro prójimo es a su vez una agresión y humillación en contra de su creador.

“¿Acaso no tenemos todos un mismo padre? ¿Acaso no ha sido un mismo D-s el que nos ha creado? ¿Por qué, pues, somos desleales los unos con los otros, profanando el pacto de nuestros padres?” (Malaquías 3:10). Lo que a su vez implica que somos “socios” en la creación, siendo nuestro objetivo en el mundo, emular sus atributos para lograr mejorarlo.

Considerando estos principios, me es inconcebible como la religión ha sido/es origen de antipatía y guerras a lo largo de la historia, lo que podemos ver en uno de los profundos conflictos que se da en la sociedad Israelí, entre ortodoxos y laicos.

Los ultra-ortodoxos en Israel se han segregado en muchos aspectos de la participación cívica en el país, como una forma de manifestar su rechazo a un Estado liberal, declarando que el Estado Judío debiera optar por políticas conformes a la Halajá (ley de la Torah) y condenan la forma de vida que han adoptado los Judíos seculares u otras corrientes del Judaísmo; tratando de imponer su estilo de vida sobre los demás miembros de la sociedad, haciendo lobby para lograr cosas como por ejemplo el hecho que no hayan matrimonios civiles en Israel, o el que no hayan buses interurbanos o vuelos de ElAl en Shabat. Está negación del derecho a la libertad de otros para creer en lo que quieran, solo fomenta la intolerancia, concibiendo situaciones en que rabinos ultra-ortodoxos  miren en menos a los demás judíos, como se vió el año pasado en las quemas de basura de Meah Shearim, perpetradas por ultra-ortodoxos protestando contra el hecho de que judíos sefaradim (ultra-ortodoxos también) vivieran en el mismo barrio y acudieran a las mismas yeshivot. Sin duda nos resultan muy chocantes estos hechos ya que como vimos con anterioridad, el cumplimiento de la Torah debería implicar tolerancia y altura moral, lo que es totalmente opuesto a esta situación.

“Todo aquel que llega a posiciones encumbradas a partir del desprestigio del semejante, no gozará de su parte en el mundo por venir”(Bereshit Raba 1:5; Baba Metzia 58b)

Este fenómeno de repudio no es unilateral, lamentablemente se ve en la mayoría de los sectores de la sociedad israelí, en la cual pareciera ser que el conflicto con los árabes es lo único que contiene una guerra civil.

Por otro lado, se da también un odio de los grupos “progresistas” hacia los ultra-ortodoxos, a los cuales catalogan de parásitos por no pagar impuestos, por no servir en el Ejército, ser pobres, vivir en guetos, ser anti-sionistas etc. Esto conlleva a situaciones extremas como que en lugares como Kfar Yona o Kiyriat Yovel se pinten suásticas en sinagogas o se corte el Eruv (cordel que rodea comunidades religiosas y que les permite cargar en shabat) por parte de grupos que llaman a la resistencia laica contra la invasión de sus barrios por ultra-ortodoxos.

El partido político de izquierda Meretz, que predica la tolerancia, llamó en su campaña por la alcaldía de Jerusalén a “detener la infiltración ultra-ortodoxa de los barrios laicos en Jerusalén” siendo paradójicamente la misma gente que acusa de racista a la “ley de comité de aceptación” que permite a pequeñas comunidades rechazar a postulantes árabes u otros.

Respecto a las acusaciones apresuradas que se hacen en contra de los ultra-ortodoxos, resulta importante esclarecer varios puntos. Es cierto que la gran mayoría de ultra-ortodoxos no hacen el servicio militar, ni trabajan, lo cual no quita que haya un número cada día mayor que sí lo hace. Por otro lado, hay una cantidad similar de judíos laicos que por diversos motivos no cumplen con el servicio militar obligatorio, como el ser pacifistas o incluso alegar problemas psiquiátricos, y a pesar de que supuestamente conllevaría un alto costo social o laboral para sus vidas el no haber cumplido con el servicio militar, en la práctica no lo es. Otras minorías no están obligadas a servir militarmente como los musulmanes y cristianos, pero a diferencia de los ultra-ortodoxos ellos no tienen la obligación de estudiar en una yeshiva hasta los 32 años o al tener tres hijos, ya que el estudiar Torah no te exime de la obligación de enrolarte, sino que lo posterga, por lo que hay una unidad en el ejército (Netzaj Yehuda) para ultra-ortodoxos que no quieren estudiar.

