La pasión y subjetividad en la formación de mi Identidad religiosa, política y social: desafíos para el camino de la verdadera Redención.

por GIANFRANCO RAGLIANTI, Lic. de Derecho, U. de Chile.

En la serie de televisión Seinfeld, en una ocasión el actor hace un discurso donde ridiculizaba a los fanáticos de los equipos deportivos con el siguiente argumento: un año están apoyando a un equipo, peleando e inventando justificaciones para defender que un jugador es mejor que otro, diciendo que si este año están jugando mal, igual es el mejor equipo por la historia (o por la hinchada, o por la relación presupuesto/calidad, etc.), y así con una serio de otros argumentos viscerales. Sin embargo, basta que al año siguiente un jugador cambie de equipo para que ese jugador ya no juegue tan bien, o basta que el equipo juegue peor para que ya no importen los mejores resultados para determinar cuál es el mejor equipo, sino el que se esfuerza más, o lo que sea. Finalmente, uno termina defendiendo una camiseta que a fin de cuentas refleja una identidad.

Hay una pregunta filosófica clásica que puede alumbrar algo a este respecto, el caso es el siguiente: Yo tengo un cuchillo que heredé de mi abuelo y uso con regularidad. En un determinado momento, la hoja se empieza a gastar, por lo que decido reemplazarla por una hoja nueva. Pasado un tiempo, el mango (de madera) se humedece, y también se hace necesario cambiarlo. ¿Sigue siendo ese el cuchillo de mi abuelo?

Respecto a la política hay un fenómeno similar. Existen dos grandes grupos políticos (Concertación de Partidos porla Democraciay Alianza Por Chile –u Gobierno y Oposición, ocupando estos títulos de forma circunstancial-) y ambos se preocupan de desprestigiar al otro y criticar sus políticas públicas, cuando lo cierto es que ambos tienen exactamente los mismos intereses empresariales (E.Gr.: Universidades Privadas, Pesqueras, etc), los mismos intereses inmobiliarios y se mueven en los mismos círculos.

Las peleas y dimes y diretes que vemos, forman parte de un circo, y en términos generales todos saben que es muy difícil que se pueda lograr algún cambio. Lo importante es criticar y mantenerse haciendo ruido, cosa que si no consiguen los votos para que uno de los suyos sea Presidente y nombre al resto en el Gabinete, la gente los premie con puestos en el Senado.

¿Y por qué es tan difícil hacer algún cambio real? El profesor Fernando Atria (ignoro si la idea es suya, pero a él se la leí y él no citó a nadie) lo explica en tres grandes instituciones, todas que derivan dela Constituciónde Jaime Guzmán: El sistema binominal, los quórums calificados para aprobar leyes que modifican la constitución, y el Tribunal Constitucional.

El sistema binominal, básicamente impide que exista una mayoría significativa de un determinado conglomerado político en el Congreso. Si no hay una mayoría significativa y sólo hay mayoría simple (50% + 1) se pueden aprobar leyes, pero son leyes que en ningún caso cambiarán un sistema económico, un sistema judicial, y mucho menosla Constitución. Ysi eventualmente, llega a producirse alguna desviación, con alguna política pública que no mantenga el status quo, entonces el Tribunal Constitucional, actuando como un legislador negativo, se encarga de declarar inaplicable esa ley.

Así, todos los que de vez en cuando opinamos de política y defendemos a un conglomerado político o a otro (excluyo a los minoritarios, de los cuales sólo el Juntos Podemos Más tiene representación en el Congreso, con tres diputados comunistas) lo que estamos haciendo es defender a un nombre, una camiseta. Defender una tradición, porque lo cierto es que las razones individuales de porqué esos políticos están ahí, poco tienen que ver con las nuestras para estar de parte de un bando o del otro.

La redención parece ser una virtud muy cristiana y de hecho, es uno de los adjetivos con los que se identifica a Jesús (“Jesús redentor”). Llega a tal extremo esta identificación, que al buscar el significado de la palabra redención enla RAE, la segunda acepción, es: “por antonomasia: la que Jesucristo hizo del género humano por medio de su pasión y muerte” (y “por antonomasia” quiere decir: que a una persona o cosa le conviene el nombre apelativo con que se la designa, por ser, entre todas las de su clase, la más importante, conocida o característica).

Pero cabe preguntarse cuál es el verdadero sentido, para ver si como judíos debemos reconocer la redención como una virtud cristiana, o es posible discutir esta afirmación y encontrarle un significado que no sólo permita atribuirle un sentido amplio en el que se enmarquen ideas judías, sino, más radicalmente, un significado que excluya la actual concepción cristiana.

Así las cosas, al hacer un análisis etimológico de la palabra redención, vemos que es el sustantivo del verbo “redimir”, verbo que proviene del latín “redimere”. El prefijo “red” (o “re”) quiere decir: de vuelta, otra vez; y el verbo “émere”: comprar, ganar o adquirir (de esta misma raíz provienen palabras como dirimir o premiar). Este verbo tiene acepciones que derechamente uno puede atribuir al Derecho Romano, como el precio que se paga para liberar a un esclavo, volver a comprar algo (como el pacto de Retroventa, que está consagrado en nuestro Código Civil), o liberar de un gravamen o una obligación.

Si los cristianos le atribuyen tal cualidad a Cristo, como redentor de la humanidad, la pregunta que surge a continuación es si acaso la humanidad está liberada o si mejoró algo con su venida, cuestión que irremediablemente trae como respuesta un no.

La téshuva, que se traduce como perdón o arrepentimiento, se acerca bastante a lo que coloquialmente entendemos por redención. La atribución cristiana de significación es simplemente un problema semántico.

Hace unos días, el diputado comunista Hugo Gutiérrez dijo por twitter: «#Hinzpeter tiene el sindrome del niño abusado. Un judío que actua como nazi!»Por condolencias critico al PC, x palestinos asesinados calla!”

Esto a propósito de las críticas del Ministro del Interior por las condolencias que envió el Partido Comunista tras la muerte de Kim Jong Il. Leer eso me llenó de rabia: 1) Porque denota el antisemitismo latente en nuestra sociedad, 2) Porque me di cuenta que tenemos diputados que son derechamente tontos (alguien que no entiende cómo hacer una analogía correctamente no merece otro adjetivo: su llamado de atención tendría sentido si Hinzpeter criticara cuando el Partido Comunista mandara condolencias a palestinos asesinados, no cuando critica por mandar condolencias a un Dictador –asesino- Comunista).

El resultado de todo esto, fue darme cuenta de la importancia de la identificación (identificarme con ser judío y de centroderecha me hizo cuestionar los comentarios antisemitas de un antisemita de izquierda), y es que el sentido de apoyar una camiseta, de defender un partido político o de abrazar una determinada religión (o sentirse parte de un pueblo) no hay que entenderlo como un medio, sino como un fin en sí mismo.

Así, la identificación pasa a ser un excelente punto de partida para la teshuvá.

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