La pesadilla de Herzl

por ALAN GRABINSKY, Director Agencia Cualitativa INTERsección. MA en Medios, Cultura y Comunicación, U. de Nueva York.
Hace poco, en una fiesta de cumpleaños, un amigo me miró fijamente y dijo estar sumamente preocupado por los “ejércitos de árabes” que ISIS estaba mandando a Europa para colonizar el continente. En el baño del Deportivo Israelita, oí: «el futuro es de los musulmanes, y los gays». Algunos meses después, en la comida de Rosh Hashanah, un hombre de unos cincuenta años, perteneciente también a la comunidad judía de México, expresó una opinión similar: Todos son igual de peligrosos, nos quieren matar».
“Ya sea por ignorancia o por estupidez, los europeos están realizando cambios fundamentales y de golpe, cambios en la población, los cuales llevarán en los próximos años a la desaparición de la tradición, la cultura y el progreso de sus países. Vamos a ser testigos del fin de la Europa clásica y el establecimiento de un autoridad islamista en todo el continente.” Palabras de un israelí publicadas en Ynet.
“Había parado un tren abarrotado de viajeros. Vagones de mercancías y vagones de pasajeros se sucedían sin distinción, en todos se apretujaba un gentío que miraba en silencio, pero inquisitivamente, hacia nosotros. Son.. de Galitzia— dijo Schiebel, evitando la palabra ´judíos´ y añadiendo luego ´refugiados´.” Esto sucedió en las afueras de Vienna, hacia 1915; así lo cuenta Elías Canneti, en la primera parte de sus memorias, La lengua salvada. La similitud con las imágenes de estas últimas semanas, tomadas en la misma zona geográfica, no podría ser mayor. El capítulo se llama “El origen del mal”.
Algunos años antes de Canneti, un joven liberal de la misma ciudad escribía, en su panfleto político más famoso, “Nos sentimos, naturalmente, atraídos a lugares donde no somos perseguidos, pero nuestra presencia en esos lugares engendra más persecución”. Herzl, el ideólogo del Estado de Israel, reconocía que el problema del refugiado no se solucionaba por el desplazamiento, ya que éste trae más persecución por parte de elementos nacionalistas en el país de destino. Pero la ironía es que, para muchos judíos etíopes y yemenitas, la solución de Herzl tampoco fue la panacea: el miedo al extranjero, expresado también ante las comunidades de sudaneses y filipinos que viven en Israel, forma parte de cualquier nación. Hasta la judía.
El gran movimiento de población que supuso la creación del Estado de Israel, por lo menos 5 o 6 millones de perseguidos de Siria, Rusia, Alemania, y otros, cambió radicalmente la geografía del Medio Oriente y desplazó a mucha gente que vivía allí. Al autor de Ynews se le olvida que él mismo o su padre fue parte de esa masa de refugiados. Sin embargo, 100 años después está defendiendo la idea de una Europa “clásica”, añorando la pérdida de una “pureza” cultural continental frente al influjo de inmigrantes musulmanes.
Nunca olvidemos que este tipo de narrativas con términos raciales son precisamente las que fueron utilizadas por los fascistas alemanes para justificar la limpieza del elemento extranjero: el judío. Pero ahora, desde el orgullo y nacionalismo israelí, se defiende una integridad cultural de los mismos que nos expulsaron. Esto es, sin duda, una versión globalizada del síndrome de Estocolmo.
Caminar, como judío de la diáspora, por el Museo de la Diáspora en Tel Aviv, es sentirse convertido en objeto del pasado: los pasillos son grises, las fotos de los judíos de otras partes del mundo parecen sacadas de National Geographic. Todo es viejo, las maquetas de sinagogas destruidas en Polonia se cubren por capas de polvo. Esta historia de persecución y desplazamiento se cuenta como si hubiera sido resuelta de golpe por un estado nacional.
Estamos caminando una línea floja, como judíos. La separación tan tajante entre la vivencia del refugiado y del israelí, o incluso del mismo judío, era impensable para el mismo Herzl. Hace medio siglo, las palabras “judío” y “refugiado” eran intercambiables. Pero en la Viena de hoy, elementos de la comunidad judía se pronuncian abiertamente xenofóbicos. La Europa clásica “está cambiando”. Qué fácil es olvidar.

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0 comentarios

  1. Me deja un poco preocupado la parte del comentario donde dice que el futuro es de los musulmanes y los gays.Qué esperanzas para el mundo de tener una religión no extremista y humanidad sexualmente normal.Los que atacan a inmigrantes,como dice el columnista, se les olvida como a mr.Trump, que son los inmigrantes los que han hecho grande a EE.UU.

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