Palabras violentas o diálogos de paz

por YONATHAN NOWOGRODSKI, Director de Juventud Comunidad Judía de Chile CJCh, Ex Presidente Consejo Chile Israelí CCI.

 

El conflicto entre palestinos y judíos en Chile ya lleva varios años a punto de reventar en el hervidor. Inserciones en diarios nacionales, discusiones en las universidades, peleas en discos, la camiseta de Palestino, declaraciones parlamentarias al borde del delirio sobre un plan para colonizar la Patagonia, manifestaciones públicas, y entrevistas y discursos de negación de identidad mutuos.

Pero en las últimas semanas, de repente todo el mundo es experto en Medio Oriente. Me acuesto tarde, inclusive en mis días de vacaciones con la familia, para intentar “conversar” en las redes sociales con amigos y sus amistades, para darles argumentos de hecho sobre el conflicto en Gaza entre Hamás e Israel.

En mis convicciones personales, priman la vida, el respeto, la honestidad, el diálogo y el pluralismo. Por lo mismo, estoy asqueado de leer comentarios antisemitas en las redes sociales como “holocuento”, “ojalá Hitler los hubiese matado a todos”, “sionistas asesinos”, como también “palestrucho”, “los palestinos son un invento”, “son todos unos terroristas a los que hay que eliminar” y cuantas otras aberraciones más. Tuve que eliminarlos de mis redes sociales por sus agresivas acotaciones que ya pasaban a ser vivos ejemplos de intolerancia en grado mayor.

No solo hablan pésimo de quienes las emiten, dejando a la luz el abismal desconocimiento e ignorancia que existen, además de la poca inteligencia emocional de quienes le dan “like” a dichas frases. Pero también, sorprende que un diario reconocidamente de izquierda en Chile ponga fotos en su Facebook donde pide que “Israel desaparezca”. Cuánta estupidez e ignorancia ronda en las cabezas de muchísima gente que se siente iluminada con la desfachatez y auto-derecho a herir con sus palabras.

Es muy sencillo escribir un insulto frente a una pantalla sin mirar a los ojos quien será tu receptor. Parafraseando a Levinás, es muy fácil demonizar al otro sin ser capaces de traspasar la propia barrera de la honestidad (esa que aflora en la intimidad), acobardándonos cuando lo tenemos físicamente al frente. Pero el lenguaje crea realidad, bien lo sabían Hitler y  Goebbels, logrando que el Nazismo asolara a millones de personas en Europa con sus macabros discursos y campañas publicitarias.

Hace algunos años viví en Israel, y forjé amistades con palestinos, israelíes, judíos, cristianos, musulmanes y de todas las nacionalidades imaginables, y me tocó estar en Egipto, Jordania, así como visitar las ciudades palestinas de Hebrón, Jericó y los asentamientos judíos en los territorios ocupados. Pude vivir ambientes muy distintos y apreciar la generosidad de muchas personas, marcando un antes y un después en mi vida: me convertí en un luchador por la paz, impulsando una solución justa de coexistencia de dos estados para dos pueblos. Hoy soy aval de una familia palestina procedente de Belén, residente en Chile desde hace algunos años, y nos llevamos de maravilla, con todo lo que puede significar nuestras diferencias nacionales, religiosas y culturales.

El año pasado, tuvimos la oportunidad de dar el curso “Israel-Palestina: las dos caras de la moneda”, con expertos y representantes de ambos lados, incluso de la Embajada de Palestina.  Analizamos las narrativas de ambos bandos y estudiamos textos que se utilizan en las escuelas en Israel y Palestina para educar hacia la paz. Cuando hay conciencia del otro, la discusión resulta ser un medio para que ambas partes crezcan.

El diálogo es el único camino, y hay ejemplos dignos de alabar. Hace unos días leí un intercambio de cartas que se dirigieron entre jóvenes de las comunidades judías y palestinas en Chile a través de El Diario Judío, donde por primera vez en muchísimos años se pudo generar una suerte de diálogo. Fui invitado a pertenecer a un grupo en Facebook llamado “Salam-Shalom” que ya alcanzó cerca de 3.400 miembros, mayoritariamente de ambas colectividades. Pude leer y sentir el repudio de muchísimas personas por todas las muertes acaecidas en estos días, así como también lamentablemente la ira de los llamados a vengarse por estos desdeñables actos.

