El 8º día, cuando todo cambió

por NATAN WAINGORTIN, Est. Heschel Escuela de Formación Rabínica, Seminario Rabínico Latinoamericano Marshall T. Meyer.
 

¿Cómo es el signo del infinito? Es como un 8, pero acostado. ¿Y cómo es el infinito? ¿Es mucho, es poco? El infinito es indeterminado, no tiene límites, no conocemos su alcance, genera intriga y misterio. Depende para qué y en qué situación, el mismo tiempo puede significar dos minutos, o mil años.

Seguro que nos pasó alguna vez, llegar apurados a un negocio donde necesitamos algo urgente y un cartel en la puerta dice: “VUELVO ENSEGUIDA”… ¡Es terrible! No sabés si el dueño llega en un minuto, o si recién salió… Quizás se atrasó y ya no vuelve hasta mañana…

En el judaísmo, el 7 simboliza la perfección, es un número místico, pero su equilibrio llama a romperse. Ahí entra el 8 que es un número especial, nos habla de un nuevo inicio.

7 días la fiesta de Pesaj (en Israel). Ya fuera de Egipto empieza el uso responsable de nuestra libertad. 7 Brajot en la Jupá: luego del noviazgo, arranca la vida real en pareja, el desafío de construir una vida juntos. 7 días tiene la semana: la mística de empezar un nuevo ciclo es seguida por su segunda semana con la misma rutina. 7 días de la Creación (¡el 7º día creó al Shabat!): en cada día, Hashem tenía una tarea clara, todo estaba planificado paso por paso. Y cuando terminó ese primer Shabat, ¿Qué pasó al día siguiente?

Según el Midrash, fue en el 8º día que Adam y Javá comieron del fruto prohibido y fueron expulsados del Gan Eden. Desde entonces, se transformaron en seres humanos reales, con todo lo que eso implica. En el 8º día, todo cambió. Antes estaba todo definido, ahora empieza el juego de la verdad, el mundo debe girar por sí mismo. 8 días del Brit Milá. Desde ahora, el niño llevará consigo la marca del Pacto.

En nuestra cultura argentina, ese día 8º, el tiempo más allá del tiempo, tiene un nombre especial, puesto por una famosa publicidad: “El día Osvaldo”.

Nuestra Parashá se llama SHEMINÍ, que literalmente significa OCTAVO. Estos últimos meses, vivimos la construcción del Mishkán, el Tabernáculo o Santuario en el desierto. Recibimos todas las instrucciones de los sacrificios y las tareas de los Cohanim y Leviim. Todo muy ordenado y planificado. Los Cohanim (sacerdotes) tuvieron 7 días de entrenamiento-miluim intensivo antes de inaugurar el Mishkán. Hoy, la Torá nos habla de lo que pasó el Día 8º, el Iom HaSHEMINÍ. Ya está, se terminaron las instrucciones, empezó el funcionamiento autónomo de nuestra vida judía en el desierto.

Podemos aplicar el dicho popular: “Ahora te quiero ver”. Ahora sí vamos a caminar a la Tierra Prometida, desde hoy Hashem nos va a guiar, y nosotros definiremos nuestro destino.

El Talmud (Kidushin 30-a) nos dice cuál es la letra del medio de toda la Torá, ¡y justamente está en nuestra Parashat Sheminí! Es la letra “vav” de la palabra “gajón” en Vaikrá 11:42. La letra “vav” en hebreo es una línea recta y vertical, que podemos verla como un obstáculo y barrera en el fluir del texto, o podemos entender que es la puerta para avanzar hacia la segunda mitad de nuestra Torá.

El mensaje es claro y a la vez confuso, como la vida misma: el salto a la madurez, personal, familiar, como pueblo y como humanidad, es una bisagra que transforma el infinito indeterminado y el engañoso equilibrio, en la vida comprometida, responsable, desafiante y dinámica que cada uno desea tener.

 
Material original elaborado para el Seminario Rabínico Latinoamericano y editado, especialmente a pedido de la institución, por El Diario Judío.
https://www.seminariorabinico.org/parashat-shemini-14-04/
 

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