Cuando el NO OLVIDAR no es suficiente.

por SIMON WEINSTEIN, Lic. en Sociología, U. de Chile. Pahil Hashomer Hatzair.

En la actualidad, existen múltiples narrativas en torno al Holocausto tanto en Israel como en la diáspora; museos, libros, películas, planes educativos, conmemoraciones, cursos, declaraciones, etc. Situándonos en el contexto local, llaman la atención los marcos colectivos que la Comunidad Judía en Chile ha generado en torno al Holocausto los últimos años, en especial ciertas características con que se ha tratado el acto central del Día del recuerdo del Holocausto (Iom HaShoah).

Este año, la narrativa planteada en los distintos discursos se centró en recordar a los seis millones de víctimas judías asesinadas por los nazis durante la II Guerra Mundial[1], siendo llamativa la ambientación general del acto: la réplica de la entrada de Auschwitz-Birkenau o las estrellas amarillas que fueron repartidas el año anterior, pretendiendo que cada asistente ingrese simbólicamente en el ya mencionado campo de exterminio y se vista como los judíos encerrados en los Ghettos. Justo antes de ingresar al salón donde se efectúa la ceremonia, los asistentes atravesaron un túnel de tela negra con cientos de imágenes de judíos agonizando en un estado físico muy cercano a la muerte.

Es difícil discernir si existe un modo ideal de narrar el Holocausto, y toda institución que asuma ese propósito debe responder varias y complejas preguntas, pero la Comunidad Judía de Chile ha elegido narrarlo evocando la vivencia directa de éste por el público. Aún asumiendo que es imposible acercarse aunque sea mínimamente a lo que vivieron los millones de judíos que pasaron por los campos de exterminio, vale preguntarse ¿cuál es el fin de conmemorar el Holocausto de este modo?, ¿qué es lo que se busca con ello?, ¿por qué se busca que las próximas generaciones se acerquen de aquella forma a ese período histórico?

¿Cómo transmitir memoria? Cada individuo percibe de manera diferente; lo que uno quiere representar siempre es interpretado desde la individualidad, por lo que tranquilamente pueden convivir múltiples interpretaciones respecto de los mismos eventos. La memoria colectiva es el proceso social de reconstrucción del pasado vivido y experimentado por un determinado grupo; por su parte, los marcos colectivos son los instrumentos usados por la memoria colectiva para reconstruir una imagen del pasado, la cual se acomoda en cada época con el pensamiento predominante por el grupo social en cuestión (Halbwachs, 1992).

De este modo, los marcos colectivos sirven para dar un sentido al grupo social, colectivizando una interpretación determinada del suceso histórico. Ahora, estos marcos colectivos contienen una narrativa particular que –al igual que en las prácticas educativas- corresponde con un tiempo, lugar y público determinado y contienen siempre un trasfondo ideológico y político (incluso aquellas que se auto-denominan como apolíticas).

¿Qué se esconde detrás de los marcos colectivos por los cuales se transmite el mensaje proveniente de los organizadores de este acto? Pareciera en primer lugar, que en la narrativa judía local se conjuga el no olvidar con la sola victimización de este grupo, dando como única lectura posible el recuerdo permanente del horror que sufrieron las víctimas.

Victor Frankl es uno de esos sobrevivientes. A partir de su experiencia desarrolló una reflexión sobre cómo el sentido que le daban los prisioneros a sus vidas, influyó en  su sobrevivencia. Dicho autor va más allá de sólo recordar el horror. Él construye un mensaje que trasciende su experiencia particular, y que aún sigue vigente. Esta narrativa del Holocausto nos conecta con el presente y lo convierte en una experiencia de la cual todos -judíos y no judíos- podemos aprender.

Por otra parte, pareciera que este discurso local, además de la victimización del pueblo judío,  aísla la experiencia del Holocausto de otras violaciones más recientes y cercanas a los Derechos Humanos. Las violaciones a las personas no acabaron luego de la brutal experiencia del Holocausto. Chile, durante  el período de la dictadura, es ejemplo de ello. En ese sentido, quisiera una narrativa que vinculara el Holocausto con los abusos vividos  por miles de chilenos y por otras comunidades que han sufrido en otros procesos históricos.

Es responsabilidad de todos avanzar hacia una memoria colectiva que trasciende el período histórico del Holocausto; pasemos del NO OLVIDAR al NUNCA MÁS.

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2 comentarios

  1. Excelente columna, estoy muy de acuerdo con todo lo que dices. El Holocausto tiene cientos de enfoques que pueden enriquecernos de muchas maneras a nosotros y a quienes lo estudien más adelante. Hay que evitar estancarse en el recurso agotado y completamente banalizado del horror.

  2. Concuerdo con Benjamin y concuerdo contigo Simon. Me parece que quedarse en la narrativa de «recordar el horror» e intentar que el asistente al acto se «identifique» casi que «a la fuerza» con ese horror, es tremendamente peligroso, cayendo incluso en poder ser considerado como una manipulacion sicologica.
    Aquellos que hemos estado vinculados a la educacion judia no formal, sabemos por experiencia, que durante muchos anios se utilizo estos modos de identificacion en peulot que abordan el tema de la shoa. Nosotros mismos sabemos que hoy en dia, tanto en Estados Unidos, Europa e Israel, la narrativa que se presenta en estas peulot/actividades de conmemoracion de la shoa es otra totalmente distinta. Una que habla presisamente de integrar la shoa al presente, poniendo menos acento en la identificacion forzosa con el horror, y mas enfasis en educar sobre valores intrinsecos como la tolerancia, que fueron pasados a llevar/olvidados durante la segunda guerra mundial. Asi como tambien enseniar que sus contrapuestos> el racismo, la judeofobia, y los credos fundamentalistas son presisamente lo que llevo a la Shoa. Creo que es mucho mas significativo, ya que perdura en el tiempo la educacion de estos valores, que el enfoque manipulativo de la sola identificacin con el horror.
    Gracias Simon!

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