El Nacional Socialismo en Chile, larga y vergonzosa amistad.

por MICHELLE HAFEMANN, Periodista, U. Diego Portales, Tesista de Magíster en Ciencia Política, U. de Chile.

Hace algunos años participé en un proyecto de revista cuyo fin era convertirse en un medio de comunicación novedoso para la comunidad judía, pero a poco de iniciar nuestro trabajo, nos encontramos con un pequeño anuncio en el diario que Chile sería sede del primero congreso nazi. Entonces nuestra revista se convirtió en un medio-denuncia sobre el cónclave nacionalsocialista y en eso estuvimos durante un año, hasta que finalmente, cuando llegó la fecha del mentado evento, éste fue un fracaso.

Ciertamente que en ese año hubo muchas instituciones, dentro de la comunidad, de las autoridades o particulares, que estuvieron abocadas a la misma tarea que nosotros en Der Ruf: evitar que Chile pasara a la historia por ser la primera sede de un congreso mundial nazi después de la Segunda Guerra Mundial. No debemos olvidar que nuestro país ya cuenta con un triste registro en este ámbito: no sólo fue el único país donde se estableció, legalmente, un partido nazista, sino que además es la cuna del autor de habla hispana más importante para el nacionalsocialismo moderno.

El congreso no resultó, y desde entonces es poco lo que se ha escuchado del movimiento que lo organizó, aunque está claro que ha seguido insistiendo en su plan de crear un referente político, al estilo del PNSO de Franz Pfeiffer, no logrado hasta ahora. Pero a pesar de la satisfacción que nos dio el resultado del primer congreso nazi, la verdad es que nuestro objetivo de bloquear el avance del nazismo en Chile no se logró. No sólo se han multiplicado y diversificado los grupos de corte nacionalsocialista, sino que además han perdido todo pudor para exhibirse públicamente. Nosotros en la comunidad lo sabemos y lo vemos en los rayados que dejan en nuestros colegios, las svásticas en nuestras sinagogas o los comentarios en los foros en Internet. La sociedad chilena en general también los conoce y fue testigo de cómo el avance de estos grupos cobraba una nueva víctima hace justo un año, cuando asesinaron a golpes a Daniel Zamudio.

El mundo puede haber cambiado mucho desde la Segunda Guerra Mundial, pero ciertamente no lo ha hecho en desterrar ideologías de odio como el nazismo. Por el contrario, en el mismo continente que nació, creció y debió haber muerto, el nazismo cobra nuevos bríos y busca nuevos adeptos. Como en el cartel de la foto, que fue tomada en las últimas semanas en Hungría y donde se lee “Únete a nosotros”. O como en una svástica que estaba pintada la semana pasada justo a media cuadra de mi sinagoga. Sí, en el año 2013. No en 1943.

Publicaciones Similares

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *