Y vivieron felices para siempre

por NICOLE GROSSMAN, Est. Medicina, U. del Desarrollo – Clínica Alemana.

 

Cuántas veces nos encontramos intentando hacer de nuestras vidas un clásico cuento de hadas: qué el príncipe azul llegue galopando en su caballo blanco, bese a la doncella y le prometa amor eterno. Qué falacia más grande. Sí creo en el amor, pero no creo que se construya en base a historias de Disney. Si bien es importante su toque de fantasía, esto se torna complicado y tortuoso si cada vez que 2 personas salen juntas, nuestra sociedad, y más aún nuestra comunidad, ya las califica como algo más que simplemente dos amigos charlando de la vida. De esta forma, muchas veces los jóvenes se sienten cohibidos y prefieren no exponerse, dejando la oportunidad de poder conocer, quizás, al amor de su vida.

Quizás todo esto sería más fácil si durante los primeros años de vida, los niños tuvieran la oportunidad de trabajar tanto la inteligencia emocional como la intelectual, y en vez de pasar gran parte de la adolescencia pensando en qué quieren estudiar, se generarán espacios de observación y creación, pasando más tiempo en introspección, pudiendo llegar a conocerse y sabiendo realmente quiénes son.

¿Cómo saber qué o a quién escoger si no nos conocemos y no sabemos qué queremos? Si sientes cierta admiración por la melodía que se forma entre dos acordes musicales, por qué no darte la oportunidad de reproducirlas tú mismo en un piano? ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Que no te guste?

Si un estudiante dedica meses exclusivamente a preparar su examen de grado, ¿por qué no pasar ese mismo tiempo conociéndose? ¿Sería muy loco enfocarse 6 meses solo en uno mismo? Mientras más nos conocemos, sabemos mejor qué nos hace bien o mal. Quizás disminuiría la tasa de divorcios, el hombre podría escoger mejor a su pareja. No olvidemos que esto es tan solo el potencial, ya que no todo depende de lo que hagamos, sino que hay una cuota de ayuda divina.

¿Has pensado alguna vez que si cada uno estuviera más preocupado de auto mirarse, seguramente no tendríamos tiempo de mirar al resto? El ojo juzgador probablemente disminuiría y todos seríamos más felices.

No te asustes, no corras, camina, juega y date el tiempo de descubrir: de encontrarte y desencantarte, y por sobre todo, no temas equivocarte, ya que es parte de, y tú serás quien serás gracias a tu bagaje de experiencias personales.

Nadie dijo que vivir la vida iba a ser fácil, pero qué desgracia sería ser tan solo un mero observador en vez de ser el actor principal de tu vida.

Porque ser feliz no es un momento, sino una actitud. Vive hoy.

 

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