El chanta de la Hasbara

por GABRIEL COLODRO, Comunicador Audiovisual. Ashdod, Israel.
En la vida de un diasporino, no son pocas las oportunidades de manifestar una posición frente al estado de Israel. Es casi como una introspección en el marco de una crisis existencial adolescente, que se prolonga por la formación diaspórica, moldeada en distinta medida por un entorno principalmente no judío, la educación judía, intereses personales y tradición familiar.
En mi caso, derivó en un judío sionista, con estándares comunes como antisemitismo infantil, integración a una comunidad judía pequeña, activismo en movimientos sionistas, hasbará personal y aliá. La figura de la hasbará en la diáspora no es fuerte, no se aprecia de una forma significativa, sobre todo si además se está inserto en una sociedad con amplia población de ascendencia árabe como Chile. El conflicto se siente muy ajeno.
Sin embargo, viviendo en Israel, disfrutando y sufriendo el Estado judío, el terreno y la militancia toman una relevancia diferente. Hay un motivo, tu vida y la de tu pueblo. La condición de inmigrante se vuelve una fortaleza, la propiedad de los argumentos adquieren una rigidez casi imposible de alcanzar desde afuera, y cada escalada de violencia se transforma en una ventana para combatir la ignorancia y predisposición de la población que comparte tu lengua y ha caído en la repetición de un discurso basado en la estrategia popular de demonización de nuestro Estado.
Hay quienes no buscamos likes, no buscamos donaciones millonarias, no buscamos estar en la boca de todos. Buscamos aportar a la cultura de nuestro pueblo, a llenar nuestras ansias de autodescubrimiento y entregar la posibilidad, a cualquiera que desee saber un poco más de nuestra historia en idioma castellano.
Ningún judío propalestino ha sentido los misiles de fabricación iraní explotando a metros de altura de tu posición, o ha tenido que refugiarse de rondas de 15 misiles «qassam» a las 4 de la madrugada dirigidos a población civil, como quienes vivimos en Israel. La hasbará, en todas sus facetas, es un acto de definición personal, un juramento de fidelidad a nuestro pueblo y de lucha contra la adversidad siempre presente en nuestra historia.
Pero así como existimos los que realizamos esta tarea de forma natural y pasional, he tenido la amarga experiencia de descubrir que existe gente que, siendo parte de nuestro pueblo, exhibe un disfraz bajo el marco de la hasbará, un intento de demostrar pasión y pertenencia con fines lucrativos personales, bajo una privada premisa maquiavélica.
Cualquiera con acceso a internet puede buscar una linda postal de Jerusalén, escribir «Shavua Tov» en colores y recibir 500 «likes», tratando Israel como una marca vendible para exprimir dinero de comunidades evangélicas sudamericanas. Hay casos en que consiste en copiar y pegar artículos de terceros en páginas web tituladas con nombres sionistas plásticos, admitiendo la fuente en letra muy menor, decorando la página con links de donaciones vía PayPal.
También esa hasbará de contactos para conferencias, discursos aprendidos de memoria sin participación de la audiencia, mientras mantienen un discurso político “parcial/extremista” para persuadir a los débiles con titulares sensacionalistas, llegando a catalogar la tensión entre EE.UU. e Israel como guerra para atraer lectores y potenciales donantes. Utilizan el terror para demonizar a los partidos políticos judíos de izquierda, con mentiras por conveniencia personal como “porisrael.org”, o con visiones extremas fascistas como “Patria judía” (bajurtov.wordpress.com).
Estos vergonzosos sitios web hablan en nombre de todos, envolviéndonos de paso en sus malas prácticas. Si bien, no podemos ni debemos controlar la libertad de expresión ajena, esta anti-hasbará, sumada a las acciones y declaraciones del primer ministro actual y sus ministros, nos dejan en una situación crítica respecto a nuestro «kipat barzel» mediático, que curiosamente está en realidad compuesto por el pueblo. Somos escudos humanos digitales y narrativos, y asumirlo implica identificar las manzanas podridas del cajón.

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0 comentarios

  1. coincido con varias cosas que decis. aunque no me gusta el concepto «manzanas podridas del cajon», porque desacredita todo lo que venis diciendo, a mi parecer.
    por lo pronto conozco una pagina de facebook que hace hasbara de «izquierda» sin racismos ni fanatismos, ni extremismos, ni apoyo al odio de cualquier lugar que venga, el link es: http://www.facebook.com/poralgoseraversionposmoderna y estan buscando contenidos y patrocinadores que apoyen el sentido de hasbara tanto como el de coexistencia. si saben de algo o quieren sumar iniciativas desde chile, mas que bienvenidos.
    sigo a su web y me parecen mas que interesantes sus posturas y contenidos. saludos desde Arg!

  2. por otro lado me parecen unos chantas y ñoquis los que se dedican a la hasbara desde israel para la diaspora (espero se entienda esas expresiones argentinas, que quieren decir que no hacen un carajo los que deberian hacerlo y les pagan por ello)

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