Ustedes: Antisemitismo y reacciones ante el incendio en Torres del Paine.

por ALEJANDRO KRAUSZ, Abogado, U. Diego Portales. Director de Prensa y Medios del Consejo Chileno Israelí.

El 2011, definitivamente no fue un buen año para ser judío en Chile. Partió con las estridentes declaraciones del Honorable Diputado Iván Moreira Barros en orden a señalar que “tanto en éste como en gobiernos anteriores hemos tenido ministros de orígen judío, pero hoy los tenemos neutralizados en el gabinete”.

A mediados de año, para fustigar a Rodrigo Hinzpeter Kirberg, actual ministro del Interior, Jaime Gajardo, aludiendo al carácter de judío del ministro (así lo reconoció el mismo en un programa radial), espetó: “el actuar de Carabineros nos recuerda al apartheid, represión propia de movimientos sionistas”, añadiendo que “aquí se están repitiendo mismos métodos de Israel a personas que han peleado por una educación pública“. Dichas palabras engarzaban perfectamente tanto con las acusaciones de Daniel Jadue, en orden a que el ministro era un “infiltrado sionista” como con videos difundidos por otros grandes teóricos sobre grandes conspiraciones francmásonicas-judías-marcianas que pululan por la web (seguramente el reconocimiento por parte de Chile en 2011 del Estado Palestino, es parte de un plan siniestro del sionismo internacional, ejecutado por Hinzpeter a la perfección).

Más hacia fines de 2011, el humanitario abogado Hugo Gutiérrez se despachó ésta: “Hinzpeter tiene el síndrome de niño abusado. Un judío que actúa como nazi” para rematar finalmente el 31 de diciembre con las xenófobas declaraciones del vicepresidente de la Democracia Cristiana, el Honorable (sic) Diputado Fuad Chahin Valenzuela quien a propósito del incendio en las Torres del Paine, presuntamente causado -no hay sentencia ejecutoriada en la causa- por un ciudadano de orígen israelí, se dio maña para destilar e infundir su odio, declarando: “apostaría que el “turista” israelí que causó incendio en Torres del Paine es de aquellos enviados por su Estado luego de matar niños palestinos”.

Esta declaración abierta y palmariamente xenófoba, esconde además aún más insidia que la que se permite leer a primera vista. En efecto, al utilizar la palabra “turista” entre comillas, pretende dar a entender que dicho ciudadano vino en una calidad distinta ¿en que calidad?

Avive usted su propia imaginación, pero probablemente Chahín, como buen sureño, debe estar al tanto de las acusaciones del “Plan Andinia” infame extensión hacia estos pagos del antiguo y falso libelo llamado “Los Protocólos de los Sabios de Sión” que acusa a los judíos de querer apropiarse de la Patagonia para crear un nuevo Israel, plan que contaría con el gentil auspicio de la corona británica (el Príncipe vino hace unos años a visitar sus futuros dominios), Douglas Tompkins y, era que no, Hinzpeter que sería la punta de lanza del sionismo infiltrado en nuestro país.

Estos escritos han contado con la difusión y auspicio de distintas personalidades e instituciones, como el diario electrónico “El Ciudadano” que dentro de sus sorprendentes reportajes (que además han sido tomado como fuentes serias, como pudimos comprobar hace poco en el caso de un afamado diario español) se despachó uno titulado ¿un nuevo Israel en la Patagonia? donde se insinua que los viajes de jovenes israelíes al sur de nuestro país, tendrían por finalidad preparar la conquista e invasión de la Patagonia.

Por la misma senda va la expresión “enviados por su estado”. Así las cosas, si bien en apariencia se trata de un mensaje xenófobo, solapadamente lo es también antijudío. ¿Consecuencias? Vea este tierno grupo de Facebook titulado: “Que metan en la carcel (y se pudra) al judio que quemo las Torres del Paine”.

Ahora bien ¿qué tienen en común un diputado de extrema derecha con uno comunista, un democristiano y el presidente del Colegio de Profesores?

Fuera de todos ellos ser autoridades nacionales elegidas y pagadas para cumplir con finalidades nacionales (de la nación chilena, naturalmente); de tratarse de personas evidentemente instruídas y de tener injerencia desde distintos frentes en el quehacer del país, es que consultados acerca de sus dichos de una u otra forma responden algo igual o mortalmente parecido a esto: “No tengo nada en contra de los judíos, sino que soy “Antisionista”; “Tengo muchos amigos judíos”; o “Hay judíos que también se declaran antisionistas” (citando invariablemente a Chomsky, Pappe y/o Finkelstein en apoyo de sus dichos).

A partir de 1945 tras Auschwitz, última estación en ese entonces de una historia de aniquilación activa y pasiva del judío, que parte en la antigua Grecia, habiendo pasado por la Inquisición y los Pogromos, con escalas en casi cualquier lugar y tiempo durante la historia, la sociedad occidental decidió que un prejuicio cognitivo que creció al alero de la acusación de Deicidio de Jesús, que otrora era común y política oficial de la Iglesia Católica hasta 1965 (incluso entre gente instruida), respetado e incentivado por algunas naciones, quedaba proscrito.

No obstante, esta bandera dejada en el piso por las ideologías de extrema derecha fue posteriormente recogida, predominantemente aunque no únicamente, por la extrema izquierda en el marco de la guerra fría. Pero esta vez, ya no era atacando a la religión o pertenencia a un pueblo determinado, sino que a las aspiraciones nacionales del judío, mediante la fórmula del Antisionismo, fórmula que actualmente es considerada “políticamente correcta” pero que encierra tácitamente una perversa raíz de judeofobia, como quiera que para la gente en general, Israel o lo judío es básicamente lo mismo.

Y hasta cierto punto, tienen razón. La pertenencia a un pueblo determinado (palestino, judío, armenio, etc.) está determinada por un conjunto de elementos. Así, la religión del pueblo judío es el judaísmo; su lengua, el hebreo; su historia, la que va desde Abraham hasta nuestros días y su elemento nacional es el Sionismo, entendiendo por tal la pulsión de autodeterminación del pueblo judío en su tierra ancestral en donde pese a las expulsiones y dominio extranjero en largos intervalos de la historia ha podido constituirse como un Estado en tres ocasiones: Bajo el Rey David y luego Salomón, tras la revuelta de los Macabeos por un breve período y finalmente en 1948 con la creación del Estado de Israel. Este tipo de sentimiento nacionalista se encuentra ampliamente documentado desde tan antiguo como el exilio babilónico (los salmistas) y se mantiene incólume hasta nuestros días.

Así las cosas, siendo elementos de pertenencia de un pueblo determinado, es perfectamente posible que exista un judío que no sea religioso (yo no lo soy) o incluso ateo; hay judíos con tradiciones propias de Europa Central (Ashkenazíes), otros con unas que provienen de España y de países bajo el extinto Imperio Otomano (Sefardíes) y otros, no conservan ninguna de ellas; judíos que hablan y judíos que no hablan hebreo y finalmente, judíos que están a favor o en contra por distintos motivos con la existencia del Estado de Israel o sus políticas. No somos una raza: podemos encontrar judíos desde raza negra hasta rubios de ojos azules.

Pues bien, en el entendido de que aceptamos como un principio universal el de la autodeterminación de los pueblos, resulta curioso que exista un movimiento amplio, transversal y abierto exclusivamente en contra de uno de ellos: el judío. No conozco a nadie que se declare con orgullo “antiarmenio”, “antisaharaui” o “antivasco”.

Ser antisionista, empero, viste de sobremanera, sobretodo en sectores progresistas que se quedaron pegados en la Guerra Fría. Se habla de que no debe crearse un “Estado Judío” intentando asimilarlo a una Teocracia. Curiosamente estas mismas personas nada dicen de los cientos de países que se declaran cristianos, católicos o musulmanes. Solo les repulsa la idea de la existencia de uno judío.

Con todo, es fácil distinguir a aquellos que tienen una legítima crítica de las políticas y actuar del Estado de Israel de un pseudo-Antisionista Antijudío: El uso de la expresión “Ustedes” al argumentar su antisionismo con un judío. Para muestra, es fácil encontrar en ellos argumentos del tipo:

“Las ayer víctimas y sus sucesores no trepidan en utilizar prácticas similares a las del nazismo y en aplicar políticas de tipo genocida en contra del pueblo palestino.Ayer los nazis fusilaban a inocentes en represalia por lo que se consideraba terrorismo. Hoy se destruyen humildes edificios o barrios enteros como castigo por el solo hecho de que en ellos vivía uno o más supuestos terroristas”. (columna de Fernando Barros)

Los israelíes no pasaron por el holocausto, como quiera que Israel no existía; fueron los judíos, pero el Pseudo –Antisionista siempre en su argumentación separa ambos términos para que no se lo acuse de antijudío, para luego en su transcurso volverlos fungibles, recriminándo de este modo a “Ustedes” (nosotros los judíos, tengamos relación o no con el Estado de Israel) por lo que sucede en Israel como hechos propios y cometidos corporativamente por una entelequia: “El Judío”. No importa cuántas generaciones o cuántos servicios a la patria llevemos en Chile, para ellos, los judíos somos quintacolumnistas.

Pues bien, como quiera que el antisionismo vuelve fungibles según sus conveniencias el ser judío, sionista o israelí, no cabe duda que del ataque de cualquiera de estas características se sigue el del conjunto: El Judío.Por esta línea aunque con distintas finalidades transitaron durante 2011 Moreira, Jadue, Gutierrez, Gajardo, Barros, Chahín y tantos otros, con un repudio generalizado de la gente común y de la intelectualidad, pero con el silencio cómplice de las distintas instituciones a que representan.

¿Es posible que salvo repudios individuales (como Saffirio y Alvear) la Democracia Cristiana no se pronuncie respecto de la xenofobia de su Vicepresidente? ¿Es posible que salvo repudios individuales como el de Farías, la Concertación se mantenga en cómplice silencio? ¿Nuestro Gobierno no tiene nada que decir respecto de esto? ¿La Cámara? ¿El Senado?

El frío silencio me lleva a pensar que para muchos de ellos, seguimos siendo extranjeros, extraños, en ningún parte del cálido “nosotros” sino del lejano y frío “ustedes”.

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2 comentarios

  1. Triste columna, pero triste verdad, sin embargo yo soy Chileno pero admiro y respeto al pueblo Judio y si me permiten pido perdón por los compatriotas xenófobos.

    Buena columna!!!!

  2. No existe como tal un pueblo ‘balestino’ (los arabes no pueden pronunciar la ‘p’). Es una creacion de la guerra fria. La OLP, por ejemplo fue creada en egipto en 1964. Muchos de sus lideres como Arafat (Y’S) nacieron fuera del territorio de la Tierra de Israel. Los arabes, hoy residentes de Judea, Samaria o Gaza NO tienen ningun elemento (lengua, religion, costumbres, Etc. distintos a los arabes de 22 paises. Lo unico que se ha creado con esta farza es la creacion de un ‘pueblo’ de victimas. Y en lugar de integrar los refugiados arabes de 1948 (aprox. 750,000) como hizo Israel con los refugiados Judios de los paises arabes (un numero parecido) los arabes y las ‘naciones unidas’ decidieron mantener y a sus decendientes (insolito) en estatus de ‘refugiados’.

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