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El aborto en el judaísmo, ¿a favor o en contra?

por URIEL ROMANO, Rabino, Asamblea Rabínica Conservadora.
El judaísmo no opina, son los judíos los que dan su opinión. El término hebreo que se utiliza para hablar del aborto es hapalá, que proviene del vocablo caer. El aborto es la caída de una vida potencial.
El judaísmo sacraliza la vida humana, diciendo que se pueden violar todas las leyes concernientes al Shabat para salvar una sola vida, incluso la de un feto. No sólo es obligación transgredir las leyes de Shabat para salvar a una persona “constituida”, sino que también debemos hacer el máximo de nuestros esfuerzos para salvar a un feto, aunque no es una vida plena (Lav Nefesh Hu, en palabras de Rashi). El valor de la vida es sagrada, por eso como sociedad debemos procurar que cada vida y potencial de vida puedan constituirse en una vida plena.
Además, el judaísmo destaca la importancia de la procreación. El traer vida al mundo y poblar la tierra es, según el Sefer Hajinuj, el primer precepto que le es comandado al ser humano. El primer precepto de la humanidad comienza con las palabras: “crezcan y multiplíquense y llenen la tierra” (Gen. 1:28).
Pero la tradición judía siempre ha considerado al aborto como una posibilidad legítima en determinadas circunstancias. En la Torá, hay dos referencias al aborto: una explícita y otra implícita. En Génesis 9:6 «El que derrame sangre de hombre, su sangre será derramada por hombre; porque a imagen de Dios él hizo al hombre.» La vida es sagrada porque fuimos creados a imagen de Dios, quien termina con una vida atenta contra Su suprema creación, quien termina con una vida disminuye la imagen de Dios en este mundo.
Rabi Ishmael interpreta que este versículo habla en relación a quien daña a un feto, ya que se habla aquí de la sangre que hay dentro del hombre ¿Y qué sangre puede haber dentro de un hombre que no sea su propia sangre sino la de otro ser? Estamos obligados a decir, intuye Rabi Ismael, que es la de un feto. De esta forma, el Talmud sostiene que hay una prohibición general en relación al aborto, ya que quien derrama aquella sangre, su propia sangre –como castigo- será derramada.
Se podría mal sacar una conclusión apresurada, que “el judaísmo” prohíbe el aborto, sin embargo, el Rab Ben Zion Meir Jai Uziel (1880-1953) quien fuera la autoridad máxima de los judíos sefaradíes en Israel desde 1939 a 1954, sostuvo: “Está claro que el aborto no está permitido sin ninguna razón… sin embargo, por cualquier razón, incluso un justificativo débil… existe el precedente y la autoridad [Arajim 7a] para permitirlo”.
La segunda referencia del aborto en la Tora es la explícita. En Éxodo 21:22-23, se narra la siguiente historia: “Cuando algunos hombres peleen y hieran a una mujer encinta y ésta aborte sin mayor daño, el culpable será multado de acuerdo con lo que le imponga el marido de la mujer y según lo que establezcan los jueces. Pero si ocurre un daño mayor, entonces pagará vida por vida”.
Rashí (s. XI) comenta, explicando que cuando se dice «sin más daño» hace referencia a que la mujer no muere a la hora de abortar, por lo cual la pérdida del feto se lo considera simplemente como “un daño menor”, una lastimadura, por lo cual el atacante debe retribuir económicamente. Sin embargo, si la madre es la que muere, conjuntamente con el feto, el hombre debe dar “vida por vida”. Iosef Caro (s. XV) legisla que terminar con un feto es considerado un daño y no un asesinato: un aborto significa una pérdida, de un futuro potencial; pero no significa, ante un codificador judío, un feticidio. Si la vida de la madre se pagaba “vida por vida” y la pérdida del feto se restituye económicamente, desprendemos entonces que el feto no es una vida tal como sí lo es la madre.
