Pablo Simonetti: La Iglesia no tiene sotana suficiente para regularle la vida sexual a nadie.

por NICO RIETHMÜLLER, Lic. En Sociología, U. de Chile. MA en Resolución de Conflictos y Mediación, U. de Tel Aviv. Director El Diario Judío. Pahil Federación de Estudiantes Judíos.

 

De familia conservadora, cuarta generación de descendiente de inmigrantes italianos que llegaron a Chile a fines del siglo XIX, Pablo Simonetti es ex alumno del colegio diocesano Luis Campino, y de Ingeniería en la PU. Católica de Chile, con estudios de post grado en Stanford. A pesar de vivir su homosexualidad muy reservadamente a lo largo de su vida, hoy en día es uno de los máximos representantes de la causa gay en Chile, liderando una revolución social en relación a derribar diversos prejuicios de nuestra sociedad en el siglo XXI. Masculino y refinado, acogedor y formal, Simonetti nos recibe en su hermoso escritorio donde el buen gusto y el arte son protagonistas, pero también nos recibe en una vida dedicada al cambio social y la inclusión de las minorías.

¿Siempre estuviste soltero?

Sí, bueno… he tenido tres grandes relaciones en mi vida, y una particularmente larga en la que estuvimos 16 años juntos. Entonces, cuando tú me preguntas si he estado soltero toda mi vida… quizás como estado civil, pero la respuesta es no, en realidad estuve casado gran parte de mi vida, desde los 27 hasta los 43 años.

¿Qué espacio tenía tu relación en tu vida privada? ¿Cómo era asumirse gay en Chile en esa época?

Mi vida privada pasó a ser eso, y mi vida nuclear familiar quedó en la periferia. Cuando comenzamos a salir juntos, a los 27 años, volví de EE.UU y salí del clóset para mi familia y seres queridos. Yo me asumí gay en EE.UU, antes no lo había hecho ni conmigo mismo, nunca había sido tema. Bastantes lo hicimos a esa edad, pero no mucho antes, porque primero tenía que haber independencia económica y frente al mundo, cuando eso llegaba, uno podía asumirse ante su familia, pero siempre dentro del espacio de protección familiar. Yo primero partí en mi mundo privado, y mucho después lo hice con mi mundo público, en el sentido de dejar mi trabajo, ponernos a vivir juntos y comenzar a escribir, y ahí recién se da un proceso de asumisión verdadera, y eso pasó recién alrededor de mis 34 años. Y eso era así, era como que se sabía, no era que uno iba como gay abiertamente por la vida. Uno lo contaba en los espacios más cercanos, pero no era evidente para cualquier persona. Siempre en espacios cerrados. Después que nos conciliamos como pareja, teníamos una especie de familia alternativa, heterosexuales y homosexuales, hombres y mujeres, y ahí había un núcleo de protección grande, estábamos siempre juntos, pero era algo muy cerrado.

¿Y qué fue lo que cambió tanto en la sociedad?

Yo creo que la idea que la homosexualidad no es una perversión, una degeneración, una forma de perderse en la vida, y ahora las personas se dan cuenta que un homosexual puede ser igualmente feliz, igualmente integrado a la sociedad y a su familia, y que no es un ente pernicioso para nadie, ni siquiera para los niños. Antes éramos vistos como pervertidos, pecadores, desviados, enfermos, éramos un peligro que teníamos que estar fuera de cualquier forma de convivencia, de toma de decisiones, relaciones, poder, había algo, una sospecha que era imposible de superar aunque fueras el más disciplinado, el mejor portado y con los mejores sentimientos.

¿Dónde crees tú que fue cambiando primero este estigma?

A nivel internacional, la primera vez que hubo un tipo de protesta de asomo de homosexuales fue en el año 69, es algo muy reciente. El año 73 recién se despatologizó la homosexualidad por la asociación americana de sicólogos. Eso muy lentamente fue permeando al resto del mundo, y recién el año 90 la OMS despatologizó la homosexualidad. Había personas con las cuales uno hablaba y te decían que les daba pena que te ibas a marginar, pero no era por culpa de ellos, era supuestamente uno el que se iba a auto marginar. Había que quedarse callado y no hacerlo público. Esa marginación sigue existiendo, pero mucho menos. Hoy en día esos hijos tienen oportunidades de trabajo, tienen amistados, mundos de pertenencia en los cuales encuentran espacio y no van a ser marginados ni discriminados. Antes significaba perder las dos fuentes principales de la vida: el amor de los tuyos, y además, el trabajo. Eso cambió en todo orden social. Hoy a un junior en una empresa no le preguntan por su orientación sexual, incluso al resaltar en su género. Quizás en el mundo gerencial el rechazo es mayor, pero los homosexuales encuentran y buscan áreas de trabajo que no sean particularmente homofóbicas. El arte, las comunicaciones, la moda, el comercio, hay muchos espacios ya liberados.

