Riesgos y oportunidades de los movimientos sociales en la elección presidencial

por LEON GUISKIN, Est. Sociología, U. de Chile.

Después del 2011 y 2012 marcados por la actuación de variados movimientos sociales, se hace necesario pensar en la elección presidencial 2013 como una oportunidad de avanzar hacia ciertas transformaciones exigidas por la ciudadanía, pero que no son procesadas por el sistema político vigente.

Chile es un país de contradicciones, hay un desfase entre el mundo social y el político. A diferencia de la mayoría de los países de América Latina, Chile sufrió una transición a la democracia puramente formal y procedimental, que no discutió las bases estructurales del modelo de desarrollo neoliberal impuesto y consolidado por la dictadura, transición que dejó fuera a sectores populares que no caben en la arriba mencionada “ciudadanía-que-exige-cambios”. Fue una transición más de continuidad que de ruptura. Esto genera una institucionalidad política ambigua (por no decir deforme), con una presidencia democrática y un parlamento que no lo es.

En el año 2013, tenemos buenos índices macroeconómicos, una de las mayores desigualdades del mundo, desconfianza y/o apatía y/o indiferencia hacia el mundo político (institucional) y el auge de movimientos sociales que luchan por hacer público lo que nunca debió dejar de serlo. Pero hay también datos que indican un excesivo individualismo, expresado en un 80% de personas que considera que para ser felices no necesita una buena sociedad, y de ahí en adelante viene el discurso iluso de la movilidad social por medio del esfuerzo y el consumo.

Lo cierto es que el cuadro es complejo, faltan elementos que le den estructura a un tejido social fuerte. ¿Qué pueden hacer los movimientos sociales? ¿Cuál puede ser su campo de acción? ¿Cómo un movimiento social logra realizar cambios políticos?

La elección presidencial de este año puede ser una buena oportunidad  para avanzar en cambios que apunten en la dirección contraria al neoliberalismo en que estamos inmersos. Ciertamente, los candidatos de derecha (incluyendo a Bachelet) no sirven a los intereses sociales, pero hay más candidatos menos conocidos, a los que ciertamente se les da menor o nulo espacio mediático, de los cuales me atrevo a mencionar a Marcel Claude (independiente con el apoyo del Partido Humanista) y Roxana Miranda (dirigente social perteneciente al joven Partido Igualdad).

Ambos están más cerca de los movimientos sociales que pujan por reformas que permitan recuperar bienes públicos, tener una democracia más representativa y reducir la desigualdad. Sus propuestas programáticas se corresponden con las de los movimientos sociales, mejor dicho, se nutren de éstos. Por tanto, en un eventual escenario de triunfo, estos gobiernos estarían en demanda de una constante fuerza social que los apoye, porque al monstruo que se enfrentarían es grande y fuerte.

Pero por más a la izquierda que suenen estas reformas, no son más que una serie de medidas que apuntan a una socialdemocracia conveniente para las capas medias; lo que conlleva los peligros de toda socialdemocracia: adormecimiento de los sectores que luchaban por transformaciones radicales junto con un capitalismo salvaje que continuaría su invariable desarrollo, pero con seguros sociales.

Lo que se requiere es que el movimiento social no se conforme con educación gratuita y de calidad, ni con pensiones dignas, ni con mayores impuestos a las grandes empresas, ni con la renacionalización de los recursos naturales, ni con producción de energía limpia, ni con matrimonio homosexual, ni con pastillas del día después, ni con aire sin olor a cerdos de Agrosuper.

Un gobierno que realmente apueste por transformar (y no reformar) este pequeño país, debe apuntar a cambios estructurales en el modelo de desarrollo que padecemos desde hace ya 40 años, a generar alianzas estratégicas con nuestros vecinos sudamericanos, en fin, a muchísimo más.

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2 comentarios

  1. Un estudiante de socilogia tambien debe saber de historia y esta nos enseña que los denominados movimientos de masas o sociales, como le dicen ahora inveitablemente terminan siendo cooptados y manipulados por pequeños grupos organizados que si tienen claro como se manejan los hilos del poder, como referencia puede verse el caso reciente de Egipto, para no entrar en polemica respecto a los movimentos estudiantiles que consiguieron entre sus grandes logros lo relacionado con el pase escolar y la garantia estatal al negocio de la educacion privada…sin comentarios…
    Marchar y gritar son entre desahogo y medida de presion, pero a la larga no es lo que construye la historia, la verdadera accion es mucho mas aburrida, menos glamorosa y evidentemente: de largo aliento. Significa elaborar propuestas (…que lata tener que preparar un documento, es mas entretenida una pancarta), someterla a discusión y competencia con otras propuestas (hay que recordar que en general las decisiones implican tener que optar, y legitimamente es posible que existan otros «movimientos sociales» con intereses que esten en conflicto, de hecho es lo mas probable).
    No recordar estas premisas básicas es pavimentar el camino al totalitarismo, así ha ocurrido siempre.

  2. El punto es que las soluciones de los movimientos sociales tampoco pueden descansar en algun tipo de régimen socialista que priorice la propiedad colectiva y el estatismo sofocante que ya se probó como un fracaso en el siglo pasado. Para ser viable la transformación del sistema hace falta un nuevo modelo político que se base en un cambio del paradigma y no en tratar de regresar a lo que ya no dio resultado y solo sobrevive actualmente en pequeños reductos autoritarios o totalitarios a la sombra de algún dictador nefasto. Aprendamos de los errores para no volver a repetirlos. Saludos!

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