¿Nueva tregua en Gaza?

por MARCELO KISILEVSKI, Lic. en Comunicaciones, U. de Buenos Aires. Comunicador y Educador. Modiin, Israel

 

El gabinete israelí aprobó esta mañana la propuesta de cese al fuego enviada por Egipto, mientras el brazo armado del Hamas anunció que rechazaba la propuesta, enfatizando que la misma no había sido enviada a las organizaciones palestinas.

Lo que ocurrirá durante el día de hoy será el examen de esta tregua. En general, los palestinos continúan lanzando cohetes por unas horas, para obtener una “imagen de victoria” al ser los últimos en disparar, y luego acatan también el cese al fuego. Pero esta vez, es más dudoso cuánto controla la cúpula de Hamas a su brazo armado, y cuál va a ser el status político del Hamas en Gaza luego de la tregua: están quienes lo criticarán por derecha por acatar una “capitulación”, y por izquierda, por haber provocado tanta destrucción sin obtener nada.

Israel destruyó y mató, ningún israelí murió, presos palestinos no fueron liberados, ni los pasos fronterizos abiertos, es decir, ningún logro que Hamas se había propuesto al iniciar esta escalada de violencia. Los logros del Hamas en Gaza se resumen en obligar a Israel a cobrar la vida de 180 habitantes palestinos, a los que Hamas enviaba a subirse a los techos para evitar la destrucción de sus hogares, y la destrucción de cientos de estructuras, sin una sola concesión política.

En cuanto al logro principal en su agenda, volver como gobierno consolidado e indiscutido en Gaza, luego de un proceso de debilitamiento, esto también podría verse ahora en tela de juicio. Para lograrlo, tenían dos opciones: gobierno de unidad nacional con Al Fatah, o atacar a Israel. Cuando el gobierno de unidad nacional no les trajo crédito alguno, iniciaron la escalada con Israel, utilizando la excusa del asesinato del chico palestino y el nuevo arresto de sus activistas liberados en el acuerdo por Gilad Shalit, que habían violado su la libertad condicional.

Del lado israelí, ministros de la coalición, desde la derecha de Netanyahu, expresaron su oposición a toda tregua que no incluyera la destrucción de toda la capacidad balística de Hamas y su derribamiento del poder en Gaza, oponiéndose a que no hubiera una incursión por tierra para “culminar la tarea de liquidar a la cúpula de Hamas y acabar con la amenaza del terrorismo”, Ministro de Vivienda Uri Ariel.

Desde la izquierda, quienes apoyan la tregua indicaron que “el hecho que el brazo armado de Hamas no acepte la tregua indica que se trata para ellos de un acuerdo de capitulación. Su capacidad balística fue liquidada y su infraestructura como organización destruida. Ahora saldrán de sus túneles y verán la destrucción que trajeron a su pueblo”.

Ayer disminuyeron significativamente los lanzamientos de cohetes, y los reservistas apostados en Gaza con vistas a una eventual incursión terrestre habían comenzado de a poco a ser enviados a sus hogares, dando cuenta de un Hamas que termina el operativo en verdadero estado de colapso. Recordemos que el arsenal que estaba siendo lanzado contra Israel fue acumulado durante los períodos en que Hamas era apadrinado sucesivamente por Irán y el Egipto de los Hermanos Musulmanes, y que ahora, con un régimen egipcio absolutamente hostil al Hamas, que bloquea los túneles a Sinaí, sus cohetes fueron un recurso no renovable.

Esto no es garantía de calma total ni a largo plazo. Muchos en la clase política y en la sociedad advierten que estamos camino al próximo operativo, criticando que esta tregua sólo dará a Hamas la posibilidad de rearmarse. Pero ahora deben sucederse diálogos, probablemente en Egipto, para el desarme de la Franja de Gaza y la normalización de la vida de sus habitantes. El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas (Al Fatah) se encontraba esta mañana camino a Egipto para mantener conversaciones acerca de las vías para consolidar la tregua.

Ahora es cuando debería llegar la hora de la empatía: con la sociedad israelí que ha sufrido la amenaza de los cohetes, pero también con la sociedad palestina: la hora de recordar a sus muertos y de ayudar a reconstruir. Como siempre, es la gente la que paga todo el precio.

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