El feto no es considerado una vida plena (bar kaiama en la terminología talmúdica) sino luego de treinta días de haber nacido. El número de bebés muertos durante el primer mes de vida era muy elevado y los sabios establecieron que si completa su primer mes de vida este tendrá una gran posibilidad de sobrevivir y llegar a la adultez. Durante los meses de gestación, el feto es, según opiniones talmúdicas, un muslo de la madre, una de sus extremidades. El término que utiliza el Talmud es ubar ierej imo que es el equivalente hebreo al latín a pars viscerum matris, lo que hace referencia a que el feto no es un ser autónomo y que es parte intrínseca del cuerpo de la madre hasta el momento que la misma rompe matriz. De esta noción, si una mujer se convierte al judaísmo estando embarazada, el niño al nacer no tiene que convertirse, ya que él era una parte suya al momento de la conversión. Además, “Si una mujer está a punto de ser ejecutada, uno no espera hasta que ella dé a luz. Sin embargo, si ha comenzado sus trabajos de parto, uno espera hasta que dé a luz”. El feto no es una “vida autónoma” sino hasta que sale del cuerpo de la madre y se convierte en una entidad autónoma y con vida plena. Está visión se contrapone al clásico principio cristiano que la vida comienza con la concepción.  
Desde que se forma el cigoto hasta los 40 días de existencia, el mismo es considerado meramente agua, maia bealma hi. Hasta ese momento, ni siquiera es un feto, es agua, un mero líquido, todavía no es siquiera una extensión del cuerpo de su madre. Los sabios también dictaminan que, curiosamente, se “considera” a una mujer embarazada desde los 3 meses de la gestación. De esta idea, se deriva la práctica de muchas mujeres de no contar que están embarazadas sino hasta después de los primeros tres meses, ya que antes de los tres meses se dan la mayor cantidad de abortos espontáneos. La pastilla, comúnmente conocida como “del día después”, está permitida en la legislación rabínica. En caso de necesidad de realizar un aborto, las autoridades rabínicas insistirán que mientras antes “mejor” porque menos “desarrollo de la vida potencial” hay en el vientre de la madre.
La Mishná (s.III) nos trae la primera referencia explícita a una legislación sobre el aborto: «A una madre que le es duro tener a su hijo, se le golpea el vientre y se lo saca órgano por órgano para que viva la madre. Si sale la mayor parte del cuerpo (cabeza), no acostumbramos a hacer esto porque no reemplazamos una vida por otra.» El aborto está permitido sólo en los casos donde la vida de la madre corra un peligro real. Si el feto pone en peligro a la vida de la madre, éste puede ser terminado para que la madre pueda vivir. Si se considerara que el feto es una vida per se, este razonamiento no tendría sentido, porque ein dojin nefesh mipnei nefesh. Si el feto pone en peligro a la madre, ha de ser considerado un rodef, un perseguidor. El feto que amenaza la vida de la madre debe ser terminado, y ya no es una posibilidad sino una obligación hacerlo. Se lo considera una agresión que debe ser interrumpida para evitar la pérdida de una vida plena.
Hasta el s. XVII, la legislación judía sólo permitía abortos por razones terapéuticas. Sin embargo, desde el inicio de la modernidad, diversos rabinos han ampliado las consideraciones para permitir el aborto. A fines del s. XIX, con el psicoanálisis, ciertos rabinos comprendieron que los “daños” a los cuales hace referencia la Mishná no son sólo físicos, sino también psicológicos. Algunos rabinos consideran entonces que si la madre sufrirá graves trastornos psicológicos, o serias depresiones por continuar el embarazo, se posibilitaría entonces la opción de abortar. En esta línea, se encuentran los rabinos Al Jajam y Rab Israeli Weinberg; sin embargo, otros grandes rabinos del siglo XX se oponen fervientemente a esta posibilidad (Moshe Fainstein, entre otros). Rabi Iehuda Perilman (Minsk, siglo XIX) permite una medida contraceptiva inmediata luego de la relación sexual en el caso de una violación, y lo permite también en etapas más avanzadas del embarazo.
Rabi Iosef Jaim al Jajam (Bagdad, siglo XIX) sugiere que una mujer que cometió adulterio, y su hijo será entonces considerado un bastardo (mamzer), le está permitido abortar, por lo que considera que la reputación de la familia es una cuestión de “gran necesidad”. Rabi Iakov Emdan (Alemania, siglo XVII) extiende el concepto de situaciones de “gran necesidad” para permitir el aborto en otros casos donde la vida de la madre no corre peligro real. En el caso que el feto presente una enfermedad seria que le imposibilitará tener una vida “plena” y que vivirá toda su vida, ya sea corta o larga, con grandes impedimentos o dolores, el Rabino Eliezer Waldenberg es una de las pocas autoridades del siglo XX que permite este tipo de abortos, incluso llegando al séptimo mes del embarazo, si se presentan en el feto los indicadores de que tiene una enfermedad terminal (Tay-Sachs).
