Entrevistas de Paz en ciudadanos de Israel

recopilado por SIMON WEINSTEIN, Lic. en Sociología, U. de Chile. Pahil Hashomer Hatzair.

El 2010, tres Javerim de Hashomer Hatzair Argentina que participaron del programa de Shnat Hajshara comenzaron un proyecto llamado “Cuál es tu paz”, el cual consistió en hacer entrevistas de opinión a distintos actores de la sociedad israelí. Durante el proceso, pudieron ahondar en las distintas sensibilidades que caracterizan a distintos sectores; entendiendo que en un conflicto tan complejo como éste, son múltiples las opiniones que generan sus distintas aristas.

Este proyecto representa una innovadora forma de comprender el conflicto Palestino-Israelí desde un enfoque quizás no tan académico o político, sino más desde la gente común.

1) Taxista árabe israelí.

¿Cómo te afecta el conflicto diariamente? Lo principal es lo monetario, cuando hay conflicto, hay menos turismo, a veces cierran los caminos o me paran para revisarme, así que manejar un taxi se vuelve menos rentable y mucho más complicado. Desde lo económico, a nadie le conviene el conflicto, excepto a algunos pocos…

¿Tienes miedo que te pase algo? Muy poco… a veces uno se siente un poco intranquilo, y claro que la atmósfera no es la más amigable cuando las cosas se complican. Pero por mi familia sí, por la que vive acá y más aún por la que se fue en la guerra a los territorios ocupados.

¿Cuál crees que es la solución? ¿La solución? Dos estados para dos pueblos. Está claro que todos juntos no podemos vivir, y que nadie se va a ir de acá. Así que si, creo que así tiene que ser.

¿Y los árabes israelíes, como tú? ¿Si se forma un estado Palestino, irías a vivir en él? No, no me iría. Acá tengo mi casa, acá tengo a mi familia, mis hijos se criaron acá… este es mi lugar. Yo sé que Israel no nos quiere acá, pero bueno, somos ciudadanos, acá nacimos y acá nos vamos a quedar, porque es nuestra tierra.

2) Vendedor, local de artesanías, barrio armenio. 

¿Cómo te influye el conflicto en tu vida diaria? No me influye tanto en el día a día. Nosotros, los armenios, vivimos desde hace 17 siglos en Jerusalén, y vimos pasar a los árabes, los cruzados, etc, y ahora están los judíos. Siempre cambia el que manda, pero venga quien venga, nosotros vivimos y estamos tranquilos.

Es decir que el conflicto no te afecta. No, en realidad no, aunque queremos la paz. Yo vivo, también, del turismo, y mientras más conflicto hay, menos gente viene acá. Así que también es verdad, la paz es lo que me permite llevarle la comida a mis hijos a casa. Y de nuestra comunidad, en los últimos años se fueron 2.000 personas del país.

¿Por qué se fueron? Por el conflicto. Por la televisión dicen que en unos meses va a haber guerra de nuevo, y aunque nosotros quedamos al margen de eso, la gente se va, busca paz. Nosotros queremos la paz, el hombre busca la paz por naturaleza, queremos que nuestros hijos puedan estudiar tranquilos. No tienen porque pelearse, porque dispararse.

¿Piensan en irse? No, queremos paz, pero no queremos irnos. Esta es nuestra tierra desde hace 17 siglos, y queremos quedarnos en ella. No, no nos vamos a ir.

¿Cómo sería tu «paz ideal»? La verdad que no sé como sería, pero por darte un ejemplo, mi tía vive en Australia, y allá vive gente de muchos pueblos distintos, chinos, judíos, árabes, gente local, etc, y todos se sientan a comer juntos en la misma mesa, juegan, compran, y no se pelean, son felices también cuando el otro está al lado de ellos. En cambio acá tenemos solamente dos pueblos, y se matan entre ellos. En Australia, hay decenas y se llevan bien, en Estados Unidos también, en casi todo el mundo también. ¿Cual es la diferencia que hay entre los dos lugares?

¿Cómo crees que es el camino para llegar a la paz? Creo que tienen que sentarse a hablar los dos bandos, estando dispuestos a escuchar al otro. No sé cuál sería precisamente el arreglo en cuanto a territorios, pero tienen que entender también lo que dice el otro. Yo vivo acá, no me gusta ver a la gente triste, quiero ver caras felices.

3) Mijael, miembro de la yeshiva en el asentamiento religioso de Gush Etzion.

