Madurando políticamente

por ANDRES ABELIUK, Ingeniero Civil, U. de Chile.

 

Es cada vez más común ver a variados personajes de la política cambiando de opinión sobre temas en los que, en el pasado, habían sido completamente intransigentes. Sin entrar en casos particulares, muchos de éstos pueden seguir estrategias groseras e inconsecuentes con el solo fin de beneficiarse a sí mismos. Por el contrario, cuando el cambio no ocurre de la noche a la mañana, sino que surge como producto de una larga reflexión y desarrollo de una idea, no tiene nada de inconsecuente. Esta transformación se vuelve un sinónimo de madurez y crecimiento.

Con gran convicción de que lograr esto es posible, me llaman la atención los comentarios denostadores que apelan principalmente a la inconsecuencia de estos cambios en los personajes públicos, cuando varían de alguna manera su forma de pensar. A pesar de la desconfianza natural que esto pudiese causar, me altera el hecho que sea mal visto adoptar una nueva posición, como si uno estuviera encajonado de por vida en un mismo dogma.

Hago el análogo con la ciencia, donde es de lo más común que evidencias empíricas o nuevos resultados refuten hipótesis o teorías establecidas. No veo como en lo personal eso pueda ser distinto, ya que cada día obtenemos nuevas experiencias, leemos y comprendemos nuevas ideas, nos encontramos con nuevas personas y opiniones. Dejando de lado nuestra inherente irracionalidad, este conocimiento, aunque sea contradictorio con nuestras preconcepciones, siendo abiertos de mente y no obstinados, podría llevar a agitar nuestros cimientos y adquirir un nuevo sentido.

“El que nunca cambia de opinión, nunca corrige sus errores, nunca será más sabio mañana de lo que lo es hoy”, Tryon Edwards.

Nadar en contra de la corriente nunca es fácil, pero genuinos ejemplos como empezar a apoyar el aborto, la legalización de la marihuana, el matrimonio civil entre homosexuales y su adopción de hijos, sacar a Dios de la política, permitir la eutanasia, o simplemente cambiar de pensamiento político, son actos dignos de admiración y es el camino hacia la búsqueda de la verdad interna y la sinceridad con uno mismo.

Parecer inconsecuente hacia el exterior es lo más consecuente que uno puede ser consigo mismo.

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Un comentario

  1. Concuerdo plenamente con la idea principal, pero el penúltimo párrafo me parece inadecuado. En él se plantea que ciertos cambios de opinión son «dignos de admiración» y son «el camino hacia la búsqueda de la verdad interna y la sinceridad con uno mismo». Sin embargo, creo que, por ejemplo, pasar de apoyar el aborto a rechazarlo es tan digno de admiración como el cambio opuesto, siempre y cuando lo que motiva el cambio sea la reflexión e introspección. Lo fundamental es la capacidad de reconocer los errores lógicos en la argumentación que nos lleva a adoptar una posición determinada.

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