Los judíos no verdaderos

por RODRIGO AFRO REMENIK, Sociólogo, PU. Católica de Chile. MA en Historia de América Latina, U. de Tel Aviv. Representante de Meretz para América Latina. Ex-Sheliaj de la Agencia Judía para Hashomer Hatzair América Latina en Buenos Aires, Argentina.
 
Siguiendo la tradición marxista, haré referencia a dos tipos ideales de judíos laicos. El primero denominado laicos en sí mismos, y la otra, laicos para sí mismos.
Los judíos laicos en sí mismos están sometidos a ciertas formas de dominio y alienación que hacen difícil su superación a formas de conciencia más avanzadas. Hacen referencia a laicos con la conciencia de formar parte de un grupo diferenciado de la sociedad, con una posición determinada en la estructura de la misma, y con unas prácticas y experiencias de vida hasta cierto punto compartidas.
Los judíos laicos para sí mismos, por el contrario, son aquellos que han dado pasos de construcción cultural (acciones organizadas y coordinadas) para defender lo que se identifica como intereses propios de los judíos laicos (tanto a nivel cultural como político). En palabras de Lockwood, “cuando la alienación individual se moviliza como solidaridad colectiva”.
Para los judíos laicos en sí mismos, las creencias y prácticas de los grupos ultra-ortodoxos dominantes se hacen propias y naturales. Por otra parte, los judíos laicos para sí mismos logran neutralizar estos intentos, al entenderse en el seno del judaísmo, que “no todo lo que es debería necesariamente serlo”, permitiendo de esta manera el cuestionamiento a situaciones que históricamente se consideraban como naturales, irreversibles e imposibles de transformar.
El nivel de conciencia de los judíos laicos para sí mismos tiene tres elementos fundamentales: una identidad cultural: la definición de uno mismo como perteneciente a la cultura judía laica; una oposición cultural: percepción que el orden religioso y sus agentes son sólo una forma de entender la cultura judía; y una concepción alternativa de la sociedad: una meta hacia la cual uno se dirige a través de una continua creación cultural. Esto exige un discurso y un programa de acción común, producto de la percepción del carácter ilegítimo del orden político existente, del reconocimiento de la posibilidad de una reorganización de conjunto de ese orden, y de la creencia en que tal reorganización puede ser llevada a cabo por la acción cultural.
Sin embargo, la experiencia histórica ha demostrado que el proceso de adquisición de la toma de conciencia cultural no es un proceso inmediato o automático. A pesar que en el presente pueden darse ciertas condiciones que favorezcan una evolución más rápida de esta conciencia judía laica para sí, hay una serie de factores que obstaculizan tal evolución. Uno de esos factores es lo que Gramsci llamaba “cultura hegemónica” o “ideología dominante”, es decir, un sistema consciente de creencias, significados y valores impuestos que permite, a quien detenta la dominación material, ejercer también la dominación espiritual (cultural).
Recordemos que para Gramsci, los grupos dominantes no sólo imponen unas particulares instituciones económicas, políticas y jurídicas. Imponen también un conjunto de valores, representaciones, esquemas (cultura), donde anti valores como la pasividad, el autoritarismo, el interés, la necesidad de igualarse, la apatía, la indiferencia, etc., son percibidos como naturales y necesarios.
Esto se debe a que toda operación de refuerzo de la dominación cultural requiere de un sólido sistema de valores y creencias que permita que todo el proceso social vivido se organice sobre la base de estos valores o creencias específicas. Para ello, se necesita valorizar lo existente no sólo como normativo, sino también como deseado.
