La ética o el oro

por DANIEL ESPINOZA, Est. Ingeniería Comercial, U. de Chile.

 

La palabra “desigualdad” es un término que en el último tiempo ha provocado mucho ruido en Chile. Todo el revuelo generado por la dificultad en el acceso a una educación de calidad, el acceso a un fondo de pensiones que no lucre con las condiciones económicas de sus afiliados, y casos de corrupción en organismos sociales y gubernamentales, han hecho patentes los beneficios y perjuicios que hay en nuestro país producto de la desigualdad económica, cultural y, por supuesto, social. Existen sectores dominados por otros aún en nuestros tiempos, pero ¿desde hace cuántos años se viene dando este fenómeno de subyugación y aprovechamiento social?

El libro “Dios o el Oro de las Indias” del teólogo Gustavo Gutiérrez (1990) explica cómo los españoles se aprovecharon de los indígenas durante la conquista y colonialismo de América, tomando su oro, sus mujeres, matándolos y esclavizándolos. Todo esto producto de sus condiciones culturales supuestamente inferiores. La misión primigenia era evangelizarlos, pero la ambición de la corona española manipuló de algún modo ese propósito.

Traducido a nuestros tiempos, vemos cómo existe la intención de producir beneficios sociales con el fin de generar desarrollo a nivel país y mejorar la calidad de vida de las personas. Sin embargo, el lucro (entiéndase como beneficio personal no necesariamente económico) enceguece a los actores involucrados y acaban perjudicando a la sociedad en vez de beneficiarla. Es una comparación quizás exagerada, pero si se interpretan y correlacionan los contextos socioculturales y temporales de ambas situaciones, podemos ver que existe una rivalidad entre el rol ético-social y el beneficio personal.

En el libro citado se menciona a Bartolomé De Las Casas, un fraile dominico que defendió y protegió a los indígenas y sus derechos durante la conquista; creía en su derecho a la vida y a la evangelización pacífica. Personajes importantes de la época creían que esta postura iba en contra de los ideales de la Corona española, y repudiaban las reflexiones del fraile. Sin embargo, Las Casas perseveró con sus ideales y luchó lo que más que pudo para respetar los derechos de los indígenas.

¿Podría hoy en día existir un Bartolomé de Las Casas que por lo menos haga notar los derechos sociales que se han perdido, de manera efectiva? Existiendo tantas adversidades, sí. No tiene que ser una persona, un defensor de los derechos humanos, un dirigente estudiantil, un líder religioso, un candidato a presidente o Tony Stark. Tiene que ser la sociedad completa. Las clases cuyos derechos se ven vulnerados junto con todos los que lo reconocen. Y no hago referencia a manifestaciones sociales, marchas, huelgas o protestas públicas, sino que a la creación de una cultura social derivable en acción social.

Abramos los ojos ante las OPORTUNIDADES DESIGUALES que existen en Chile, al igual que en el resto del mundo (y a lo largo de la historia, heredadas y legitimadas en el tiempo), y que se ven acentuadas con la jerarquía estática que hay dentro de las sociedades. Un sector sometido fue privado de oportunidades y recursos, por lo que siempre estará sometido. Lo mismo ocurre con la clase que somete, que la mayoría de las veces utiliza los recursos de la clase sometida para mantenerse en lo alto.

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