¿Qué dice tu apellido? Abuso hijo de Poder.

por ARIEL SIGAL, Lic. en Sociología, U. de Buenos Aires. Maestrando Procesos de Integración Regional, U. de Buenos Aires. Maestrando en Ciencias Judías -Schechter Institute Jerusalem. Seminarista Rabínico Latinoamericano.

 

Es conocido aquél relato en el restaurante, en el que tres amigos intentan repartirse un pollo. Como resulta de mal repartir, acuerdan hacerlo según el apellido. “- A Zapata le daremos la pata. A Zabala el ala. A Angulo…”. Y Angulo dijo: “- Yo tomaré otra cosa, en verdad prefiero un plato vegetariano”.

En el Shabbat pasado terminábamos de leer Parashat Hameraglim, esa porción de la Toráh que se convirtió en una pústula de la tradición de Israel. Sencillamente habla de doce enviados de las tribus de Israel que van a latur (hacer turismo) a la tierra de Canaán para conquistarla. Para acelerar el relato de esta historia y considerando la proporcionalidad del escándalo, hablemos sólo de los diez que deploraron la visita con el enunciado: “es una tierra que devora a sus habitantes (Bamidbar 13:32)”.

Bajo el famoso método hermenéutico de los Sabios Talmudicos “Kri Ujtiv” (el escrito permite una lectura alternativa) encuentran que los espías no fueron a Veiajpru “explorar” sino Vejafrú “avergonzar”. Rabí Jia bar Aba aprovecha la cercanía de las palabras para explicar que los jefes de tribus no se orientaron sino a traer la vergüenza a la tierra (Sota 34.)

El comentarista Rashbam, nieto del famoso Rashi, dice que frente a tamaño desastre popular, uno de los dos espías -que no había traído habladurías- simplemente los calló con su sabiduría: “Caleb hizo callar al pueblo ante Moisés, y dijo: —Subamos a conquistar esa tierra” (Bamidbar 13:3). Nadie habló de subir o bajar, aunque bajo esta perspectiva, el relato nos invita a ver contendientes que buscan subir y otros bajar.

Tal vez sea insignificante, pero el texto sugiere que podemos identificar rápidamente los bandos. Por parte de los diez, Setur Ben Mijael o en su traducción, “el que ha desmentido –las palabras de Dios- hijo del que lo ha convertido en débil” o Najbí Ben Vafsí en su traducción, “el que ocultó hijo del que salteó”. Shafat Ben Jorí, “el que juzga hijo del que es libre”, Paltí ben Rafú “el que ahorra hijo del que fue curado”. Shamúa ben Zajúr, “el que escucha hijo del que recuerda”. En palabras de Levinas, en su libro Cuatro lecturas Talmúdicas:, ¡Feliz amnesia para todos! Esos mismos, ellos, son los que están proponiendo descender.

Taanit 29 resalta que la exclamación de Dios fue: en ese día derramaron lágrimas gratuitas, por ello el día será recordado (trágicamente) por las generaciones –destrucciones de los Templos, expulsión de judíos de países, persecuciones y exterminios-. Si a la historia le faltaba algún componente, Midrash Eijá Rabá 1, nos dice que el Mashiaj –la salvación- nació junto con la destrucción.

En verdad, la única tierra prometida es la que es permitida. Claro está, sacralizar la tierra o mejor dicho, ascender, es construir en ella una sociedad justa. Hay lágrimas que pueden carecer de sentido. Hay exilios de la propia injusticia. Hay descensos sustentados en la monstruosidad. Hay acusaciones de la miseria intrínseca. Hay reclamos de la miope esclavitud.

Para dejarlo más claro, ¿tendremos a alguien que se llame abuso hijo de poder? O ¿enriquecimiento hijo de ilícito? ¿Conocemos alguien bajo el nombre de discriminación hijo de xenofobia?  A propósito, unámonos rápido a tres amigos: Encarnación, Oropeza y Zamor… Están trabajando en designios nobles para ascender a lo prometido, digo, lo permitido: Educación, pobreza y amor.

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