Llegó una influencia extranjera foránea a través de las comunicaciones y el internet, que cambió por completo la forma de relacionarnos entre las personas, y fuera de los muchos problemas que tiene, esa pantalla para personas homosexuales significó un espacio social cultural que uno podía acudir y liberarse, un mundo que no existía en otro lado. La dictadura hizo que imperara la disciplina en todo orden de cosas, el acto constante de miedo, toque de queda, hay que trabajar, todos sometidos a una rígida disciplina llena de prejuicios, y en ese sentido, vivimos un letargo respecto del resto del mundo en el avance a la apertura a temas nuevos para la sociedad. La democracia por eso es temerosa a esa misma disciplina. El mismo Alwyn se sentía orgulloso de terminar su período de 4 años sin golpes de estado. Le preguntaron en Dinamarca ¿cómo se atendían los derechos a las personas homosexuales en Chile? Y él respondió que en Chile no tenemos ese problema. Para un presidente de Chile, en los años noventa nosotros no existíamos.

¿Qué fue lo que logró la fundación iguales que no logró el MOVILH, el MUMS, o cualquier otra?

Externamente, Iguales aparecimos en el momento más propicio de la historia. Con el boom del internet y su expansión social de las redes sociales, actuamos en unificación y organización a través de ellas sin preguntarle a nadie. Luego, el destape de todos estos casos de abusos sexuales cometidos por miembros de la Iglesia. Los políticos dejaron de rendirle pleitesía a la Iglesia en temas de moral sexual. No hay nadie en este momento que no se dé cuenta que la Iglesia no tiene sotana suficiente para regularle la vida sexual a nadie, y la gente se dio cuenta. Que cuánto tenemos relaciones sexuales, que las mujeres no pueden tomar anti conceptivos, repentinamente la gente dijo no más. Cualquier persona dice esta gente no está para decirnos cómo vamos a llevar nuestra sexualidad. Las personas con menos tapujos son más felices que los demás. Ahí hubo un click mental en muchos chilenos. Y tercero, primera vez que un grupo de derecha hablaba a favor de los homosexuales, el piñerismo. Si Piñera no hubiera “traicionado los valores de la derecha tradicional”, como dijo Novoa, Piñera no sale presidente. La apertura a la diversidad son muy pocos. Piñera, Espina, Lily Perez, y en la cámara de diputados, serán 5 o 6. La Matthei, Chadwick, Allamand, son personas importantes pero no es la derecha. Entonces en este tema, ahora hay discusión política. Las condiciones socioculturales son totalmente distintas a las de los otros grupos.

Además, nuestro discurso es más propositivo y menos beligerante. Para avanzar en la sociedad y en el mundo político hay que llegar a acuerdos, y los otros grupos no fueron capaces de llegar a acuerdos. Hay que integrar visiones más que ampararse en una visión única. Hay maneras distintas de ver las cosas. Nosotros somos más propositivos, colaborativos e integradores.

Y entonces, con todos estos factores conjugados, ¿qué falta en Chile para tener matrimonio igualitario?

No hay ningún político de derecha que esté a favor. Los que dicen algo parecido los retan. Acá todavía estamos lidiando con el prejuicio. Personas que se oponen con más intensidad a cualquier avance tienen el prejuicio impregnado que esto es una perversión y algo malo para la sociedad, la familia y el país. Prefieren que unos sufran a que todos se corrompan. La derecha tradicional sigue oponiéndose y están perversamente desviando el tema. La UDI tiene una influencia bastante grande y un completo rechazo, Piñera al final está rodeado de personas prejuiciosas. El AVP va lento porque la UDI lo va demorando cuanto puede, manda cartas al presidente, hacen esfuerzos políticos constantes y difíciles de esquivar por parte del gobierno. Te aseguro que si el AVP entrara a las salas, tendríamos mayoría de votos. Pero la UDI lo mantiene fuera y no le permite al Presidente ponerlo en urgencia.

Hay personas de derecha que se la han jugado. El problema acá es la falta de desarrollo político. La ministra Pérez cuando nos recibió y salió en todos los diarios, durante una semana le dijeron las cosas más terribles, y lo que iba a ser urgente, dejó de serlo. Pero el AVP es una realidad política que no ha sido votada todavía. El matrimonio igualitario es más complicado, y el conflicto todavía está en la Iglesia. En Chile, todavía se siente que el matrimonio es una institución eclesiástica, sagrada, divina, aunque llevemos más de 130 años de matrimonio civil. Todavía tiene ese resabio religioso, y la discusión se plantea en esos temas. Entregarle matrimonio a los homosexuales es ir contra la ley natural. Ahí el partido de la DC, ahora porque en 10 años más puede que la DC no exista y nos ahorramos este problema, pero hoy la DC es un partido pivotante en temas valóricos.

