El Movimiento Lento: la construcción de un nuevo sentido de paz y comunidad mundial.

por BECCA ODEN, BA en Estudios Religiosos y Resolucion de Conflictos, U. Capital, Ohio. Est. MA en Resolucion de Conflictos y Mediacion, U. Tel Aviv.

Un movimiento comenzó en Europa en los ‘80 como un regreso a “comer nuestra propia comida”, emergiendo como una alternativa de estilo de vida completo en un marco que promovía una vida comunitaria y holística y una convivencia pacífica. El “Movimiento Lento” nos pide a todos que disminuyamos nuestra velocidad. Mientras la humanidad se acelera y la tecnología continua moldeando nuestras conexiones personales, las comunidades, desde Italia a Japón, están adentrándose al Movimiento Lento.

Tomando parte en el Movimiento Lento puede significar tomar el tren en vez de el primer vuelo en la mañana, o cultivar nuestros propios vegetales para nuestro almuerzo. Significa reconectarnos con nuestros ritmos naturales, sentir el aire en nuestros pulmones o el suelo bajo nuestros pies cubriendo las distancias. Muchas distintas áreas en el que el movimiento cobra sentido han emergido: “Cittaslow”, “Slow Parenting”, “Slow Art”, “Slow Food” y “Slow Travel”. Esto se aplica al valor de disminuir nuestra velocidad en orden de primero entender mejor las situaciones e implicancias antes de actuar.

A través de este proceso de disminuir y examinar, el Movimiento Lento construye interconexiones. Antes se compraba una manzana en una tienda, la cual ya había pasado por numerosos procesos anónimos para nosotros: cultivo, extracción, traslado y empaque. Fue plantada por un granjero, recolectada por un trabajador, transportada por un camionero y empaquetada por un empleado. Cuando nos sumamos a “comer lento”, nos estamos comprometiendo esencialmente a reconectarnos con las personas que están al final de nuestra comida. No estamos solamente comiendo comida, sino que la comida es ahora un elemento de cohesión en la comunidad. Pasamos a tener un interés directo y comprometido con el éxito de “nuestro” granjero y su satisfacción. Esta interdependencia nos puede proveer de un nuevo marco de cambio social hacia una paz real.

Cittaslow, la primera ciudad de Movimiento Lento, acogió todos los aspectos de una vida lenta. Sus residentes están comprometidos con el medio ambiente, el pluralismo y la localidad. Es aquí, y en muchas otras ciudades como esta, donde las comunidades están comenzando a disminuir la velocidad y preguntarse lo que realmente importa. Mantienen eventos culturales, se conocen entre ellos, y tratan de vivir y experimentar el sentido de la Comunidad. La construcción de Comunidad nos enseña cooperación y hace que nos demos cuenta que nos necesitamos mutuamente.

Disminuirnos es un proceso lento. Sin embargo, la reconexión con nosotros mismos, con los demás y con el planeta solo servirá para desarrollar individuos que exijan justicia en un sentido más profundo. Este pragmático y exitoso modelo tiene potencial para conectar la distancia entre la paz individual y un mundo más pacífico. De esta forma, la humanidad se adentra a la posibilidad de retornar a los valores más significativos y concretos del verdadero sentido de vivir en comunidad, combatiendo todos los males sociales de la sociedad de consumo del siglo XXI.

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Traducido por Nico Riethmuller.

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2 comentarios

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