Entre Belén y Jerusalem vive este israelí de 27 años, casado con dos hijos, en un asentamiento rodeado por barrios árabes. Sus papas hicieron aliá en los años ’70 desde Argentina. Vivió un tiempo en Rehovot hasta que se mudó a Gush Etzion.

¿Cómo influye el conflicto en tu vida diaria? Primero hay que analizar profundamente si existe o no un conflicto. Yo me siento en mi casa, siento una conexión en la mente y en el alma con esta tierra; el día que no me sienta seguro de que esta es mi casa, ahí tendré un conflicto. Quizás para unos lo hay y para otros no. Yo no siento miedo de ataques terroristas o de que me tiren piedras por la calle, es más, creo que estoy más seguro y tranquilo que la gente que vive en Brasil o Argentina. Quizás, a veces tenemos ciertas precauciones cuando vamos a un lugar determinado donde hay muchos árabes, pero no es algo cotidiano. Además, tengo mucho más contacto con los árabes que cuando vivía en Rehovot y coexisto con ellos en el día a día. Te doy un ejemplo: Idi, es un árabe que trabaja en la Ieshiva en la parte de limpieza, y yo lo veo día a día y es una gran persona con la cual tengo una relación estrecha.

¿Crees que los árabes tienen miedo? No, en absoluto. A veces, son sitiados en ciertas fechas por razones de seguridad, y se enojan con nosotros, pero no tienen miedo. Es más, creo que algunos están contentos de que los judíos estemos acá, porque en la gran mayoría de los países árabes estarían en una situación económica muchísimo peor, y acá tienen trabajo seguro.

¿Crees que hay una solución? ¿Cual? Es una pregunta muy profunda, pero voy a intentar contestarla. Para mí esta es mi tierra, la siento tan mía como a mis hijos, y nadie puede venir y decirme que mis hijos no son míos. Es importante que las 2 partes dejen de pensar que quiere cada uno y empiece a pensar por qué lo quiere. Yo no tengo problema de tener visitantes en mi casa, pero con mis reglas. Es decir, no estoy a favor de entregar tierras, porque nadie en el mundo entrega su casa, pero estoy dispuesto a hacer un estado judío con los árabes adentro.

4) 1 Israelí y 1 Palestino de  Forum le Mishpajot, organización de familiares de victimas del conflicto que perdieron alguien por el terrorismo palestino o en manos del ejército israelí, en Holon. El palestino tuvo que pasar varios checkpoints para llegar a esta entrevista.

¿Qué es lo que los une? Israelí: Lamentablemente nos unió la desgracia. Por ejemplo, en mi caso, mi hija de 12 años se murió cuando volvía del colegio y un terrorista palestino se inmoló en el autobús. En ese momento, decidí que la mejor justicia que me podían dar era que no vuelvan a pasar cosas tan terribles como éstas, y me uní a esta institución. Palestino: Mi caso también es bastante triste. Mi hermano volvía del trabajo en un taxi y un soldado israelí le disparó. Por eso también decidí unirme a esta organización, no puede ser que cosas como éstas sigan pasando.

¿Cuáles son los objetivos de la organización? P: El principal objetivo es que las 2 partes se conozcan. Creemos que la base del conflicto está en el poco contacto humano que hay entre palestinos e israelíes. Y así, con el paso de los años, la gente forma preconceptos y ya, desde chiquito, se lo educa a odiar al otro.

¿Qué hacen para cumplirlo? I: Damos charlas en colegios e instituciones educativas dentro de Israel y juntamos familias enteras en actividades recreativas o charlas para que se conozcan a fondo. En este momento somos 500 familias, mitad palestinas, mitad israelíes.

¿En territorio palestino (Gaza y Cisjordania) no hacen estas actividades? P: La verdad es que es más difícil, especialmente en Gaza, no están tan dispuestos a aceptar estas charlas en los colegios, pero a pesar de eso, con mucho trabajo pudimos conseguir que muchas instituciones nos abran las puertas, especialmente en Cisjordania.

¿Cuál creen que es la solución al conflicto? I: No tenemos una posición política formada como organización. Nuestra misión es que las 2 partes se conozcan y trabajamos para eso, no nos cambia si se entregan tierras, lo que pase con los refugiados o si hay 2 estados para 2 pueblos. Cualquier solución que la población palestina e israelí estén de acuerdo, y traiga la paz, nosotros vamos a estar de acuerdo.

5) 1 Israelí y 1 Palestino, miembros de Jaialim le Shalom, organización de excombatientes de ambas partes que dejaron las armas para juntar a los pueblos en conflicto, conocerse y llegar a una solución.

