Sionista y pro-palestino: ¿una contradicción?

por EDUARDO GUERRA, Est. Derecho, U. de Chile.

 

¿Se puede ser sionista y pro-palestino a la vez? ¿Existe una contraposición entre ambas posturas?

Si bien hay diversas corrientes y pensamientos bajo el alero del sionismo, es posible definirlo como un movimiento cuyo fin fue el establecer un hogar nacional judío en la tierra de Israel. El sionismo no es más que la manifestación del derecho a la autodeterminación del pueblo judío a través de la constitución de un estado soberano en su tierra ancestral. Tras siglos de persecución, discriminación y políticas antijudías en la diáspora, el judío comprendió la importancia de dirigir sus propios destinos y no depender nunca más de la voluntad de otros gobernantes o pueblos.

¿Es el sionismo aquel movimiento que defiende la autodeterminación del pueblo judío como un ideario excluyente, que evita que otros pueblos puedan ejercer el mismo derecho? La respuesta es no. El sionismo jamás puede ser entendido como una ideología que niega al resto de los pueblos la posibilidad de dirigir sus propios destinos. Numerosos líderes israelíes, tanto en el pasado como en la actualidad, han entendido esto, de hecho podemos decir que una parte considerable del espectro político israelí actual, y dicho sea de paso, sionista, así como la mayoría de la opinión pública israelí, cree que la solución de dos estados para dos pueblos es la opción viable para una salida pacífica al duradero y complejo conflicto árabe-israelí. Hasta el mismo Netanyahu, líder del Likud, partido que por años ha representado a la derecha israelí, a partir de su discurso en la Universidad de Bar-Ilan en el 2009, reconoció este principio, aceptando la idea de que tanto palestinos como judíos pueden ejercer sus derechos soberanos entre el Jordán y el Mediterráneo. La tierra donde el sionismo aspiró a constituir el estado Judío se convertiría en el hogar nacional no sólo del pueblo judío, sino también del pueblo palestino.

La definición de sionismo anteriormente expuesta no constituye una contradicción con el deseo de que el pueblo palestino pueda también autodeterminarse de manera soberana en un estado. ¿Y es que acaso el deseo de un estado palestino independiente, caracterizado por la libertad y prosperidad de sus habitantes, no es desear también el bienestar del pueblo palestino? ¿no es en definitiva y en esencia ser “pro-palestino”?

Pueden plantearse numerosas objeciones en torno a la idea de un estado palestino. Quizás las más razonables se fundamentan en la seguridad de Israel. Claramente nuestra posición como judíos en la diáspora no puede ser exigir de manera irreflexiva un estado palestino, menos aún si posiblemente no seremos nosotros ni nuestras familias las que enfrenten los peligros y problemas de seguridad que pudiese acarrear la concreción de este deseo.

Actualmente, considerando la presencia de un liderazgo palestino fragmentado y con movimientos como Hamas que continúan proclamando como ideal la destrucción de Israel e incitan al odio irracional contra el adversario, resulta difícil imaginar dos estados coexistiendo en paz y armonía. Pero lo relevante es no olvidar el principio, el tener la certeza que defender el sionismo y la legitimidad de Israel no es para nada sinónimo de ser anti-palestino.

En definitiva, quienes creen que la liberación nacional del pueblo judío puede convertirse en una excusa para oprimir y negar a otros pueblos un derecho tan básico como es la dignidad, la libertad y la autodeterminación, privan de toda legitimidad moral a las ideas con las cuales se defiende y cimienta la existencia del Estado de Israel.

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