¿Es plausible cambiar las reglas de convivencia de judíos y palestinos en nuestro país? Ya es hora de sacarse los prejuicios, y pensar y sentir como seres humanos de carne y hueso creados a semejanza divina. De abrirnos al diálogo, mirarnos las caras y decirle a nuestra gente que paremos las ofensas gratuitas que abren heridas profundas en nuestros corazones. Decir basta al fanatismo, repudiar la violencia en Medio Oriente y construir un escenario  que deje de lado los fantasmas que nos persiguen con esas mitificaciones cuasi antonomásticas por falta de conocimiento.

A través de la eliminación del otro no se va a ganar el conflicto. Ambos pueblos están condenados a vivir al lado del otro en Tierra Santa. Si no estamos dispuestos a dar el ejemplo nosotros desde Chile, nadie más lo hará. ¿Se puede exportar la paz desde Chile? Como dijo Einstein, dar el ejemplo no es la mejor manera, sino la única. Después de todo, las víctimas de todos estos espirales de violencia son siempre las mismas, inocentes difuntos que D’s no olvida, aunque nuestra memoria pareciera que sí.

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4 comentarios

  1. Yonathan, te conocí cuando eras un bebé. Me alegró leer tus comentarios y/o reflexiones. Para mi es claro que no es un problema de fácil solución, ya que aunado a las profundas diferencias religiosas que datan de milenios, ahora se agregan los intereses geopolíticos de las grandes potencias y todos jugando al gato y al ratón. Y a la guinda de la torta se sumó la «famosa primavera» Arabe. Paises destrozados, sumidos en guerras civiles interminables y de paso sin poder comprender que esas locuras no son posibles. No logro entender si es el radicalismo religioso escudados en «nombre de Dios» se lanzan en una cruzada irracional o responden a intereses por parte de Irán y Arabia Saudita. En cualquier escenario, sigamos luchando porque la cordura llegué a puerto seguro. No soy optimista, la guerra civil en que EEUU sumió a Irak no le veo final, a la guerra civil en Siria tampoco. En Libia tampoco las cosas marchan bien. Y todo eso repercute en la búsqueda de la convivencia entre el Estado de Israel y la Patria Palestina. Y debo agregar que los propios Palestinos están divididos. Por lo menos tu crees en un Dios para pedirle que se pare esta locura.

  2. Querido Marcos, muchas gracias por tus palabras. Lo único que queremos es que esta locura pare. Nos hace mal a todos, es la triste realidad. Ojalá haya más toma de conciencia respecto de este tema, el que por pasiones e ignorancia conllevan a la demonización del otro.

  3. Yon, me alegra saber de vos. Quizá muchos estamos cansados del fanatismo, la descalificación, los prejuicios y toda atrocidades de cosas que por diferentes medios nos foguean, llegando algunos a ser verdaderos títeres defendiendo sus verdades absolutas. Para darte un ejemplo de esto, el día viernes concurrí a una librería y uno de los que me atendió comenzó a expresar la eterna odiosidad hacia los argentinos, dábame cuenta de una encuesta que había realizado y esta arrojó que el 90% opinaba de lo fea que era la mujer argentina. Yo en mi enojo interno, sin demostrarlo, intenté dialogar (puesto que prefiero esto ante la ofuscación). Lo más curioso es que para él esta era una verdad absoluta, puesto que lo había arrojado su encuesta. Aquí ni siquiera cabía preguntar la muestra tomada. Su verdad fue que «la mujer argentina es fea». No sé si me explico, Podría haber discutido su concepción sobre esto tan nimio, pero tan bajo, a la vez. Por otro lado, puedo cambiar al chileno ignorante cuando con «dolor les solemos escuchar que el mapuche es borracho, flojo; que el gitano es ladrón, que afro es hediondo…»?. En fin tú sabes la cantidad de «verdades», para ellos. dichas. Lo positivo es que «existen gentes» como vos y muchas otras que alzan la voz, no para cambiarles estos retrógrados pensamientos, sino para abrir un camino en el que podamos darnos la mano honestamente, decirnos las verdades sin ofender, menoscabar al otro, escuchar «con la mente despejada de prejuicios», para que lo del otro tenga cabida y yo en lo de él. No sé que tendrá que ver, pero me alegra ver a Chile lleno de inmigrantes, creo que es una buena manera de abrirse a la tolerancia, mediante conocer lo distintivo del otro y aceptarse mutuamente. La inmigración enriquece aún más a los pueblos.

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