Iquitos, paraíso tropical en la Amazonia peruana

por JAVIERA HITES, Est. Hotelería y Turismo, Culinary.

 

Al noreste del Perú, al medio de la Amazonía peruana, se encuentra Iquitos, ideal para escapar del frío de la sierra cusqueña. Desde el pequeño aeropuerto internacional, invade el viento húmedo y caliente de la selva tropical. Había llegado a la ciudad más grande del mundo sin acceso por vía terrestre.

Los transportistas nativos te ofrecen trasladarte a la ciudad, 6km a toda velocidad en su mototaxi, ya que nadie anda en auto y las reglas del tránsito son escasas. Llegué al Green Track Hostel, e inmediatamente notas el carácter cosmopolita de la ciudad. Su fecha exacta de fundación es un misterio, pero es considerada una de las urbes más importantes del Perú debido a la europeización que contribuyó en su desarrollo económico y social. Aún así, la conexión a internet es prácticamente improbable.

Tomé un mototaxi para dar una vuelta por la ciudad. Pasamos por el Malecón Tarapacá, nos metimos entre callecitas angostas y avenidas, la plaza de armas en el centro,  la avenida comercial Próspero, etc. Vi una que otra discoteque llena, harta gente en las calles, y otros lugares más oscuros y poco transitados que daban miedo. Terminé en uno de los restaurantes más caro de Iquitos, el Amazon Bistro, donde te pasaban la carta en tablets, un extraño contraste en una ciudad donde con suerte funciona el internet, y conocí a un inglés que con unos amigos iban a hacer un viaje guiado con ayahuasca, muy popular entre los turistas, con chamanes verdaderos y no los típicos chantas que solo buscan sacarte plata. Finalmente, el agradable clima terminó obligándome a dormir con el ventilador prendido en una mezcla de calor y humedad insoportable.

A la reserva natural Tapiche Ohara, de 1540 hectáreas, se accede después de un recorrido de 8 horas, 404 km por el río, pasando por áreas remotas y lejos de los centros turísticos, navegando el Amazonas, el río Utayali y el Tapiche. Se hacen excursiones por el bosque nativo, evitando abrir nuevos caminos ya que eso espanta la vida salvaje, observando animales savajes y aves que se mantienen siempre en libertad. Muchos científicos, fotógrafos y amantes de la naturaleza visitan la selva para la observación de plantas medicinales, frutas nativas, orquídeas en proceso de florecimiento, y plantas usadas especialmente por comunidades indígenas. La selva es un paisaje tan hermoso y asombroso, que al salir te sientes bruscamente desorientado, pensando que no podría haber nada igualable a esa experiencia.

El barrio de Belén, conocido como la Venecia Amazónica, es un símbolo de Iquitos, y el asentamiento originario prehispánico, que sigue en pie hasta el día de hoy, está compuesto por palafitos, y las balsas son los vehículos de sus habitantes. Es una comunidad flotante con colegios, postas, bares e incluso una iglesia. Durante la época lluviosa, los canales y ríos se inundan y hay casas que flotan pero se mantienen amarradas a pilares clavados en el fondo del río, como también hay otras que simplemente están construidas sobre balsas móviles. Las casas van cambiando su posición, dejándose llevar por las altas y bajas del río. Esto ha adquirido valor turístico e incluso se ofrece quedarse una noche en estas casas con los nativos y compartir con ellos, pero no existen precios formales y es una zona de mucha pobreza.

Otro gran atractivo de este barrio es el Mercado de Belén, simplemente fantástico, un gigante al aire libre, de pasillos bien angostos y siempre muy transitado, lleno de gente todo el tiempo. Compuesto por cientos de puestos donde se venden frutas y verduras, pescados como la Doncella, el Dorado, el Sábalo o el Paiche, todos acompañado casi siempre de distintas especies de bananas y arroz, o comida típica como el gusano “Suri” que se come frito o a la parrilla, caracoles, especias, plantas, brebajes, extractos de distintos orígenes, raíces e inciensos con propiedades medicinales, piedras con aromas para quemarse ocupadas en rituales indígenas, y cuanto te puedas imaginar y más. En otros mercados, incluso comercializan huevos de la tortuga charapa y carne de manatí, ambos animales nobles y de reproducción lenta en peligro de vías de extinción y cazados brutalmente, protegidos por organizaciones no gubernamentales de su único depredador:  el hombre.

También está la famosa casa de fierro diseñada por Eiffel, en la Plaza de Armas, traída a América en 2 partes de forma prefabricada en 1890 durante la fiebre del caucho. Era una casa tremenda y una de sus partes se perdió para siempre, dañada por el clima y vendida en partes. Tuvo bastantes usos: fábrica de dulces, mansión y centro comercial, entre otros.

Hay algo mágico en este rincón del mundo que hace que todo aquel que viene quede encantado con esta extravagante e inusual ciudad, con sus mujeres hermosas que se roban el corazón de los turistas, y con el cariño de los charapas que se ganaron para siempre un lugar en el mío.

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Un comentario

  1. Genial tu cronica, me dejaste con muchas ganas de viajar y conocer distintas culturas, si vuelves te acompaño y hacemos el viaje guiado con ayahuasca jajajaja

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