Entonces, por razones terapéuticas o por otras motivos de “gran necesidad” (violaciones o traumas psicológicos), le estaría permitido a una mujer abortar. Uno de los principios fundamentales del sistema legal judío es la casuística, cada caso es único, y son los sabios y maestros de cada generación quienes deben dar una respuesta, basándose en las fuentes, en su fe en Dios y en las circunstancias particulares de cada caso. La halajá (ley judía) tiene enunciados generales, pero los mismos deben ser vistos a los ojos de cada caso de forma particular. Cada mujer es única y cada embarazo es único también.
¿Estás a favor o en contra del aborto? Las preguntas binarias no ayudan a fomentar el debate, sino sólo contribuyen a dividir a la sociedad. La discusión real es si estamos de acuerdo o no a la despenalización del aborto y la libertad de miles de mujeres para decidir sobre sus propios cuerpos y vidas. El aborto, como cualquier medida extrema, debe ser sólo considerado en casos extremos. Cuando pensamos y reflexionamos al respecto debiéramos hacerlo bajo la idea de irat shamaim y kvod haberiot, de un temor reverencial a Dios y respeto por el ser humano, tomando conciencia de que nuestras decisiones tendrán un impacto inconmensurable en nuestras vidas y en las vidas de tantos otros.
Como escribiera el rabino Daniel Goldman, ¿a escondidas o abiertamente? Lo que hoy debatimos es si las mujeres más carenciadas seguirán muriendo o sufriendo a largo plazo las consecuencias de abortos clandestinos. Debemos sincerarnos, ya que la hipocresía y el autoengaño son, como explicaba el gran sabio Abraham Ioshua Heschel, la degradación más profunda de las religiones y de los hombres. Quienes tienen los recursos económicos pueden realizarse abortos sin mayores complicaciones. Son los más carenciados quienes sufren las consecuencias de la parálisis estatal. Seguir criminalizando el aborto es seguir permitiendo que miles de mujeres mueran anualmente por el simple hecho de haber nacido al margen de la sociedad. Debemos recomponer nuestra sociedad en base a la educación sexual para evitar así los trágicos procesos que deben vivir las familias, y especialmente las mujeres, que deciden abortar.
El aborto es la terminación de un proyecto de vida, una caída, una tragedia, que sin embargo puede evitar una tragedia mayor, traumas físicos o psicológicos para la mujer, o bien una tragedia para un niño o una niña que nace sin amor y sin contención por un embarazo no deseado. El aborto no puede ser considerado un asesinato, como ciertos religiosos pretenden imponer, como un genocidio. El aborto es una tragedia individual, familiar y social, pero no es un crimen.
Todos tenemos derecho a vivir, la madre tiene derecho a vivir su vida y a decidir sobre su cuerpo y el bebé por nacer también tiene derecho a vivir. Pero ¿qué vida tendrá un pequeño/a que no fue buscado? ¿Qué vida tendrá producto de una violación? ¿Qué vida tendrá un pequeño que sus padres no tienen los recursos para alimentarlo o vestirlo? ¿Qué vida tendrá una madre de apenas 14 años? ¿Qué vida es una vida basada en traumas y dolores?
Estoy a favor de la vida, y por eso, cuando la situación lo amerita, estoy también a favor de permitir el aborto. No sólo el Estado debe dejar de criminalizar al aborto, sino que debemos educar y debatir maduramente para evitarle el trauma a miles de mujeres que deben guardar silencio y reprimir sus sentimientos por la condena social. Hay que brindarles un apoyo psicológico y social para que puedan evaluar otras opciones y no ofrecerles como única solución el aborto. Entregar a un hijo en adopción o evaluar la posibilidad de continuar con el embarazo también deben ser ofrecidas como posibilidades por los expertos que acompañan a las mujeres y a sus parejas en este proceso.
Las instituciones religiosas no deben inmiscuirse en materias estatales. Si una religión no desea que sus correligionarios aborten que lo prediquen en sus templos o iglesias, mas no en la arena pública. Sin embargo, las diversas religiones y expresiones espirituales deben dar su opinión a la hora del debate. Todas las voces deben ser escuchadas, pero ninguna voz debe callar a otra. Pueden dar su opinión pero no deben intentar coartar las libertades individuales de hombres y mujeres que seguramente no comulgan con sus doctrinas. Aquí en la tierra nadie es el guardián de Dios, no podemos adjudicarnos la autoridad de imponer “Su voluntad» a otros. ¡“Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”!

