De carnaval y sudor en Rio de Janeiro.
por NICO RIETHMÜLLER, Lic. En Sociología, U. de Chile. MA en Resolución de Conflictos y Mediación, U. de Tel Aviv. Director El Diario Judío. Pahil Federación de Estudiantes Judíos.
El calor es impresionante, al igual que la fruta y, los cuerpos, los ritmos y la alegría.
Los mangos son deliciosos y baratos, jugos de maracujá, y mi favorito, el açai, que parece ser como un helado morado de una fruta exótica, pero no tiene nada de grasa, es solo la fruta, aunque tiene mucha azúcar, pero es delicioso, y muy refrescante para este calor insoportable.
Con los días, mi look de ballenita blanca fue cambiando al de todo un mulato bronceado, con unos días de jaiva roja en la mitad. Para los blancos, el sol es realmente preocupante. El resto es caipirinhas en la playa, recorrer la costanera de Ipanema, Copacabana o Neblon, y recrear la vista por todas partes. Acá el común de la gente como que no tiene grasa en el cuerpo, el calor se las derrite.
Rio tiene un Jardín Botánico particularmente extenso, ubicado en un lindo barrio que lleva su nombre. El intenso calor hace que sea toda una experiencia, sin duda en invierno con neblina puede ser mucho más especial. Todo es verde, los cerros son bien impresionantes, con un look medio prehistórico pero bien verdes, hermosos, exóticos.
El centro histórico es bastante similar a los de otras megalópolis latinoamericanas. Llama la atención la Catedral Metropolitana, un edificio muy moderno, como un cono gigante, que parece más un gran container de agua q una iglesia. Sin duda, al Vaticano no le tiene que haber agradado mucho. Frente a este sacro edificio se extiende un enorme complejo de oficinas, clásico rascacielo, donde la catedral se ve media ridícula por lo chica, reflejándose en todos sus espejos. El complejo es del grupo económico Ventura y los arquitectos Tischman y Speyer, conocida constructora judía en Rio.
Paseando por las calles, todos ríen, todos bailan, se viene carnaval y se nota. En las esquinas hay gente tocando, y cuando el caminante pasa, no queda indiferente como pasaría en Santiago, sino que se toma sus minutos para ver, bailar, cantar, abrazar al de al lado, y luego, sigue su camino. Excelente.
Gloria en Santiago sería como estar en Providencia llegando a Bustamante, algo así, próximo al centro y a Lapa, un barrio bien bohemio pero asqueroso también. Bueno, la ciudad entera igual es bastante asquerosa y hedionda, Santiago en el continente es famosa por lavar sus calles.
Carnaval es IMPRESIONANTE. Parte un sábado y dura hasta el martes. De ahí se supone que el fin de semana siguiente se reanima de nuevo para despedirlo. Hasta el lunes nadie hace nada. El sábado es el inicio de cuatro días en que la ciudad entera está en la calle, todos tomando, el olor a macoña por todas partes, y todos como en una enorme fiesta de disfraces. Se ven más raros y únicos, onda de Gandhi, chavo del ocho, muchísimos hombres vestidos de mujer, quizás más de la mitad, algunos con sus novias vestidos de hombre y otros con sus amigos más amanerados. Es la fiesta del nada me importa, y los brasileros la viven mejor que nadie. Ves cualquier cosa en la calle y todos se ríen, todos celebran todo, cualquier gracia. Hay muchos travestis por la calle, o ya directamente personajes increíblemente delgados y amanerados haciendo shows, y la gente les canta “es una mulieeeer, es una mulieeer” y todos se ríen y siguen alegres y felices.
El carnaval en la calle se celebra a través de los “blocos”, que son puntos específicos en la ciudad donde va a formarse una concentración de gente alrededor de un grupo tocando samba para que la gente baile ebria y disfrazada a su alrededor. Lo entretenido, y en verdad es muy entretenido, es que en algún momento el grupo de músicos del bloco parte como caminando o trotando, tocando y todo el mundo va siguiéndolo detrás, uno va como desfilando con los músicos. Es buenísimo, se pasa increíble, como marchando en pasitos medio sambeados con la caipirinha en la mano, muerto de la risa, todo el mundo cantando. Y uno va a lo largo de los cuatro días, pillándolos en distintas partes de la ciudad.
De repente, en una concentración grande de gente caminando, por Ipanema el último día de carnaval, siento unos empujones hacia gente más distante, para un lado, para el otro. Toda una multitud de gente en la calle bailando y avanzando. De pronto, pasaron los empujones y apretones y todos se tocan los bolsillos y comienzan los gritos. Y entre los perjudicados por esta banda de mini ladrones rápidos que bajan de las favelas en grupos de 15 o 20, estaba yo, me habían sacado la cámara del bolsillo sin siquiera sentirlo, de un segundo para otro. Al principio, rogaba que la hubiera dejado en casa, no lo podía creer en que segundo había sido. Increíble igual que me vengan a robar en Rio, después de caminar por casi todas las capitales sudacas a altas horas de la noche. La delincuencia y desigualdad en Rio son escandalosas y ridículas.
Hay blocos como en Gloria más de gente mayor, familias, harta abuela, cual más ebria que la otra. Otros como en Lapa, el barrio bohemio, donde pasó una marcha de cualquier cosa, bien raros los personajes, y me uní nomás. Terminamos como bailando en un salón grande con los músicos, ahí como que me fui, era ya como mucha fiesta ciudadana. El libertinaje del carnaval se ve fuertemente, es una fiesta pagana. Otro bloco en Santa Teresa, un barrio muy bonito y residencial, lleno de jóvenes y turistas, y los músicos llenos de fuerza, mucha gente marchando y bailando detrás de unos músicos de samba muy africana, llegamos hasta una plaza enorme donde se reunió toda la gente, cada vez más, e hicieron un gran final, todo el mundo saltando con la música, no cabía nadie, la energía era increíble. El carnaval de las calles de Rio es lejos de los mejores carretes que he tenido en mi vida.
Rio seduce por muchas razones. Su ciudad es alegre, relajada, calurosa, sudorosa, llena de energía, sabrosa, infinitamente sensual, muy ligera de ropa. El sexo está en el aire, y también la simpatía, las sonrisas, el encanto y la seducción, que vienen volando junto la pobreza, el analfabetismo y la desigualdad. Aun así, el carnaval de Rio es una fe las fiestas ciudadanas más alegres del mundo.