La sociedad de consumo y la realización, ¿son compatibles? La Felicidad de todos cambiada por el capitalismo.

por ANDRES ARAOS, Est. Ingeniería Civil, U. de Chile.

El discurso del presidente de Uruguay, José “Pepe” Mujica, en la última cumbre Río +20 plantea varios puntos que son bastante interesantes. Se plantea que la sociedad en que vivimos, o mejor dicho la concepción de desarrollo que sostenemos en la actualidad, no dará abasto. Nuestra sociedad hoy está más preocupada del consumo que de la felicidad misma, lo que se ve plasmado en la frase “pobre no es el que tiene poco, sino el que desea infinito”.

Esto es un fiel reflejo de lo que somos hoy: una sociedad basada en el consumo. Y es que el modelo capitalista de hoy (que no siempre fue así) plantea que la forma de hacer crecer el capital debe ser mediante el potenciamiento del consumo, para lo que se acorta la vida de los productos que existen en el mercado haciéndolos prácticamente desechables, de manera que el “deseo” de consumir de las personas sea prácticamente infinito. Esto nos indica que vivimos en una sociedad literalmente pobre, pero no necesariamente de manera material, sino que pobre de sueños.

Si observamos cual es el clásico modelo de vida en que nos enmarcamos en la actualidad podemos ver que se basa en simples pasos que sostienen la sociedad en que nos encontramos. Primero nacemos, los con suerte lo hacen en una familia que los acoge en un núcleo familiar, para luego crecer e ir al colegio. Ahí nos enseñan los conocimientos básicos que la sociedad exige para un ser humano, abarcando las artes, las humanidades y las ciencias. Pero al menos en Chile, hoy por hoy, la educación escolar nos empuja, en conjunto con la sociedad en que se desenvuelve, a crecer añorando recibir una educación superior que nos entregue un nivel de vida que al menos nos permita mantener el que llevamos previos a entrar al mercado laboral. Esto significa que el foco de la educación hoy en día no se basa en el autoconocimiento, sino que es más bien una máquina que forma individuos que encajen en el sistema actual.

Esto se observa también en el resto: una vez fuera del colegio la idea es entrar a la universidad, para luego buscar el mejor trabajo posible, económicamente hablando, buscar una pareja para casarse y finalmente formar una familia. No busco criticar a quienes ponen la formación de una familia como un objetivo claro de satisfacción personal, sólo que creo que para lograr un equilibrio debe existir un cierto nivel de realización personal, apelando al individualismo como algo correcto si es que se mira desde la perspectiva adecuada, no al individualismo de los que abogan por obtener lo que quieren sin importar lo que les ocurra a los demás, sino al de tener sueños e intereses propios, al que te motiva a luchar por lo que crees y quieres, que te define como ser humano y te hace ser tú mismo.

Vivimos en una sociedad llena de injusticias y con muy pocas oportunidades. Es lógico que una persona que no ha tenido nada y que ha tenido que vivir a duras penas desee un mejor pasar. Pero ¿qué es lo que realmente necesitamos? El nivel de deuda de las familias chilenas es muy alto, lo que haría muy fácil criticar la apertura de mecanismos financieros a los segmentos de menores recursos, pero no es tan simple como eso. Lo espantoso no son los montos sino que el uso que se le da a ese dinero. ¿Cómo criticar a una familia que se endeuda por comida? Simplemente no se puede. Pero si es válido criticar a un sistema que le abrió la posibilidad a los estratos más bajos para endeudarse sólo con el fin de que se integren al mercado del consumo indefinido, ya que así crece la economía… algo no está bien.

El contenido de la televisión, que hoy es comparable con un verdadero circo romano, nos empuja a olvidarnos de la realidad en que vivimos y a añorar una realidad y productos a los que no necesariamente podemos tener acceso. Estamos construyendo una bomba de tiempo, que se alimenta de personas sin sueños ni verdaderas ambiciones.

No todos salen perdiendo en esto. Este es el mundo perfecto para quienes buscan el éxito en los negocios como una forma de realización personal, lo que no es lo mismo que añorar el dinero, ya que es el éxito en sí lo que los mueve. La crítica está en que la sociedad de consumo está aplastando los sueños (o posibles sueños que nunca pudieron existir), debido a que es una sociedad pequeña en contenido y que se limita al “gusto del consumidor”, ya que lo que no atrae simplemente no sirve.

¿Qué se puede hacer? Cuando Adam Smith o Karl Marx plantearon sus respectivos modelos de sociedad nunca se imaginaron lo que iba a ocurrir ya que ninguno de los dos captura la humanidad del individuo como base de sus utopías sociales. Me parece que lo más lógico sería lograr una sociedad que luche porque todos sus individuos tengan acceso a una vida decente y digna sin importar a qué se dediquen, a base de derechos básicos, ya sea educación, salud o vivienda, con un mercado que trabaje para las personas y no viceversa. Esto significa que la tecnología debe desarrollarse en pro de un mundo mejor y no uno más rentable, poniendo la calidad de vida de las personas y el cuidado del planeta (parte importante de nuestra propia calidad de vida) como fin. Hay que revisar nuestras prioridades en la lista de bienes del mercado.

La educación debe ser la gran bandera de lucha y debe usarse en el desarrollo de la sociedad y de los individuos por igual. Es ahí donde más estamos fallando, la educación no debe ser una herramienta de la fábrica de consumidores, sino que debe ser derechamente una fábrica de seres humanos íntegros, que formen una sociedad libre, no sólo para actuar, sino que también para pensar y desarrollarse como persona, y así tener un mundo lleno de individuos “realizados”, felices no por tener mucho sino que por ser ellos mucho de ellos mismos.

Pepe Mujica planteó que somos una sociedad en donde lo que más escasea no es la comida, ni la energía ni el agua, sino la felicidad. Tiene mucha razón, y no sólo en eso, sino que también la tiene cuando dice que hoy es el momento de replantearnos las cosas, de que todos construyamos un mundo que no tenga fecha de expiración y que entregue oportunidades no sólo de trabajo, sino también de realización personal, la que sólo te entregan los sueños propios y no la compra ni el oro ni el dinero.

 

El saludo de LEOPOLDO DREXLER, Vice Presidente Comunidad Judía de Chile.

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2 comentarios

  1. Reciban los 100 jóvenes el más cordial de los saludos y mis deseos de éxito en todas las actividades que emprendan en el futuro.

    Soy uno de los más entusiastas admiradores de los jóvenes capaces de romper paradigmas para hacer de éste un mundo mejor y de paz, para Israel y para toda la humanidad.

    LEOPOLDO DREXLER
    Vice Presidente
    Comunidad Judía de Chile

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