Llamado urgente desde Chile a la Paz en Medio Oriente

por JORGE TESTA, Est. Derecho, U. de Chile. Ex Presidente, Federación de Estudiantes Judíos FEJ. Consejero del Departamento de Derecho Público, U. de Chile.
 
Hay varias razones por la cuales prefiero evitar -dentro de lo posible- emitir publicaciones en redes sociales respecto a Israel cuando se producen episodios de violencia, como el ocurrido antes de ayer. No es fácil hacerlo porque me duele, pero también porque es peligroso. Me duele por sobretodo en el último tiempo, pues las políticas que ha adoptado el gobierno de Netanyahu se alejan kilométricamente de las que bajo mi cosmovisión del mundo y del sionismo deberían guiar el rumbo de Israel; y es peligroso, porque cada vez que se agudiza el conflicto entre Israel y Palestina, los judíos en Chile se ven afectados también. Cuando EEUU bombardea Siria o Turquía a los Kurdos, la comunidad estadounidense o turca en Chile no se ve agredida. En los enfrentamientos de Gaza del 2014 era el colegio judío el que amanecía con rayados en las mañanas e insultos cuando salíamos. Son las casa de familias judías las que se apedreaban por las noches. Somos los jóvenes judíos los que recibíamos insultos, amenazas e incluso golpes carreteando.
Algunos creen que todos los judíos piensan igual, y/o tienen la obligación de hacer condenas públicas a gusto de quienes independiente que sea lo que se diga exigirán más y más. Algunos creen alimentar su conciencia publicando uno que otro párrafo simplista y panfletario, creyendo falsamente que aquello los compromete con alguna causa. Lamento decirles que generalmente quienes viven en la arrogancia de la superioridad moral y la ignorancia, son más cómplices del problema, que parte de una solución real a un conflicto que tiene miles de muertos, decenas de propuestas, y aun cero soluciones. Esto va también, por cierto, a varios judíos que intentan verle la quinta pata al gato.
No obstante las dificultades explicadas, en esta ocasión es tanta mi preocupación, que se me hace necesario marcar el punto. Se hace necesario porque como judío, soy parte de un pueblo que conoce de opresión, un pueblo que ha sido durante tres mil años perseguido, esclavizado, expulsado, estigmatizado, convertido a la fuerza, torturado, asesinado y quemado. El sueño de tener un Estado propio no solo estaba cimentado en el derecho de autodeterminación, sino que era también una necesidad de supervivencia. Tengo una conexión espiritual e incluso material con Israel, su desarrollo y la protección de sus principios democráticos son parte importante de mis intereses, mi identidad y mi cultura, y por ende si Israel realiza algo que amenace aquello o no realiza alguna conducta que vaya en ese sentido, me parece imperante hacer algo.
Pero también me manifiesto porque creo firmemente en el derecho de autodeterminación de los pueblos, en la preservación de los Derechos Humanos y en la dignidad de los seres humanos. La situación de precariedad en la que vive Gaza es indignante, y lo acontecido antes de ayer no admite ningún tipo de justificación. La inauguración de la embajada de EE.UU. en Jerusalem, producto del contexto es una de las provocaciones más grandes del último tiempo a generar un nuevo conflicto en la zona por parte de quien otrora fue mediador de paz. Por supuesto que las eventuales consecuencias inmediatas eran conocidas. Las manifestaciones en Gaza se transformaron en un ejercicio de fuerza de Israel absolutamente desmedido, desproporcionado y brutal, ante el cual no me permito callar.
Es verdad que el rol que juega Hamás dentro de este conflicto es condenable. Yo lo condeno. La constante incitación a exponer a su población a la violencia para el martirio merece un rotundo rechazo. Pero es demasiado simplista culpar únicamente a Hamás. El papel nacionalista y de preocupante desprecio por la vida que ha demostrado el gobierno de Netanyahu es una total decepción para quienes anhelamos un Estado de Israel que pueda vivir en paz, junto a un Estado palestino. Solo quien esté a favor de perpetuar este conflicto, de beneficiar a quienes cada vez se posicionan más al extremo, perjudicando a los mismos de siempre, puede preferir guardar silencio ante esta situación y evitar la crítica. Dicen algunos que Israel tiene derecho a defender sus fronteras y su población. Por supuesto. no sólo tiene derecho, sino que es su obligación como cualquier otro Estado. Pero cuando un país ejerce su legítimo derecho a defender su población y soberanía, debe hacerse evitando al máximo la pérdida de vidas humanas y utilizando medios racionales, necesarios y proporcionales. Esta no fue la ocasión. Mi indignación está con lo ocurrido y mi preocupación está en lo que viene, pues la violencia siempre trae más violencia.

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