A: Yo nací en los territorios, en una familia numerosa, pero que, por suerte, poseía tierras. Me crié ahí, en un ambiente que, aunque estaba caldeado por el conflicto árabe israelí, no fue tan distinto al de otros. Pero cuando era joven, el ejército israelí expropió las tierras de mi familia para crear una base militar en los territorios. En ese momento, mi forma de pensar cambió complemente, para ser reemplazada por un gran odio hacia Israel. De a poco, empecé a acercarme a las fracciones extremistas que actúan en los territorios, hasta que terminé participando como miembro activo de Al Fatah. Después de unos años de militancia, se decidió que iba a realizar un atentado suicida en Israel. Pero cuando llegué al lugar, con la bomba lista, el ejército me descubrió, y me condenaron a 8 años de prisión. En la cárcel, las condiciones eran muy malas, y decidimos hacer una huelga de hambre. Una de las noches de la huelga, hablé con un guardia israelí, cosa muy extraña en una cárcel de ese tipo. Al final terminamos tomando un café, y charlando muy amistosamente. Al día siguiente, hubo visitas, y vi que el guardia trataba mejor a los presos que las otras veces que lo había visto. En ese momento me di cuenta que la gente podía cambiar, que las cosas podían cambiar.
Después, tuve un cambio total, me dejaron libre un tiempo antes por buena conducta, y nos juntamos para fundar Jaialim le Shalom (combatientes por la paz).

I: Yo nací en Israel, mis padres fueron Olim (inmigrantes a Israel). Mi casa siempre fue muy política: se discutía siempre todo, y yo me imbuí de eso durante mi niñez. A los 18 años, como todo chico a esa edad, tuve que hacer el servicio militar. Unos años después, fui convocado a la operación militar que tuvo lugar en Gaza, en el año 2008. Mi función era vigilar la frontera, en un paso militar. Un día, una niña se acercó, y le tuvimos que decir que se alejase. En ese momento, vi en los ojos de la nena nada más que odio hacia nosotros. Cuando terminó la operación, volví a Israel, y empecé a estudiar árabe con el objetivo de poder acercarme a esa población. Durante un tiempo, después, fui a vivir a un poblado árabe, haciendo trabajo voluntario, y me sentí realmente conectado con la gente allá, y muy contento de poder hacer algo para poder resolver el conflicto. Un tiempo después, me convocaron para el ejército nuevamente, y me vi en la situación de tener que decidir si ir o no ir. Opté por rechazar la orden, y entregar mi renuncia al comandante. Fue una decisión muy difícil, acá no estar en el ejército es un gran estigma social. Poco después me uní a Jaialim le Shalom, para poder colaborar en algo para acercar a Medio Oriente a la paz.

¿Cómo creen que es el camino para llegar a la paz? A: Creemos que es necesario un acercamiento entre los dos pueblos, no solo entre los gobiernos, sino entre la gente, que hablen entre ellos, que sepan lo que el otro quiera, y por qué. Porque unos dicen que las tierras son de ellos, porque los otros dicen lo mismo, que se entiendan, que vean a los otros como personas con deseos, ideas, ideologías. Una vez hecho eso, ya la derecha no va a gobernar en Israel, ni los movimientos extremistas en Palestina, porque la gente ya no va a tenerse miedo. Y con eso, ya está construida la base, no va a importar si entregar tal o cual territorio, porque ambos van a saber que vale la pena entregar algo para tener, a cambio, la paz.

¿Cómo la gente los ve? ¿Respetan su trabajo o los creen traidores? I: No, para nada, traidores no. Aunque no comparten lo que pienso, mis amigos y mi familia sienten que hago algo positivo por la paz, que es algo que también ellos quieren. Aunque a veces hay cierta resistencia de la gente (especialmente por haber desertado del ejército) se supera cuando explico qué es lo que hago. Pero no, la gente no rechaza mi trabajo. A: En mi caso, pasa lo mismo. Obviamente que ya no tengo contacto directo con la gente de Al Fatah (que, de todos modos, están más moderados) pero la gente con la que vivo, en los territorios, no rechaza mi trabajo, sino que lo siente como algo bueno para que podamos vivir en paz, al fin y al cabo, el pueblo palestino no está en contra de la existencia de Israel, quieren convivir en paz, pero tener lo que es suyo y les corresponde. Es eso nada más, y mi gente sabe que estoy aportando a ese fin de una manera distinta a la que conocen, pero positiva.