¿Cómo podemos analizar mejor la Ley Anti Discriminación en el tiempo?

Desde el punto de vista de poner en relieve casos de discriminación, ha tenido un muy buen efecto. Todo lo que ha sucedido con las FF.AA. Hoy la gente se refrena de cometer actos de discriminación, hay una luz moral que comienza a iluminar los prejuicios de las personas. Actos por cualquier índole, ahora hay una especie de precepto legal para una idea que estaba palpitando hace tiempo en los chilenos. La idea de la igualdad fue muy bien soportada por la nueva ley, se le dio un soporte legislativo.

Pero la aplicación de esta ley ha sido muy débil y baja, es dudosa al minuto de definir cuándo se trata de un acto de discriminación y cuándo no. Deja el peso de la prueba en quién acusa la discriminación, no en quién cometió el acto de discriminación. Entonces, la discriminación se complica cuando topa con el ejercicio legítimo de la libertad de expresión, de culto, la libertad de enseñanza, entonces ahí hay un resquicio donde por ejemplo un colegio católico puede enseñar visiones pecaminosas y discriminadoras de la homosexualidad, y ahí no hay nada que hacer, porque se supone que el colegio es una extensión del ejercicio de la educación de la familia, la cual es privada y del derecho de los padres, y no del ámbito público. Entonces comienza la discusión si el ejercicio de discriminación fue o no un ejercicio legítimo de sus derechos fundamentales. Este fue un punto importante que al final perdimos por un miedo a la pérdida de dichas libertades. Es en la educación donde se da esta lucha, ¿hasta qué punto pueden los padres enseñar la discriminación a sus hijos? Ellos tienen completa potestad sobre la educación a sus hijos, enseñar que los homosexuales son unos maricones que hay que matarlos, estarían en todo su derecho a hacerlo. Pero esto, por lo menos en el mundo del trabajo no existe, donde el ámbito es completamente público. Es muy difícil demostrar un acto de discriminación.

La ley tampoco tiene muchos incentivos para que la persona realice la demanda, porque si la persona sale culpable, el acusado tiene que pagarle una indemnización al fisco, y ahí recién el discriminado podría hacer un juicio privado por daños y perjurios, entonces hay pocos incentivos, uno lo hace prácticamente por la causa, no hay incentivos personales.

Además, otro problema grave es que el gobierno no ha hecho una promoción de la ley anti discriminación, y eso es un problema grave. Tenemos una ley cercana a la gente, que llega a las personas y toca su vida diaria, hay que llegar a ella con una buena campaña.

Por último, la ley está mal enfocada. La discriminación no la vas a terminar persiguiéndola, la vas a terminar previniéndola, y eso se hace con educación, a través de los años, con un instituto contra la discriminación, planes anuales, con los ministerios en programas específicos, incentivos, ese espacio de generar una idea social, de educar a los niños en la diversidad, ahí recién vamos a terminar con la discriminación, y esto es en quizás 40 años más. Fíjate todo lo que se ha demorado EE.UU al respecto. Hay que hacer un trabajo de políticas públicas a través de una institución ejecutiva eficiente, con presupuesto y fuerza política.

Los casos procesados por la nueva ley han sido muy pocos. Hasta ahora no ha habido ninguna denuncia en que el agravante penal se haya usado, a pesar de que haya habido casos de violencia extrema. Siempre han existido estos casos, ahora salen más a la luz. Nosotros conversamos con el área de víctimas para dar asesoría en cuanto al agravante penal, pero no ha sido fácil. Cada caso tiene su razón de por qué el agravante penal sobre violencia ha quedado de lado, el mismo fiscal se frena al no acumular evidencia suficiente. Así con un caso en Chiloé, con Valesca que fue golpeada 7 días antes de que la ley fuera ratificada, o incluso con la transgénero golpeada en Valparaíso, no hay suficiente evidencia para demostrar que fue golpeada especialmente por ser transgénero, no hay testigos, no se sabe. En estos casos de violencia es complicado, pueden ser tantas cosas. No se puede llegar y suponer. Todavía no nos enfrentamos a un caso de barrida, y eso puede ser muy complicado.

A pesar de que el panorama no es del todo alentador para los homosexuales en Chile, Pablo Simonetti se muestra optimista a que los cambios culturales seguirán produciéndose, que la luz de la justicia iluminará los prejuicios arraigados en las personas, y que un Chile educado, tolerante y distinto será una realidad en un futuro cercano, y todos nosotros debemos trabajar para que así sea. Las verdaderas Revoluciones están tan arraigadas como el más oscuro prejuicio, pero éstos últimos son educables y evitables, las Revoluciones culturales son inevitables.  

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