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6 comentarios

  1. Vivimos en un mundo donde la moral se relativiza y todo parece poder ser justificado.
    Pero ojo, todos los ejemplos de torah que el rabino entrega se refieren a mujeres casadas que enfrentan dilemas de salud o que han sido violentadas.
    Sin embargo no creo que si pudiéramos ahora preguntarles a los sabios a cuyos enseñanzas apela, qué opinan de autorizar el aborto como una practica normal y corriente y sin consecuencias, ellos compartirían esa libertad que el Rab Romano les adjudica.
    Vivimos en una sociedad donde pretendemos buscar justificacion moral a todo y eso nos degrada como seres humanos.
    Si la torah castiga botar el semen a la tierra como lo hizo Onan, entonces como puede permitir tan facilmente deshacerse de la union de ese semen con un ovulo?? El semen no tiene un valor en si mismo sino como medio para crear vida, entonces , la vida que se esta creando no puede ser desechada por la desicion de la mujer por si y ante si.
    No criminalizo a nadie y creo que cada uno debe enfrentar a su conciencia, sin embargo, la sexualidad responsable e informada deberia ser el consejo que espero de un rabino y no una carta blanca de sal a hacer lo que quieras y no temas a las consecuencias porque para todo hay remedio.

  2. La Tora castiga?? Las reglamentaciones escritas por el hombre castigan??
    Por qué temer??
    Criminalizar, qué significa? Este vocablo significa, culpar, acusar, imputar, inculpar, incriminar o denunciar con carácter criminal a alguien o algo, de una falta o delito grave. Qué o a quién se debe criminalizar?
    . .Tengo 65 años, estudié y me dediqué y me dedico a enseñar ivrit y iahadut, amo esta cultura que desde pequeña me llenó y me llena el alma, y enfrento con ella mi conciencia. No creo que el judaísmo sea una religión ya que el término religión en hebreo no existe. Dat no es religión, vocablo articulado alrededor del 1400, por re/ligare, dat es ley. Recibimos una ley que luego fue reglamentada por los sabios judíos, por los hombres.
    El judaísmo, a mi entender, se afianza entre los ejes » veahavtá lereajá kamója», Vaikrá, 19, 18, ampliado en no harás al otro lo que no quieres que te hagan a tí, y «uvajartá bajaím» Devarím 3O, 19, y elegirás la vida.
    Estas son dos genialidades que caracterizan al judaísmo. 1° que el otro te interpele, como dice Emmanuel Levinas, y agrega que sólo cumpliremos con el mandamiento de «no asesinarás», si el otro, nuestro prójimo, nuestro rea, no nos es indiferente.
    Creo está todo dicho. Ocuparse de la mujer que no quiere tener al hijo, por no haberlo buscado, por haber sido violada, por………. es que el otro nos interpele, que no nos sea indiferente. Y el precepto de elegirás la vida, que la vida está por encima de toda es la otra genialidad.
    Estamos optando por la vida de la madre que tiene derecho a elegir lo que quiere hacer con su cuerpo. Conceptos como el de onanismo son arcaicos dentro de una cultura a la cual considero muy adelantada, a partir de estudiarla y admirar su no/ dogma, su apertura, pero que lamentablemente, los seres humanos, cerraron bajo varias llaves. Por qué un rabino no puede pensar así? Con esa apertura mental, sin orejeras.
    y si creo que los sabios , si pudiera estar a nuestro alcance consultarlos, pensarían como pensamos muchísimos, muchísimos judíos, que amamos el judaísmo y nos enorgullecemos de llamarnos judíos.

    1. anteojeras,quise escribir, disculpen, re/leyendo veo mi equivocaciòn, no orejeras, y podrìa haber agregado que hillel fue el que amplio el veahavtà lereajà kamòja en no haràs al otro lo que no quieres que te hagan a tì, graciasss

  3. siempre estuve a favor de la vida y en contra del aborto,pero hay muchas instancias ,aristas en esta piedra para resolver,la vida de tantas mujeres,que se pierde ,por ocultar,por inoperancia,y eso es muy grave.Educación sexual,es lo primero,y legalizar,para no matar.
    juana maria pluscalovsky de orlinski

  4. Romano, usted no es un rabino, usted es un marxista que repite slogans marxistas detrás de una careta rabinica, usted es un perverso que promueve el asesinato de seres humanos inocentes e indefensos y encima tiene el cinismo de decir que está a favor de la vida, usted es un personero de la muerte, los sujetos como usted no tienen nada que ver con la espiritualidad ni con Dios, son sólo instrumentos de la maldad.

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