Esto lleva a que cualquier proceso de identificación sea dirigido sólo a la identificación con los valores religiosos a los que se considera superior y que actúa como grupo ideal o de referencia judía (los ultra-ortodoxos). De esta manera, la ascensión individualista produce una especie de aletargamiento que impide que el conflicto cultural se haga presente en la conciencia. Por otro lado, las tensiones que producen la desigualdad cultural y la injusta carrera por alcanzar «al judaísmo» quedan neutralizadas a nivel ideológico.
Uno de los efectos de esta sutil forma de manipulación y control social es el rechazo, por parte de los miembros de la cultura judía laica, al uso de categorías como rabinato laico, kabalat shabat laico o iom kipur laico, y explicar las asimétricas relaciones culturales a las que son sometidos. Por el contrario, en un extraño proceso de desdoblamiento, se apela a la comparación de situaciones reales, valorándolas sólo en función a la ideología religiosa a la que consideran superior, midiendo estratégicamente en base a esta ideología, los costos que exigiría cualquier acción reivindicativa.
En esta desenfrenada lucha por “judeizarse”, el consumismo cultural adquiere un valor fundamental para la realización personal y la internalización de la ideología religiosa dominante. Entra a formar parte de esa compleja red de creencias, cuyo único fin es el de inculcar falsas necesidades y aletargar la conciencia de los judíos laicos mediante una creciente, insaciable e indetenible “inquietud adquisitiva” de mercancías culturales.
Se cree adquirir “libremente” objetos culturales que se necesitan, cuando en realidad no se hace más que perpetuar, en forma condicionada, una lógica (código) que busca remarcar las diferencias culturales. De esta manera, ciertas conductas asociadas al consumismo cultural, como la identidad, el shaijut, el status, el nacionalismo, el lujo suntuoso, son presentadas en términos de necesidad, incluso justificándolas, cuando en realidad nada tienen que ver con necesidades reales, excepto la necesidad de igualarse al judaísmo ultra-ortodoxo.
Pensar que un poco más de “libertad cultural”, por ejemplo, a través del brit hazugiut (Pacto de Pareja, en remplazo del matrimonio), es crear entre las masas la ilusión que se pueden seguir obteniendo mejoras sin la necesidad de hacer cambios profundos en la estructura político-cultural de la sociedad israelí, sacando de una buena vez a los ultra ortodoxos del control de las instituciones más fundamentales, como el matrimonio y los cementerios. Un simple “mejoramiento” en las condiciones culturales no resuelve el problema esencial en la lucha contra el modo de dominación religiosa impuesto: el carácter alienante de sus relaciones judíos verdaderos – judíos no verdaderos.
El papel que jugamos las laicos para sí mismos se hace difícil ya que el «judaísmo verdadero» queda supeditado a la imitación de los “estilos de vida” de los grupos ultra-ortodoxos que tienden a ser adoptados como símbolo de identidad por los laicos. Los objetos culturales quedan desvinculados del significado que les da su función social, y pasan a formar parte de un nuevo universo en el que adquieren un nuevo significado como signo de identidad y shaijut (valor de signo).
A través de este efectivo mecanismo de control y manipulación social, los grupos religiosos impiden una comprensión cabal del funcionamiento de la cultura judía, a la vez que obstaculizan el largo, duro y laborioso trabajo de disputarle a la religión el dominio de las conciencias del pueblo de Israel, de manera de movilizarlas e impulsarlas a levantarse en contra del orden político-cultural-religioso y sus diversos mecanismos de alienación.
Expresiones como “ser judío verdadero” impiden una correcta comprensión de la mecánica de alienación y dominación cultural, ocultando –consciente o inconscientemente- la relación conflictiva e irreconciliable que existe entre religiosidad y laicismo, entre alienación y sentido crítico, entre manipulación y libre albedrío, entre fanatismo y pluralismo.

