Pocos auténticos y muchos decadentes

por SEBASTIAN LIBEDINSKY, Est. Ingeniería Civil, U. de Chile.

Es increíble la cantidad de ideas, prejuicios y visiones de mundo que heredamos de nuestra familia, amigos y sociedad. De los 40 alumnos de mi curso en el colegio, 33 eran derechistas y 7 éramos «comunistas». Sorpresa, sorpresa, todos y cada uno de los padres de los 33 alumnos de derecha eran derechistas y de los 7 «comunistas» eran de izquierda. Recuerdo las apasionadas discusiones políticas que se generaban entre algunos de nosotros, cada uno firmemente convencido que sus ideas habían sido cuidadosamente analizadas y que bajo su propio entendimiento y voluntad mantenía sus opiniones. La realidad es que lo único que hacíamos era repetir las opiniones que habíamos escuchado de la boca de nuestros padres.

En la universidad, sin embargo, ya me sentía el ser más crítico, pensante y reflexivo del barrio. Ya no pensaba como mis padres. Hablábamos de la calidad de la educación, de la estafa del sistema binominal y de los vacíos en el gobierno de Bachelet. Por el mismo motivo, me costó años entender que, a pesar de ser más crítico y sofisticado que en el colegio, en el fondo seguía siendo el mismo niño que repite el discurso de la autoridad, sin haberlo elegido él mismo. La única diferencia es que ahora la autoridad no eran mis padres. Su puesto fue ocupado por los profesores que más admiraba, por mis amigos, y en mi caso por la comunidad científica y su filosofía.

No podría haber descubierto esto en mí, de no ser porque llevo cerca de un año y medio en la yeshiva de Aish HaTorah en Jerusalén estudiando Torah. La sociedad judía ortodoxa con la que he convivido este tiempo es un mundo completamente distinto al cual me crié. Otra forma de vida, otra visión de la realidad. El objetivo máximo del ser humano es acercarse a Di-s. Y el principal método para hacer esto, es la búsqueda de la sabiduría y el perfeccionamiento de nuestras características personales. El máximo eslabón en el desarrollo del ser humano es el talmid jajam, literalmente, «el estudiante sabio». Incluso el mayor sabio sigue siempre siendo un estudiante persiguiendo el conocimiento verdadero.

Cuando en una sociedad el más admirado es el sabio en vez del que tiene el mejor auto o el que tiene la mujer más hermosa, la vida se vive de manera distinta de raíz. Entrando en contacto con una cosmovisión tan distinta a la mía, descubrí hasta qué punto gran parte de las creencias que tomaba como «verdades» sagradas que cualquier ser pensante debería considerar como absolutas, eran más que nada prejuicios y nociones heredadas de mi entorno, de mis autoridades pasadas. Una persona que nace y muere en el mundo occidental (también se aplica lo mismo a una persona nacida en un ambiente religioso), sin nunca cuestionar de forma honesta sus fundamentos, sus nociones morales, para qué estamos en este mundo y si hay algún sentido en todo esto. Nace y muere esclavo de su sociedad.

Si alguna vez queremos dejar de ser los niños que repiten el discurso de los padres, si queremos algún día llegar a ser los adultos, tenemos que buscar en nuestro interior hasta encontrarnos y estar dispuestos a ir contra todo el mundo si es necesario. O puedes seguir siendo un “auténtico” decadente.

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4 comentarios

  1. ¿Y no serían las enseñanzas del libro sagrado, cuyo objetivo es acercarse a d´s como tu mencionaste, otra forma de autoridad? Quizás la diferencia estriba en que, mediante un «cuestionamiento profundo» uno escoge esas enseñanzas, mientras que las otros creencias fueron impuestos. Claro que si ese fuese el caso, se podría argumentar lo mismo en torno a las demás creencias antes mencionadas: «yo escogí ser de izquierda y no fui determinado por mis padres». La diferencia, entre una u otra, podría ser la radicalidad del cuestionamiento, ¿qué opinas? Saludos.

    1. estoy de acuerdo Felipe. lo que intente expresar es justamente la necesidad de este cuestionamiento profundo y la tremenda dificultad de llevarlo a cabo. Pero, siguiendo tu punto, creo que la diferencia es más que sólo la radicalidad del cuestionamiento. Pienso que es más difícil aún es un cuestionamiento real y honesto de un asunto que implica un cambio en la forma de vivir nuestras vidas. En asuntos teóricos o políticos es más fácil ser un revolucionario. Pero reconocer que hemos vivido de una forma incorrecta requiere otro nivel de coraje.

  2. Buen articulo.

    Para bien o para mal estamos condicionados y limitados por nuestra experiencia. Y cada cual encuentra su camino para cerrarse o abrirse. Probablemente ninguno de los dos es facil y muchas veces no somos consistentes. Pero generalmente a mayor experiencia mayor es la apertura aunque no lo queramos reconocer. Quizas la mejor forma de cerrarse es volverse repetitivo o quizas como dices un «autentico decadente»

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