Combatiendo la historia como motor cíclico: el rol del actor judío en la solución al conflicto árabe israelí.

por NATALIA DUEÑAS, Est. Periodismo, U. de Chile.

Nuestro actuar se define por nuestro pasado. Gran parte de lo que hacemos día a día se explica por situaciones pasadas. A medida que crecemos, vamos desarrollando una especie de manual instructivo, cada cosa que nos pasa queda archivada en nuestra mente; de eso crecemos, aprendemos, actuamos diferente para no tropezar de nuevo con la misma piedra.

Lo mismo sucede en una escala mayor, con los pueblos y las naciones. Aquello que vivimos en nuestra formación nos condicionó en nuestro actuar y se requiere un gran trabajo de liberación para desviarse de ese “camino” y actuar distinto.

El caso de Israel y Palestina es a mi juicio, uno de los más característicos e importantes puesto que ambos pueblos han mantenido una guerra constante por más de sesenta años. Pero nuestra historia nos lleva mucho más atrás, a la segunda guerra mundial.

Desde esos años, aprendimos-como pueblo- a mantenernos unidos, a permanecer juntos a pesar de todo lo que pudiese venir en camino. Pero no es todo, también entendimos que a veces hay que tener miedo, a vivir con miedo de las bromas, las generalizaciones, las acusaciones.

Luego de ese periodo oscuro de nuestra historia llegamos a la tierra prometida, finalmente un país para nosotros, un lugar que albergara bajo todo concepto nuestra identidad. Existen muchas razones que aún son debatibles sobre si ese era o no nuestro lugar y por lo mismo no fue ni ha sido fácil. Desde 1948 hasta el día de hoy, los habitantes de Israel han vivido en carne propia- y los de la diáspora en el corazón- una guerra constante, sacrificios de ambos pueblos se ven en vano por este miedo latente.

La historia nos condiciona. Vivimos varios años en guerras permanentes, donde las políticas de Estado tenían que ser relacionadas con eso, era un tema de sobre vivencia. Rodeados por países que ni siquiera reconocían nuestra existencia, aprendimos a dudar de las intensiones de los otros y a no confiar en nuestros vecinos; pero por sobre todo, desarrollamos el sentido de la conveniencia: aliarnos con países más grandes e importantes para no perder y desaparecer.

Así hemos vivido por años, a la defensiva. De hecho, esa es la técnica del ejército Israelí, defenderse, estar alerta incluso en Iom Kipur, una de las fechas más importantes y sagradas para nuestro pueblo, puesto que la historia ya nos dio esa lección también.

Puede que los tiempos no hayan cambiado del todo, puede que todavía queden asperezas y malas relaciones, pero debemos cambiar el nuestra forma de relacionarnos hacia el conflicto. La forma de alcanzar la paz no es con nosotros a la defensiva, debemos cambiar la historia, ir en contra de aquello que hemos aprendido. Sólo así podremos evitar que se repita y cambiar.

Han sido más de sesenta años de guerra, lo lógico es pensar que la historia seguirá así, con guerras constantes, niños siendo entrenados para pelear, colegios enseñando a sus alumnos a odiar al vecino. ¡Debemos cambiar ya!

Nuestro deber como judíos es dejar la ira, dejar de desconfiar; entregar todo aquello que podamos para que finalmente la paz llegue. Aprendamos de la historia pero no dejemos que nos condicione.

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2 comentarios

  1. Disculpa pero lo que están haciendo en Israel no es «estar a la defensiva», es estar en plan constante de ataque, apoyados por potencias económicas extranjeras, aplastando hombres, mujeres, niños, ancianos. Claro que la guerra seguirá así, sigue así porque Israel continúa, porque israel masacra.

  2. «Nuestro deber como judíos es dejar la ira, dejar de desconfiar; entregar todo aquello que podamos para que finalmente la paz llegue». Es bonito que dentro de las nuevas generaciones de judíos existan voces como éstas. Respeto y orgullo para ti, Natalia.

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