La reevolución judía

por AKIVA ABRAHAM, Est. Lic. Historia, U. de Concepción. Jazan Comunidad Israelita de Concepción. Activista B’nei HaDarom.

 

Tres experiencias particulares viví en Israel este verano.

En Tel Aviv, en una sala de hotel, tuvimos una charla con una persona que ostentaba el título más extraño que he escuchado. Era un rabino… laico… (yo también quedé confundido) ¿Qué es eso? Una persona que sabe mucho de judaísmo y que enseña certificadamente (es decir, un rabino) pero aborda todas las temáticas y ceremonias excluyendo a D’s (es decir, laico). Era una persona genial, su enseñanza era auténticamente judía y sus opiniones derrochaban la tolerancia que carecen aquellos que se apropian de la verdad. ¿Quién puede decir que no es rabino o que «eso ya está fuera del judaísmo»?

La segunda fue la que vivimos mi polola y yo en el Kotel, un Rosh Jodesh, rezando junto a las Nashot HaKotel (Las Mujeres del Muro), que van cada Rosh Jodesh allí (al lado de las mujeres) y rezan Shajarit. La fecha es importante ya que el nuevo mes comienza con luna nueva, y la luna siempre ha sido un símbolo femenino, además que la tradición le otorga una participación especial a la mujer en esta fiesta. Ellas visten talit y usan sus tefilin, pero no siempre lo pudieron hacer. Aún no pueden ingresar con un rollo de Tora y leer como corresponde, pero siguen incesantes con su causa igualitaria.Mientras rezábamos (mi polola en el lado de las mujeres y yo afuera separado, como los demás hombres, por una valla) recibíamos insultos y gritos e incluso acusaciones de «Jilul HaShem» (profanación del nombre de D’s). Lo único que había allí eran mujeres que querían rezar y expresarse religiosamente. Estoy seguro que D’s sentía vergüenza de aquella intolerancia injustificada.

La última experiencia fue en Hanatón, kibutz del movimiento masortí, donde escuché el testimonio de un hombre que me impactó profundamente. Ya no recuerdo su nombre, pero sí su presentación: un estudiante rabínico, reformista, homosexual, con tres hijos negros adoptados, y uno de ellos autista. Vivía en Hanatón porque, tras pasar años buscando aceptación y huyendo de la discriminación, encontró allí un pequeño refugio.

El judaísmo debería proyectar que desde nuestra tradición es posible contribuir a una sociedad más justa. Al lado de nuestros ritos y tradiciones, debe erguirse marcadamente nuestra vocación social. Parashat Kedoshim ya nos lo dice: junto a exigencias rituales, como no mezclar lana con lino, la Tora exige también el respeto y el cuidado de los desprotegidos, los pobres, las viudas y los prosélitos, y nos encomienda amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

Numerosos desafíos debemos enfrentar y solucionar. El judaísmo en su definición es amplísimo y en ella cabe un laico tanto como el más ortodoxo de los ortodoxos.Aceptar y no rechazar, debería ser el lema. El rechazo hacia las Mujeres del Muro es una situación vergonzosa. En nuestras sociedades, la mujer tiene un rol transversal a cualquier profesión o cargo. Es una necesidad social que, dentro del judaísmo, las mujeres tengan la posibilidad de participar plenamente de los ritos religiosos. Ya no podemos dejarlas detrás de la mejitzá leyendo Tehilim ¡Que lean de la Torá, que se pongan tefilin, que oficien de rabinas! ¿Cuál es el problema?Debemos incluir a los excluidos y ser un ejemplo en la sociedad en la que vivimos. Gays, lesbianas, personas con capacidades distintas, etc., todos deben ser integrados en nuestras comunidades para enseñar a nuestras sociedades la inclusión y el respeto por los diferentes.

Podremos crecer y aportarnos a nosotros mismos y a la sociedad cuando dejemos de decir «tú no eres judío», «no naciste de madre judía», «no eres shomer Shabat», «no respetas la Kashrut»; sino cuando comencemos a decir «tú y yo compartimos valores trascendentales, ambos hemos decidido por nuestro judaísmo y ambos somos parte de esta comunidad. Eres tan judío como yo».

El judaísmo debe ser la guía y el reflejo de una sociedad justa, que es en definitiva la mejor definición de la Época Mesiánica. Debemos contribuir a mejorar el mundo, mejorándonos a nosotros mismos y a nuestras sociedades. Las sinagogas tienen que dejar de ser nichos de clasismo y arribismo para recuperar su rol educativo y espiritual. Hoy, cuando la religión está en crisis, debemos comenzar nuestra reevolución.

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3 comentarios

  1. Tienes toda la razon! basta de intolerancias! que las mujeres puedan usar tefilin libremente y leer la Tora! y que los hobres se embaracen y amamanten a sus hijos con sus pechos! y que les hagan tambien el brit mila a las mujeres! ¿por que no?…
    ahhh, mmm parece que no todo siempre se puede…quizas por el hecho que D´s nos creo distintos, y en vez de buscar las cosas que me faltan en el otro lado, deberia aprender a abrazar mi rol en la vida y entenderlo mejor…osea…si es que creo todavia en D´s…no se que diria ese «rabino» laico al respecto…quizas el si haria brit mila a una mujer…
    Por ultimo, te dejo una pregunta….si todos somos iguales y no importa si tu mama es judia o si eres shomer shabat…los «Jews for jesus» y los evangelicos tambien son conciderados judios segun tu??? donde marcamos la diferencia??
    creo que es un poco inmaduro hablar de igualdad y de verguenza de D´s cuando ni siquiera nos ponemos de su lado y tratamos de entender que piensa El cuando hace las cosas…

    1. Yo no digo que lo sepa…puede ser que realmente no sea asi…pero lo unico que digo es que el argumento del articulo parece ser basado netamente en un capricho feminista…
      A lo que me refiero cuando hablo de «ponerse de Su lado» es ver lo que tenemos en frente nuestro…el hombre y la mujer son distintos por naturaleza…es algo que no se puede negar…de la misma forma como no se puede hacer brit mila a una niña…quizas si nos dedicamos a ver eso y entender por qué D´s nos hizo distintos en vez de criticarlo…seria mejor…

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