Violencia naturalizada en Chile
por DANIELA MANUSCHEVICH, Lic. en Biología. Est. PhD (c) en Políticas Ambientales, U. Estado de Nueva York.
Se dice que el golpe era inevitable. Se dice que era necesario. Se dice que muchos lo esperaban, e incluso lo pedían. Se dice que era el caos o él. Se dice que eran los unos contra los otros. Se dice que el golpe era inevitable.
A 40 años de perder la humanidad, como nación, me pregunto ¿era inevitable? ¿Era necesaria la violencia? ¿Era natural, lógico, irrenunciable, poner cables eléctricos en genitales de compatriotas? ¿Era realmente, inevitable?
Me niego a pensar que es inevitable usar la violencia para anteponer tus ideas, me niego a pensar que la única forma de convivir es matando a los que no piensa como tú. Si el golpe en Chile fue inevitable, también lo son todas las guerras del mundo, todos los holocaustos, y todas las guerras étnicas. Para mí no lo es. Ninguna lo es.
A 40 años del Golpe de Estado, el aniversario en que Chile perdió su humanidad, la violencia en nuestro país está allí, más natural, más inevitable que nunca.
El walmapu ¿Es inevitable allanar casas? ¿Es inevitable que los niños Mapuche vivan aterrorizados? ¿Es inevitable no darle justicia a los Mapuche? ¿Realmente no hay otra forma?
Las manifestaciones. ¿Es inevitable que, incluso cuando familiares conmemoran la muerte de sus familias, les quiten sus carteles, los gaseen, y les peguen? ¿Es inevitable que los carabineros estén allí en cada manifestación, con guanacos, cucas, caballos, cascos, lumas, formados, equipados y listos? ¿Tenemos que repetir los episodios más penosos de nuestra historia una y otra y otra y otra vez? ¿Es inevitable pegarles a los estudiantes? ¿Y a los profesores y a los dirigentes, y a los trabajadores?
Lo inevitable pareciera ser una patología. La patología de naturalizar la violencia, buscarla como primera opción y no como última. De faltarnos el respeto los unos a los otros, para así terminar como esposo borracho que le pega a su mujer diciendo “no me quedó otra, ella se lo buscó”.
La violencia es evitable solo si dejamos de in-visibilizarla. Salgamos de la patología colectiva, sacudámonos los 40 años, acusemos la violencia, resistámosla, evitémosla, expulsémosla de nuestra vida, de la vida cívica de nuestros países, de nuestra forma de convivir. Hagamos de la violencia algo evitable.