El miedo al cuco de la asimilación

por ALEJANDRO BEREZIN, Est. Ingeniería Comercial, U. Adolfo Ibáñez. Boguer Shnat Hajshara Hashomer Hatzair 2014.

 

Por miles de años, el pueblo judío se ha visto enfrentado al innegable hecho que muchos de quienes forman parte de él, le “abandonen” por otras alternativas de vida e identidades más aceptadas por la sociedad. Pero actualmente, la guerra contra la asimilación se ha transformado en la bandera de lucha de muchas de las instituciones comunitarias a lo largo del mundo, llegando a incluso a ser calificada como el nuevo holocausto.

Frente a esto, se promueve el judaísmo con un estilo de merchandising en base a la repetición y de volver una rutina la “vida judía”, desafío que olvida otras dificultades y aristas. ¿Cuáles son las diferencias entre luchar contra la asimilación y luchar a favor de la continuidad del pueblo y la cultura judía? ¿Cuál es el camino correcto? Las estrategias parten desde bases elementalmente distanciadas, pues la primera asume que los judíos debemos aferrarnos a la idea de mantener en nuestra redes a quienes ya no se sienten identificados con su cultura y que priorizan, válidamente, otra alternativa de vida. Al contrario, luchar por la continuidad, es asignarle a los valores del judaísmo un gran peso, demostrando la intención de compartirlos con las nuevas generaciones y que sean la guía de actuar para nuestro pueblo y su descendencia.

Yo vivo el judaísmo como una cultura, y como aprendí de un estimado maestro, la cultura es un diálogo, una conversación necesaria para la construcción de valores y tradiciones conjuntas que nos llevarán necesariamente a ser parte de una comunidad. Si este diálogo no se está llevando a cabalidad, y algunos de quienes participamos de él lo estamos dejando, ¿por qué tener que hacer algo al respecto? Si la creación de nuestra cultura es reflejo de nosotros mismos, ¿por qué transformarlo en un trabajo obligatorio? Son los mismos judíos los que están determinando que ya no es importante para ellos seguir siendo parte del pueblo judío, ni mucho menos del judaísmo.

Soy felizmente judío, me encuentro en Israel viviendo un año, shnat hajshará, y pretendo educar a mis hijos al judaísmo, pero no pienso en ningún punto imponérselos. Si las generaciones que me sucedan quieren continuar con el legado de mi pueblo, es porque en este diálogo ellos tienen un lugar, porque en su vida y en la nuestra, hay valores esenciales que nos dan sentido. Confío que, a pesar del tiempo, lo seguirán siendo. De lo contrario, ese sentido deberá buscarse en otro lugar.

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Un comentario

  1. estimado amigo encuentro muy interesante tu cronica pero quiero aclararte algunas cosas /mantener el nucleo familiar esta bajo la responsabilidad vde los padres que se preocupan de inculcar a los hijos sobre su origen y posibilidades en el futuro .yo vivo en israel ya 50 anos y tambien dentro de los integrantes de el pueblo judio hay asimilacion/en israel viven judios de origen sefaradi y eskenasi que para muchos la union es problema.tambien hay en israel judios de todo el mundo y de distintos colores que tambien causan comflicto en la eleccion.tambien existe los arabes y infiltrados de africa que tambien influyen en el amor de nuestros hijos y atraen la asimilacuon.vuelvo a insistir que los padres tienen que hacer lo posible en educar a los hijos a alejarse de la asimilacion y implantarles un regimen de amor a los judios en especial las hijas

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