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El debate que ningún judío quiere tener

por GIANFRANCO RAGLIANTI, Abogado, U. de Chile.

 

El movimiento ortodoxo ha vivido un auge indiscutido en los últimos años, y en algunos aspectos, esto ha traído polarizaciones y cismas internos dentro de la comunidad que antes no existían.

Muchas discusiones religiosas sobre temas aparentemente superficiales esconden como subtexto un resentimiento desde las corrientes modernas del judaísmo hacia la ortodoxia. Si ese resentimiento tiene origen en conductas puntuales de ortodoxos que miran en menos a las demás personas, o cometen determinadas faltas éticas, no viene al caso porque acciones de individuos particulares no sirven para evaluar la razonabilidad de un sistema.

El principal tabú de la comunidad judía en Chile no es el sexo, no es la muerte, ni siquiera es el dinero… el principal tabú es ponerse a hablar abiertamente de quiénes son judíos.

Según la ortodoxia, yo probablemente sea un mal judío. Pese a haber tenido acceso a la información bajo la cual debería asumir que lo que dice la Torá es cierto, no cumplo ninguna mitzvah bein adam lamakom, con excepción de no comer cerdo ni mariscos, pero eso no me hace ser kasher, y en realidad lo hago porque, en la prohibición de comer cerdo, la kashrut coincide con mis aprehensiones con el trato que reciben los chanchos en las granjas industriales. Respecto a las bein adam lejaveró, aunque trato de ser una buena persona, no estoy ni cerca de cumplir con todas las especificaciones que estas reglas tienen.

Sin embargo, según la ortodoxia, yo estoy “condenado” al judaísmo. Aunque si miro hacia atrás en mi árbol genealógico, el primer hombre judío que me antecede es mi bisabuelo materno, como mi abuela es judía y mi mamá es judía, yo soy judío. Insisto, pese a que mi papá y mis dos abuelos son goyim y que muchas veces haya tenido ganas de no ser judío.

Por otro lado, Moisés David Levy Cohen puede ir todos los viernes a una sinagoga y después celebrar shabat en su casa; no comer cerdo, mariscos ni mezclar carne con leche; estudiar Torá; dar tzedak y ponerse tefilin todos los días, y por culpa de su abuelo materno (don Abraham Cohen, que tuvo un hijo con una mujer a la que convirtió bajo las reglas de los conservadores), no ser considerado como judío según la ortodoxia. No es que sea un buen judío o un mal judío. Simplemente no es considerado judío (para la ortodoxia).

¿Injusto? No según mi concepción de injusticia… Yo me considero hincha de la Universidad de Chile, voy al estadio, veo todos los partidos de visita desde mi casa, y tengo todas las camisetas desde el 90. Además, cumplo con muchas obligaciones que se le exigen solo a los hinchas, como pagar una tarifa determinada para mantener al equipo. Pero hay una falange de los de Abajo, que dice que hay un libro escrito por los fundadores, donde se establece quiénes son considerados hinchas del club. Entre ellos están: todos los hijos de hinchas (aunque alienten a otro equipo, igual este grupo los va a considerar bullas) y también, los que decidan incorporarse.

Ahora bien, eso no es todo. Según este grupo reducido de hinchas, el fundador del equipo les contó en secreto y solo a algunos, el procedimiento específico para incorporarse a la hinchada, tradición que se ha ido traspasando de generación en generación por solo unos pocos, pues existen otros que ya no creen en eso y han flexibilizado las reglas. Esos otros van desde algunos que dicen que el libro es verídico y hay que respetarlo, pero que los secretos que lo complementan son un invento posterior, hasta otros que creen que el amor por el equipo va por dentro y que cada uno lo puede vivir a su manera.

Como sea, para esta falange más extrema no bastaría con ver todos los partidos, tener todas las camisetas, etc., sino que además, hay que pasar por un ritual específico, que es parte de lo que se transmitió oralmente. ¿Es injusto que ellos no me consideren hincha por no haber pasado por este ritual, si el no ser considerado hincha no me trae ninguna consecuencia (es decir, no me restringe la entrada al estadio, no me impide ver los partidos, igual soy bien recibido si me interesa alentar al equipo, etc.)?

Si yo no creo en lo que dice este libro y/o desconfío aún más de lo que plantea ese secreto transmitido oralmente de generación en generación, me debería dar exactamente lo mismo. ¿Y qué pasa si es que yo en alguna medida, creo que lo que dice ese libro es verdad? Habría que revisar cuál es el destino según ese libro (y el secreto transmitido oralmente) para los que no son considerados hinchas.

