¿Cuánto vale la vida de un sirio?

por EZEQUIEL SPORN, Lic. En Administración, U. de Buenos Aires.

 

A pesar de que días después fue desmentida, la noticia de Marwan, el niño de 4 años y refugiado sirio que había cruzado solo el desierto hasta llegar a Jordania, puso de manifiesto nuevamente la crisis que se vive en Siria y sus nefastas consecuencias.

Para septiembre de 2013, el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) contabilizó una suma que supera los dos millones de personas que han escapado de Siria, motivados por la guerra civil iniciada el 2011.

En adición a ello, nos recuerda que unos 4,25 millones de personas están desplazadas por el interior del país a consecuencia de los enfrentamientos en las principales ciudades. En conjunto, son más de 6 millones de civiles quienes de una manera u otra están siendo afectados por este conflicto que no ve su fin, ni siquiera alguna voluntad de resolverlo.

Sin duda alguna, Siria se ha convertido en la tragedia de este siglo, una calamidad humanitaria que no tiene demasiados antecedentes en las últimas décadas. Es claro que el problema de los refugiados y desplazados no se resolverá hasta que la guerra sea resuelta. Lidiar con refugiados será complejo, pero poner fin a una guerra lo será aún más.

Finalizar un conflicto violento de estas características entre dos partes requiere alguna de estas opciones: Opción #1. La incursión de fuerzas armadas externas que participen de los combates y fuercen a las partes que intervienen del conflicto parar con los enfrentamientos.

Esto tiene varios aspectos a considerar. Es costoso, las guerras de Irak y Afganistán le costaron a los Estados Unidos 6 trillones de dólares o el equivalente a USD 20.000 por habitante. Es legal y moralmente cuestionable, ¿con qué argumento se invade un país soberano? ¿Se estará preparado para las repercusiones de los potenciales malos comportamientos de los soldados? Es tácticamente dificultoso, ¿quién es el enemigo? ¿Sólo el régimen de Assad? ¿Y Los rebeldes? ¿Cuáles de los cientos de grupos que están participando? Nada de esto se ve con precisión. Además, no siempre es efectivo, como en el caso de Vietnam. Y también, es políticamente riesgoso, ¿quién tomará la decisión?

Opción #2. Satisfacer las demandas de las personas que participan del conflicto de manera que prefieran dejar de lado su beligerancia y vuelvan a adoptar la política y el diálogo como camino al mutuo entendimiento.

¿Por qué las naciones del mundo no han manifestado suficiente interés en Siria como para intervenir en el conflicto? La comunidad internacional no se ha mostrado muy entusiasmada en tomar riesgos con intervenir en el conflicto. Por su parte, la ONU tampoco apelará a ello, pues las potencias siguen estando en desacuerdo y apoyando bandos contrarios.

La única opción viable es la implementación de un Proceso de Paz. Uno que ayude a entender y responder por qué están peleando quienes pelean y qué los haría dejar de asesinarse.

El nivel de violencia actual es muy alto. Son por lo menos 150.000 muertos en 3 años, aunque podríamos sospechar que la cifra es mucho mayor. Lo más triste, no hay señales de que esto fuera a mejorar. La urgencia por resolver el conflicto es muy alta, dado las condiciones humanitarias que lo rodean. ¿Por qué el mundo permanece silente ante tal escenario? Si las conversaciones de paz por Siria se rompen o no avanzan… ¿alguien lo nota? ¿Alguien notó que ya han fracasado?

Sin embargo, los defensores de los Derechos Humanos pareciera que están demasiado ocupados en otros asuntos. La vida de un sirio no vale lo suficiente para llamar su atención, o las instituciones están demasiado ideologizadas políticamente para ir en contra del gobierno de Asad, de Rusia y de China. Vergüenza es solo el sentimiento inicial.

Es posible que Siria no sea un tema de conversación al interior de nuestras comunidades. Sin embargo, como judíos, con lamentables experiencias en este tipo de situaciones, debemos expresarnos y hablar fuerte para pedir por una solución. Como latinos, con fuertes bases de multiculturalismo y una nutrida historia de convivencia entre diversos pueblos y religiones, debemos expresarnos en conjunto y hablar aún más fuerte. Tal vez, si logramos hacerlo, nuestras palabras cobren relevancia y no tengan más remedio que escucharnos. Y actuar.

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Un comentario

  1. Wena. Estamos harto cansados ya de los que apuntan sus dedos hacia Israel y se hacen los ciegos frente a tragedias terribles que ocurren en el planeta.

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