La mal lograda danza de la realidad

por RAQUEL AGUILA, Est. Derecho, U. de Chile.
 
La Danza de la Realidad, dirigida por Alejandro Jodorowsky, nos relata la autobiografía del director. Recursos propios de la narrativa del autor vuelven a tomar forma: rupturas temporales que abren espacio a una reinterpretación de su vida, eventos mágicos que se insertan en una realidad que no da abasto para explicarse a sí misma, y personajes fantásticos frente a los que el espectador es incapaz de saber con certeza si realmente existen o tan solo son el reflejo del mundo interior del protagonista.
Por un lado, la película sugiere ser una reconciliación de Jodorowsky con su pasado. El director del filme y autor del libro homónimo, parece confiar a esta obra la capacidad de resignificar su infancia; la extrema dureza de su padre (Jaime Jodorowsky), la hipersensibilidad de su madre  que a ratos bordeaba en la locura (Sara Prullansky), su  paso por Chile y los personajes miserables y decadentes que lo acompañan, personas que a lo largo de la narración que realiza el protagonista en retrospectiva, reaparecen reivindicados como los héroes de su pasado.
El filme no está exento de referencias a la identidad judía del protagonista, la que sólo parece cobrar importancia para hablar de desencuentros, de marginación. El mismo Jodorowsky ha confesado varias veces que su padre, un comunista militante, era profundamente antirreligioso, y que esa prohibición por el culto divino dio pie a su interés por el estudio de numerosas religiones y su simbología; reencuentro que parece no haber tenido lugar con su judaísmo, religión que en la película sólo para ser motivo de burlas e incomprensión para el pequeño Alejandro.
Por otro lado, la película invita a pensar nuestra historia de cara a la representación de una realidad que, si bien se sitúa cerca de 1931, parece hacerle claros guiños al Chile del presente; narración que vemos a través de los ojos de un niño que parece no ser capaz de distinguir entre realidad y ficción, una y otra mediadas por fuertes simbolismos, un surrealismo que, a ratos, no logra salvarse de la incoherencia, y un tinte esotérico que raya en lo cursi.
A medida que avanza la película, va perdiendo fuerza la narración de Alejandro, hecho al que el espectador atribuía la indistinción de los sucesos mágicos de la cotidianeidad, para abrir la posibilidad de una cosmovisión tan propia de Latinoamérica como lo es el realismo mágico o un mundo de ensueño propio del surrealismo europeo, esta vez situado en Tocopilla. La presencia de sucesos fantásticos que no reciben explicación, o la existencia de personajes mágicos que forman parte de la realidad, prometen remitirnos a las narraciones de grandes autores del siglo pasado, sin embargo, sin suficiente delicadeza, Jodorowsky se queda atrapado en un mundo que parece haber sido diseñado para la comprensión de unos pocos, en la arbitrariedad de los símbolos y las representaciones, y en la incoherencia de personajes y vidas que no logran, quizá ni pretenden, un halo de verosimilitud.
En otra línea, se nos presenta una propuesta artística marcadamente kitsch a través de personajes excesivamente rococós en su apariencia y en sus formas, además de escenas y escenarios que pretenden exaltar el mal gusto como parte de nuestra idiosincrasia.  Sin embargo, esta proposición no es capaz de hacerse cargo de la complejidad psicológica de los seres que habitan el mundo de ensueño del niño Jodorowsky, y deviene en un simplismo e inverosimilitud de los personajes, los que no son capaces de cobrar vida por sí mismos, y con dudosa efectividad en el entramado de las historias en que convergen.
Las mismas pretensiones estéticas envuelven las imágenes de tortura contenidas en la película, que si bien podemos suponer pretenden, mediante una ironía descarnada, transmitirnos el sinsentido e insensatez que encierran las violaciones a los derechos humanos perpetuados en  nuestro país, el resultado no es más que una sucesión de escenas burdas e incómodas que con su poca sensibilidad parecen ser una burla a las víctimas de América Latina.
La Danza de la Realidad esconde una propuesta interesante para el recuento de la vida del director, que lamentablemente se pierde tras un lenguaje cinematográfico vacío que no es capaz de hacerse cargo de las expectativas del espectador sobre las memorias del gurú chileno-francés llevadas a la pantalla grande.

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0 comentarios

  1. Sra. Crítica, con todo respeto no entendió la película del todo, pero seguro que lo que habla es un rostro de los 70 posibles y respeto su punto de vista. Curioso, cada escena es simbólica, se entiende con psicomagia, como si cada acto que se lleva a cabo desenvolviera con una intención «del psicomago», el Yo realizado, al final de sus dias… un cambio, tras cambio, como todo un plan maestro, acto y acto que desemboca en quien es ahora Alejandro J. Saludos. Seguro la intención de Alejandro no era que todo el mundo entendiera su película o habría tenido que bajar mas de nivel las escenas. Shlm!

  2. Intenta ver otras peliculas como El Topo y entenderas que esta pelicula de Jodorowsky es mucho mas facil de ver. El juega mucho con el absurdo y lo usa de forma poetica o para exsorcizar sus propios demonios lo que a veces lo hace incomprensible. Yo personalmente disfrute muchisimo la pelicula y un par de personas a mi alrededor se reian a carcajadas cada vez que aparecia la madre cantarina o el enano disfrazado. Me parecio una pelicula honesta en que Jodorowsky expone su pasado en Tocopilla a poto pelao

  3. Fantástica película. Gracias por compartirla Jodo.. (…) ¿Inverosímil? ¿Acaso lo es la vida misma? Tal vez la de la crítica sí sea una vida verosímil y coherente, aunque cero mágica y espiritual. Muy mala crítica. No entendió la peli… <3

  4. No creo que haya sido solo para los que entendemos los simbolismos de jodorowsky, en realidad solo quita lo racional y los preconceptos, mirala sin pretensión de entenderla solita tu subconsciente la entenderá… Es bastante cursi como dices, el significado varía de la vista, alguien que entiende de muerte capta màs rapido la esencia de quien no… y de eso solo la ultima parte, porque no no solo hay muerte, hay la violencia, el fanatismo, sexo y otras cosas. Y en su contexto mas simple es una reparación a los años de dolor…

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