Y la respuesta es genial: no tienen que cumplir con prácticamente ninguna obligación que sí tienen los hinchas. Es decir, no tienen que pagar cuotas para mantener al club, no están obligados a tener todas las camisetas, no están obligados a seguir los partidos por televisión… con suerte, lo único que tendrían que hacer es pagar su entrada si quieren ir al estadio. Sentido común.

Si existen hinchas más fanáticos que miran en menos a los que no pasaron por este ritual, o a los que se pierden algunos partidos, es problema de ellos y son unos inconsecuentes: una de las principales reglas del libro es no hacer sentir mal ni a otros hinchas, ni a quienes alientan al club sin serlo.

Pero, una vez más, lo que hagan algunos hinchas imbéciles, no debiese servir como fundamento para criticar el que determinado grupo de hinchas elija cómo vivir su fanatismo y a quiénes quiere considerar como sus pares, y mucho menos debiese hacer sentir mal a los que no son considerados hinchas por ellos.

Que los primeros no hagan sentir mal a los que no consideran hinchas, y que los segundos no les pidan a los primeros que cambien la forma en que deciden a quién estiman como tal. No hay que ensuciar la pasión que todos –cualquiera- puede sentir por el fútbol. “La pelota no se mancha…”. No manchen el judaísmo.

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3 comentarios

  1. Gianfranco: Me parecio muy bueno tu articulo, el ejemplo es más que acertado y creo que tu punto es muy «tranquilizador» para mucho…sin embargo hay algo que me deja un poco dudoso…
    Por más que, segun creo haber entendido, todos podemos estar tranquilos con nuestra situacion, hay algo que sea llama «verdad» y me gusta pensar que voy en busqueda de ella…la verdad por definicion es solo una, y al final del día, cada uno puede sentir lo que quiera, pero de repente aparecen situaciones en las que lamentablemente la verdad es descubierta o tiene una influencia definitiva…¿que hacemos con eso?
    te lo pongo asi….tengo un amigo cristiano, evangelico, que no tiene ninguna raiz judía, con suerte conoce mas judios que yo y claramente no cumple con ninguna «mitzva». Sin embargo, él se define a si mismo como judio, cree que es igual de buen judio que yo y que simplemente tenemos una diferencia de opiniones en cuanto al mesias…entonces, él, es judio?
    Me parece muy interesante lo que planteas, y me gustaria profundizar en esto, no lo escribo de mala forma, pero creo que es interesante abrir este diagolo….espero tu respuesta

  2. Estimado, mil disculpas, no había leído esto.
    Yo diría que él no es judío, tú dirías que él no es judío y probablemente todos (menos él) dirían que él no es judío.
    El punto de mi columna era, justamente, ver a quién le importan las cosas que se digan. A él, claramente le da lo mismo la opinión del judaísmo, incluso en sus versiones más liberales (para qué hablar de los conservadores). A la vez, nosotros claramente no creemos en sus fuentes, entonces nos da lo mismo lo que piense. No hay espacio para la discusión.
    En lo personal, no sé si porque soy demasiado pragmático, me da lo mismo que él diga que es judío. Ahora bien, eso no significa que también crea que existe una verdad.
    Si hablo con él, le preguntaría bajo qué premisa él dice ser judío y trataría de refutarla. Pero antes de que tenga algún sentido discutir o molestarse, importa saber dónde está parado y evaluar si hay espacio para el diálogo o no.
    Si no, es tan inconducente como discutir con alguien que dice que el cielo es verde.
    Si es que no estamos de acuerdo en asignarle a cada percepción visual de las distintas longitudes de onda de la luz los mismos nombres, no tiene sentido discutir respecto al color del cielo, ni de nada y son otras las discusiones que habría que tener antes…

    Saludos,

  3. Estimado, siguiendo con su razonamiento ¿que pasaría si aquellos hinchas que no creen en el secreto oral y el procedimiento deciden a su vez considerar también a esa falange no hinchas, falsos hinchas? y además, como en realidad ocurre con esa pequeña hinchada que dice tener el secreto del verdadero hincha, deciden hacer presiones para que no entren en el estadio y no se les permita vestir la camiseta, es evidente que no hay injusticia, lo que hay es intolerancia, que es diferente.

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