Otro mito es el que el Estado, con el dinero de los contribuyentes, mantiene a la gente que estudia en Yeshivot, pero la realidad es que el fondo de ayuda económica hacia las yeshivot consistió en el 2010 en 135 millones de shekels, (despreciable dentro del gasto social israelí) lo cual repartido entre los 13.000 estudiantes, consiste en $70 USD mensuales per cápita, lo cual es mucho menor que las subvenciones escolares que se les da a los alumnos en la Educación estatal de la cual los ultra-ortodoxos no son parte  por tener un programa de estudios independiente del ministerio de educación, por lo que incurren en un gasto mucho mayor que la población secular para educar a sus hijos. ¿Quién mantiene entonces a todos los estudiantes? Y la respuesta es que son principalmente mantenidos por donaciones de Judíos Ortodoxos en la Gola o dentro del mismo Israel, en conformidad con lo prescrito en la Torah, la cual aduce que quien mantiene a un estudiante de Torah, comparte su merito (Isachaar y Zebulon), lo cual repercute en un importante flujo de dinero hacia la economía israelí.

Es correcto que hay grupos anti-sionistas despreciables que acudieron a una cumbre en Irán, invitados por un dictador que amenaza la existencia de Israel y niega el Holocausto, pero este grupo (Naturei Karta) son rechazados por la ortodoxia y excomulgados de todas las comunidades, en contraste con los judíos liberales pro-palestinos que lideran los boicots contra Israel y son sus mayores detractores como Ilan pappe, Noam Chomsky, etc.

En base a los principios morales del iluminismo secular “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.” (Declaración Universal de los Derechos Humanos) Estos apuntan a posibilitar el ideal de una sociedad en la cual nos reconocemos como hermanos y nos reconciliamos trascendiendo nuestras diferencias. Y esto solo lo podemos lograr al juzgar a nuestros semejantes de la manera que la Torah nos enseña, con misericordia.

Desde estas perspectivas logramos entender que Juzgar el hecho de que los ortodoxos no hagan el Ejército es igual de intransigente e injusto que el juzgar, por parte de los ortodoxos, a quien no cumple con el shabat. El sistema político y el mito de la nación no es más válido que la religión judía y la creencia en D-s, o viceversa. A pesar de creer que el otro esté equivocado garrafalmente, si lo juzgo misericordiosamente puedo aceptar su forma de pensar y lograr una convivencia fraternal. “¿Quién merece ser honrado? Solo aquel que honra a las personas” (Avot 4:1).

En el caso del conflicto estudiantil, seguramente si el gobierno mirara las pretensiones de los estudiantes desde una perspectiva más misericordiosa y los estudiantes pudieran dejar de lado sus aversión hacia un sector político ignorando el pasado, creo que sería mucho más factible que lograsen un acuerdo que equilibre los intereses de todos, lo cual conllevaría a un mejor desarrollo individual, dentro de los desafíos, que la diversidad nos presenta en un mundo globalizado.

Es un momento oportuno para pensar en Tisha Be Av, que pasó hace muy poco y  nos recuerda como el odio entre hermanos originó el exilio, y hacer un mea-culpa sobre las actitudes que tomamos frente a nuestros prójimos aprovechando Rosh Hashana, para finalmente lograr lo que se busca en Sukot, que es la prosperidad que se logra al juntar las Arbat Aminim (cuatro especies) que representan la diversidad en el pueblo Judío.

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