La poca cultura de las marchas

por FERNANDO IMAS y MARIO ROJAS, Lic. en Conservación y Restauración de Bienes Culturales, U. Sek.
En una democracia como Chile, donde todos tenemos derecho a opinar y pronunciarnos libremente, se debe aceptar la libertad de opinión de otros. En ese afán de expresión, han resurgido las marchas, quizás el derecho más representativo de clamor popular. Sin embargo, estos años hemos visto que las marchas sólo se han convertido en delincuencia y agresividad, sumado a una falta de respeto que deriva en menoscabos graves para todos como sociedad.
Una marcha hoy significa saqueo, paralización de las calles, destrucción de señalética, semáforos, explosiones de molotov, bombas lacrimógenas y gritos ensordecedores de los miles de manifestantes que se reúnen ahí, creyendo expresar un derecho ciudadano que se pierde entre su ignorancia y la nula facultad de entender el tema por el que tanto gastan sus cuerdas vocales. Hoy podrían salir a vociferar a Alexis Sánchez por sus triunfos en Brasil, mañana marcharán con odio por el gol que no hizo… en una semana marcharán por el derecho de los animales, y un día después lo harán en contra de los perros vagos. Casos hay muchos, conozco de alguien que no se pierde ninguna manifestación, colecciona chapitas, y tiene en su solapa una de Bachelet, otra de Piñera, una del Che Guevara y otra de Pinochet, bien juntas todas.
Es esa desinformación y doble discurso – o la ausencia de tal- lo que molesta, una falta de tino que lleva a que estas manifestaciones pierdan su real sentido y queden en nada. ¿Qué sacan con marchar, si los propios motivos no están realmente claros? ¿Qué sacan con reunir esa cantidad de gente si sólo la mínima parte sabe realmente a lo que acudió, e intenta con esa expresión legítima cambiar un poco la cara de este país?
¿Qué validez tienen estas marchas si se basan en información sesgada, manipulada, unilateral y muchas veces falsa? Hoy vivimos la moda de las manifestaciones contra Israel. Los medios internacionales y chilenos saben vender y manipular a la gente, que sólo lee los títulos de los noticiarios y diarios, formando una idea equívoca de que hoy Israel está bombardeando Gaza por una idea antojadiza. No se habla de Hamas, no se habla de terrorismo, sino del “genocidio” que infringe Israel. De repente, se les olvidó a todos que Israel es uno de los países más ricos en multiculturalidad, más respetuoso e inclusivo con todos sus ciudadanos, ya sean judíos, árabes, cristianos, gays, sabras, rubios, morenos, inmigrantes, etc.
Hoy al parecer, los judíos estamos vetados de todo tipo de opinión, porque la verdad moral la tienen sólo los que toman la bandera palestina como propia, y ven en personajes como la Seremi de Vivienda de la Araucanía, Romina Tuma, un efímero ídolo que se manifiesta quemando la bandera de Israel y haciendo declaraciones desafortunadas, aludiendo que representa directamente las convicciones de la Presidenta Michelle Bachelet.
¿Qué viene ahora en las marchas? ¿Tendremos que soportar que la señorita Tuma sea la abanderada de romper las vitrinas de los comercios judíos? ¿Seguirá quemando banderas, faltándole el respeto a casi 8 millones de israelíes y al total de la comunidad judía internacional? ¿Ese es su informado, valeroso y constructivo aporte a este conflicto?
Manifestarse es un derecho que constituye a las sociedades como tal, un derecho que debe ser criterioso y asumido con responsabilidad; una herramienta que contribuye al entendimiento y a engrosar la cultura de cada nación. Manifestarte sin fundamentos ni conocimientos es simplemente torpe y peligroso.