Birobidzhan: El Estado Judío de la Rusia stalinista

por JOSE HES, Lic. en Historia, U. de Chile.

 

Escribo estas líneas desde el tren Transiberiano yendo desde oriente hacia Europa, cruzando bosques de Taiga que, durante estos días (comienzo de la primavera) en el “far east” ruso, están secos debido a la nieve y hielo que lentamente se empiezan a derretir gracias a la “calidez” de la primavera siberiana (-4° a -15°C).

Pocos quizás han escuchado hablar de Birobidzhan;  del “Proyecto Birobidzhan”; o la “Sion de Stalin”. A 8351km de Moscú se encuentra Birobidzhan, la capital del Oblast Autónomo Judío, o a 174km de Khabarovsk, una de las ciudades más importante del “lejano oriente” ruso. Hace casi 80 años, en pleno desarrollo y consolidación de la URSS y bajo el mando de Stalin, nació este proyecto “alternativo” al Sionismo que estaba próximo a establecer el Estado de Israel. Con la idea de entregar un territorio dentro de la URSS a cada una de las naciones que la habitaban, Stalin decidió crear una Región Autónoma para los judíos. Las alternativas eran Crimea o el lejano oriente, optando por la segunda, para que los judíos estén lo más lejos posible en uno de los territorios más difíciles para el asentamiento humano.

En su momento, llegaron a vivir aproximadamente 30.000 judíos en Birobidzhan, y muchos llegaron desde distintas partes del mundo: Alemania, USA, Argentina, Palestina, etc. Crearon hospitales, teatros, colegios, periódicos y, por su puesto, una sinagoga. Pero una vez creado el Estado de Israel, y ante las políticas represivas de la policía de la URSS, muchos decidieron emigrar.

Viajando 2 horas en el transiberiano desde Khabarovsk, llegas a la estación de Birobidzhan-1. Lo primero que te encuentras al bajar del tren es el nombre de la ciudad escrita en ruso (cirílico) y en yidish, y al salir hay una Menorah de unos 10m de alto. Si caminas por la calle principal hacia el centro de la ciudad, aparecerán diferentes estatuas de personas que por estereotipo son judíos: un violinista, otro tocando acordeón e incluso el Shofar, la estatua en honor a los primeros pobladores: un hombre y su mujer en una carreta tirada por una mula. Llegando a la peatonal de la ciudad hay una magnifica estatua de Shalom Aleijem cuya obra más conocida sirvió de base para la creación del “Violinista en el Tejado”.

La poca información turística que se encuentra en las calles está escrita en ruso, yidish e inglés, así como los nombres de las principales calles, como ulitsa Lenina (Av. Lenin) también se pueden leer en yidish. El supermercado principal también tiene en su logo escrito en yidish.

¿Pero hay judíos actualmente en la ciudad de solo 80.000 habitantes? Fui a la sinagoga. Al entrar, me encuentro con un señor, de tendencia jasídica, que solo hablaba ruso, a quien le trato de explicar de dónde vengo, quién soy y qué me gustaría hablar con alguien para que me cuente acerca de Birobidzhan. Para que entendiera que era judío, dentro de la sinagoga le empecé a nombrar e indicar los distintos elementos: Sidur, Torah, Talmud, Aaron HaKodesh, Shofar, etc… le dije mi nombre en hebreo y algo –creo- entendió. Me respondió que a las 14:00 vendría el rabino y él hablaba anglyiski (inglés).

Entra Eli, un rabino de la corriente de Chabad,  a quien no le pregunte la edad, pero mayor de 35 años no era. Me hace la primera pregunta: ¿Has estado en una sinagoga antes? Sí, soy judío, vengo de Chile. Por lo que sé, mis 8 bisabuelos fueron judíos, la mitad de ellos viene de Odessa y Kiev. Su rostro cambió. Me hizo tomar asiento y comenzamos una charla muy amena donde me contó cómo se vive el judaísmo actual en Birobidzhan.

De los 80.000 habitantes, unos 1.000 son judíos o descendientes de los antiguos judíos, practicantes casi ninguno… hace 6 meses que no hay miniam en la sinagoga, a lo que a modo de broma le dije que tuviera 9 hijos… Me contaba que muchas veces, las personas usan el Maguen David en el auto o colgando en el cuello sin ser judíos, solo por identificación al lugar, y que pese a no existir ningún restaurante de comida kosher, muchos ofrecen comida judía y la decoración es judía también (la comida kosher la tiene que traer desde Moscú), como el restaurante de comida china que fui donde estaba lleno de símbolos judíos como Maguen David, Menorah, etc. Una escena un poco bizarra, pero entretenida a la vez.

Me contaba que existía un jardín infantil judío y que en las escuelas se enseña un poco de judaísmo y que los colegios aún conservan la simbología judía dentro de las salas de clases. Que el gobierno local siempre asumía compromisos para mantener las tradiciones judías dentro de la ciudad y la provincia. Por ejemplo, el escudo de la provincia es de fondo verde y un león en el medio, un claro símbolo del Judaísmo, y que también se usaba antiguamente la Menorah que todavía se puede ver en cada reja que decora los jardines de los pocos parques de la ciudad.

¿Antisemitismo? Casi nada, uno que otro borracho a veces le grita cosas en la calle, pero él responde que en Birobidzhan no se podía tener esa actitud contra los judíos, a lo que el borracho inmediatamente ofrecía las disculpas del caso.

Una de las cosas que más me llamó la atención fue la nomenclatura que usaba para referirse a la Provincia, que él llamaba El Estado Judío. Muy cuestionable por lo demás, pero no deja de ocultar cierto orgullo a la vida en Birobidzhan.

Los días en Birobidzhan son una mezcla de sentimientos muy extraños… estás en el “otro Estado Judío”, pero sin el sentido de pertenencia, y donde el frío es visceralmente opuesto al calor de Tel Aviv, el Neguev y Jerusalem. Donde no encuentras judíos, solo símbolos, letras, tradiciones y la esperanza del rabino de que algún día lleguen más judíos a Birobidzhan y así volver a leer la Torá.

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