Depresión, el volantín que se queda. Errores que elevan hacia el camino del Liderazgo.

por SEBASTIAN MORALES, Est. Ingenieria Civil, U. de Chile. Guizbar Hanaga Tzeirei Ami.

¿Cuál será la responsabilidad de lo que nos pasa? ¿Nosotros, el otro, la suerte, Dios? Encontrar un error en el propio accionar nos permite crecer.  Cuando Churchill escribe que los volantines  se elevan más alto cuando van contra el viento que a su favor, apuntó un poco a este tipo de situaciones. Una persona común y corriente tiende a seguir a las masas. Nada más. Para qué cuestionarse la dirección de su andar si ya tenemos una preestablecida. Cuando alguien es indicado como líder, como innovador, como adelantado, es porque se ha atrevido a desafiar la corriente. Nadie nunca ha pensado como él, se ha atrevido a dudar del sistema. Pero a un líder poco y nada le importa esto, pues sabe que no es ese su objetivo.

Un error puede aparecer en cualquier parte. Siempre estamos vulnerables a presenciarlos.  ¿Es malo un error? No siempre. Muchas veces, un error nos deja perplejos, sin respuesta, nos entristece. Nos deprimimos por la frustración que generan. Buscamos entonces alguna explicación. ¿Qué ve un líder en un error? Una oportunidad: de crecer, de avanzar, nuevamente, de ir contra la corriente. Es que un error no es más que un síntoma de un mal curable. Por lo tanto, con todo error viene la oportunidad de curar un mal.

Podemos rogar que para la próxima, la suerte esté de nuestro lado. Podemos ver a quién tenemos en frente. Si es algún semidesconocido, o es alguien más exitosa. Ha llegado al éxito antes que nosotros. Podemos rezar la noche anterior. Son variables que escapan de nuestro alcance. Finalmente, es el intenso entrenamiento y el buscar nuevos caminos lo que trae el éxito.
Creo que eso es lo que un líder, un atrevido haría: buscar un error en sus acciones para maximizar las probabilidades a favor. Si quieres resultados distintos, haz cosas distintas, dijo Einstein. Para obtener resultados mejores, debemos actuar mejor.

Un volantín que nunca dejó de tocar tierra no ve más que millones de excusas para explicar por qué fracasó. O simplemente, millones de excusas para entristecerse. Una cometa que se eleva por los cielos en realidad ve millones de oportunidades, que lo encumbran en los cielos como aquel que supo despegar del suelo.

Errores de ésta índole probablemente los haya millones por día. Y todos dejan en evidencia un sistema que llora por ser mejorado.

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Un comentario

  1. Seba, excelente articulo que escribiste, tu mamá debe estar rebosando de orgullo; solo quería hacer un comentario cuando hablamos del éxito en la vida, me refiero a en que momento hacemos el balance, o sabemos que lo tenemos a los 20, 30, 40, 50, 60, 70, 80, 90 o al final, sentiremos el éxito, cual es la percepcion final ? y por último el éxito es un tema del pasado o es de cada día, de cada instante ?

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