6) Dov Avital, Director del kibutz Metzer, al norte de Israel, entre Hadera y Haifa. Tuvimos una actividad sobre la coexistencia con los árabes y después una charla muy interesante con el director (55), uruguayo-israelí conocido antes como Eduardo Wachtel, radicado en Israel desde 1975. Llegó en un grupo organizado (un garín) del movimiento juvenil sionista de izquierda Hashomer Hatzair al Kibutz Lehavot Haviva. Hace 21 años que vive en el Kibutz. Dov está casado y tiene tres hijos de 24, 22 y 18 años.

El kibutz se hizo famoso por sus relaciones con Meiser, un poblado árabe que supera ampliamente la cantidad de judíos que viven en el kibutz. Desde su fundación el 8 de Septiembre de 1953, por miembros del movimiento juvenil Hashomer Hatzair, el kibutz mantuvo excelentes relaciones con los árabes: comparten un pozo de agua, se juntan a tomar mate y charlar, se visitan mutuamente. La relación llego a ser tan buena que en 1973, en la guerra de Yom Kipur, cuando los pobladores del kibutz tuvieron que ir a la guerra, los árabes sorprendieron a todos ofreciéndose a trabajar la tierra, reemplazando a los judíos del kibutz, y de esta manera, evitar la pérdida de las cosechas.

En Noviembre del 2002, un terrorista palestino, en respuesta a los árabes «traidores» de Meiser, se introdujo en el kibutz y en un atentado mató a 5 personas, incluyendo a una madre y sus 2 hijas.

¿Cómo influyó eso en las relaciones entre Metzer y sus vecinos árabes israelíes? Hay un diálogo muy normal para nosotros, único en el mundo quizás, pero que seguro es único en Medio Oriente, entre israelíes y palestinos. Hay todo tipo de proyectos conjuntos. Lo que Metzer mantiene, que no es nada trivial, es el contacto entre judíos israelíes, árabes israelíes y palestinos, como personas, como seres humanos a nivel de igualdad, discutiendo temas locales. Intentamos cooperar a nivel local. Suelo decir que lamentablemente es visto como un gran logro que haya gente que no quiere ni matarse ni robarle la tierra al otro. La atmósfera general no es buena, especialmente con los palestinos, para proyectos conjuntos.

¿La paz cada día está más lejos? Sin duda. Pero aquí tengo que ser preciso y creo que nadie que me conozca puede tener la sorpresa de que yo estoy a favor de este gobierno o de cualquier otro gobierno de Israel en los últimos años. Pero tengo que decirlo: una enorme parte de la responsabilidad del deterioro de las relaciones la tienen los palestinos. No quiero repartir porcentajes, pero si tuviera que hacerlo, diría que más que Israel. Y no solamente Hamás, lo cual es fácil ver, sino la propia Autoridad Palestina, donde no hay una declaración clara que dice «sí, vamos a hacer un acuerdo de paz para que haya un Estado que represente los intereses nacionales judíos y un estado que represente los intereses nacionales palestinos». No lo dice. Netanyahu está más cerca de decirlo que Abu Mazen. Netanyahu lo dijo de una manera distinta, pero se puede traducir lo que dice también de esa manera, pero la dirigencia palestina no lo dice.Y desde el momento que no lo dice, es un serio problema. Los proyectos de cooperación entre nosotros y nuestros vecinos palestinos están congelados por decisión de la Autoridad Nacional Palestina de no hacer ningún proceso de normalización mientras Netanyahu esté en su tesitura. Tratamos de explicar qué tiene eso con los pobres tipos que están tratando de mejorar la calidad de vida de su pueblo, de su sanidad, de su nivel de ingresos… pero es una cuestión de macropolítica.

¿Y ustedes están empeñados a mostrar las dos partes que pueden ser diferentes? Claro que sí. Ahora, con la creación de la ciudad de Harish en nuestra zona, la lucha contra la expropiación de tierras fue de judíos y árabes juntos, de nuestro kibutz Metzer y las aldeas árabes vecinas sin ningún tipo de problemas, aunque tengamos distintas realidades. Es asombroso y lamentable al mismo tiempo que relaciones normales entre judíos y árabes tengan que ser extraordinarias, vistas como tales. Pero para nosotros es una realidad. Vivimos como seres humanos. Así es con Meiser, con Umm el-Kattaf y todos nuestros vecinos. Y tenemos una clara obstinación a demostrar que no estamos condenados a matarnos ni a pelearnos y podemos discutir nuestros problemas y encontrar términos medios entre nosotros. Y podemos pelearnos y abrazarnos. Como gente. Como debe ser.

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