Especial Yom Haatzmaut: Israel es un milagro que Dios nos concede como Su pueblo.

por NATAN WAINGORTIN, Est. Seminario Rabínico Marshall T. Meyer, Buenos Aires, Argentina.

 

El Estado de Israel marca un paso más hacia nuestro renacimiento y redención. La existencia de Medinat Israel es mucho más que un mero hecho de la historia; es un verdadero milagro, de esos milagros que Dios concede a Su pueblo.

Y como solemos decir, «Todo está ya dicho en la Torá», este milagro empieza a cumplir con una de las profecías más estremecedoras y emocionantes de nuestra tradición.

En el Tanaj (Ez.37) El profeta Iejezkel-Ezequiel está parado frente a un valle repleto de huesos, que son cadáveres de soldados judíos, que murieron en defensa de la patria. Entonces Dios le dice a Iejezkel: «Habla a los huesos secos, y diles que llegará el día en que Yo uniré hueso con hueso, les daré tendones y carne, los cubriré con piel… Y vivirán. Así van a saber que Yo soy Dios»

Cuando el profeta empezó a hablar, tuvo la visión de que se cumplía la profecía, completando la estructura de los cuerpos, pero seguían sin vida. Dios le dijo que llame a los cuatro vientos, y así con el movimiento van a adquirir el hálito vital. De pronto se levantó una voz de entre los huesos, que decía: «No se molesten intentando revivirnos… se secaron nuestros huesos, y se perdió nuestra esperanza…, Iavshú atzmoteinu, veavdá tikvateinu…».

Esta profecía se empieza a cumplir en 1948. ¡Es emocionante ver cómo luego de la destrucción de la Shoá pudimos ponernos de pie y levantar el Estado de Israel! los mismos cuerpos que sufrieron la barbarie humana, el mismo pueblo que anduvo en el exilio por veinte siglos, fueron entonces los que construyeron nuestra Mediná.

Estremecedor resulta ver el establecimiento del Estado de Israel, habiendo leído la profecía de Iejezkel. Los huesos secos perdieron lo último que se pierde: la esperanza.

La frase que dicen los huesos «avdá tikvateinu» es parte del himno de Israel. Y hoy, 2.500 años después, cuando cantamos con todo nuestro corazón el Hatikvá, les tenemos que contestar: OD LO AVDÁ TIKVATEINU, ¡Aún no se perdió nuestra esperanza!

¡Iom Haatzmaut Sameaj, Am Israel Jai!

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