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0 comentarios

  1. Encuentro difuso el concepto de judio laico, por ejemplo tomare estos puntos de tu columna:
    «una identidad cultural: la definición de uno mismo como perteneciente a la cultura judía laica» – siempre que se menciona eso me pregunto cuál es la cultura (sin considerar lo que se origina en la religion) común entre, por ejemplo, un judío laico de origen marroquí y uno ruso. Si por lo menos a nivel global no existe una cultura judía laica, no se porque ese aspecto en particular debiera debiera ser relevante para alguien laico/ateo. Si alguien quiere tener una iniciativa local de reflexión y creación cultural con sus amigos, familia, etc, perfecto, pero esto sería más un tema individual/colectivo que de trascendencia en los años. Nuevamente eso depende de lo que uno busque, sin embargo creo que si el judaismo en su corriente «comun» no se conserva entonces tiende a perderse y no tendria mucho sentido llamar judaismo a otras cosas en el largo plazo.
    «rabinato laico, kabalat shabat laico o iom kipur laico» – ¿Por qué conservar esas tradiciones si no sigues la religión? Supongo que la idea seria la reflexion y enseñanza que pueden dejar. Pero ¿para alguien secular tiene un lugar especial las tradiciones religiosas heredadas de sus abuelos por sobre otros códigos morales? Seria inconsistente hacerlo porque «hijo de madre judia es judio» y optar por no seguir gran parte de otras normas religiosas escritas hace siglos (lo menciono porque hartos usan ese argumento).
    Dado lo anterior creo que pierde sentido hablar de identidad judia laica fuera de la vida en barrios judios. Sumandole que ya no se hace teatro/diario/libros en yiddish, ladino, etc se pierde gran parte de la cultura y arraigo no religioso al pasar las generaciones iniciales de inmigrantes. Las unicas excepciones que se me ocurren son vivir en un lugar que defina lo judio como nacionalidad/ciudadania (como es en Israel, y como fue en el Imperio Otomano, el mundo musulman en general y la URSS) o que seas «obligado» por externos a definirte como judío (como en la Alemania pre II G.M). En ambos casos me parece más una identidad impuesta o forzada más que elegida.
    Dejo como dos ejemplos extremos la conservación de identidad judia – a pensar que en gran parte se haya perdido u olvidado las tradiciones religiosas – de los Anusim de Belmonte y los Xuetas de Palma de Mallorca.
    Por otro lado, que un grupo desee cambiar el status quo y haga algo por lo que quiere o que exprese con argumentos las criticas a una corriente que impone sus maneras me parece perfecto. Tambien es pertinente la discusión sobre que un grupo mande en los matrimonios en Israel.
    Como conclusión, la cosa es simple: Veamos los nietos de los judios laicos vs los religiosos, y comparemos quienes son judios. No estoy criticando si es mejor o peor, pero no podemos negar que solo en un grupo tiende a trascender lo judio y nuevamente llegamos al punto de que la religion es el centro de lo judio, y no una posible historia comun de antepasados hace mas de 2000 años o una cultura comun fuera de la componente religiosa. Si alguien quiere crear algo nuevo bienvenido sea, pero insisto en que no comprendo porqué un ateo debiera elegir conservar lo religioso (bajo mi premisa de que lo no religioso ya es casi nulo). Creo que de hecho muchos judios no creyentes – sobre todo en EEUU – siguen identificandose como tales sólo por los contactos que generan con la élite de la comunidad judia respectiva o por ideales politicos como alguna rama del sionismo.
    PD: Pensandolo me parece que incluso la identidad judía laica como tal es otro status quo más que se ha conservado por los años y generaciones (salvo el tema nuevo que seria la sociedad israeli con las regulaciones de la ortodoxia). El hecho de por presión social externa, por «definicion» al ser hijo de madre judia o al tener que definirse parte de un grupo por el pago de impuesos, por honrar a los antepasados que sobrevivieron a la inquisición en España y Portugal, o por los familiares muertos en el holocausto, seguir identificandose como judios, mas que por el tema religioso, no es nada nuevo. Lo único nuevo sería efectivamente ideas como la propuesta que planteas, de la que sin embargo me gustaría conocer mejor e respaldo bajo el que se decide realizarla.

  2. Muy interesante. Para mí, la pregunta fundamental es ¿cómo sería la vida judía en un escenario en que prevalezca lo laico? ¿Cuán amenazada.estaría la continuidad? ¿Sería necesario luchar por ella? ¿Qué y cómo rescatar del período de predominancia religiosa?

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