Inédito conversatorio plural y crítico de jóvenes judíos en Chile
por JORGE ZEBALLOS, Periodista, U. de Santiago.
Escribo estas líneas a las 2 de la madrugada del 15 de noviembre. No es una noche cualquiera, han pasado 27 días que estallara la crisis política más significativa en Chile en los últimos 30 años. Durante todo el día de ayer, jueves 14, pude percibir el temor y ansiedad en los santiaguinos. El miedo a desplazarse inmovilizó a muchos, pues se cumple un año del homicidio de Catrillanca, entre escenas de desobediencia civil masivas.
A pesar de ese entorno que podría ser atemorizante, acabo de llegar, contento y esperanzado del aniversario de 8 años del El Diario Judío. Un gran cocktail de celebración para 40 personas se transformó en momento de re-encuentro de un grupo muy especial de jóvenes judíos, todos destacados; pero, además, un encuentro que se convirtió en un hermoso “cabildo-conversatorio-diálogo-social” en medio de la coyuntura política más extrema de los últimos 40 años. Todo entremezclado de emoción y opinión, y el cuidado al volver a casa.
En lo formal, después del nutrido cocktail, y un bar de primer nivel abierto hasta el final, Nico Riethmüller, fundador del proyecto y Director desde entonces, y quien por sí mismo se lo ha llevado a sus espaldas y ha logrado darle continuidad a través de los años, dio inicio a la actividad. Sinceras palabras de agradecimiento a los asistentes, pues han aportado con el compromiso de sus columnas, más de 1200 publicadas. Luego, una apertura de la conversación con una lluvia de palabras asociadas a la coyuntura. Una vez que se ha dicho de todo, Nico me invita a contar una determinada anécdota para partir.
Dos días antes del evento, me tocó ir a la Capilla de La Moneda a un acto interreligioso. Me tocó ver el stress de las más altas figuras de nuestro gobierno. En algún momento (no comento la anécdota por escrito, pues quedará para quienes la escucharon), con lágrimas en los ojos, una importante figura del gobierno me abraza y me toca consolarla. Un momento muy emotivo desde lo humano, pues pide ayuda. Mi relato tiene muchas más imágenes que transmito a los presentes, y sin darme cuenta, impacta y marca el tono de la reunión, dándole un carácter humano, profundo, emotivo y empático.
Todos aportaron con la sinceridad, y el testimonio se transformó en aprendizaje. Todos querían opinar, de tal forma que dos horas y media no fueron suficientes. Las intervenciones y testimonios parecían responder a las preguntas: ¿Qué te duele de este país? ¿dónde te duele? y ¿por qué sientes dolor? Todos diferentes por sus propias autodefiniciones.
Así fueron hablando desde el corazón y la mente casi todos: El zorrón del hebreo (autodefinición) y la abogada que trabaja con población infantil vulnerada. El que fue saqueado y quien está en la “primera línea” en la barricada. Quien no puede explicarse sin usar garabatos y el académico articulado que no puede explicarse sin presentar su marco teórico. El místico que opta por la cabalá como forma de resolver; y el ateo que no necesita tefilot para calmar su ansiedad. Aquel que tuvo que pedir la palabra tres veces; y quien guardó silencio, pero escuchó hasta el último detalle. El que bebió mucho whisky, y quien sólo tomó jugo de pomelo menta miel. El que pidió paz; como quien encontró que pedir paz era un privilegio de clase.
Pero quedarse en los binomios sería una caricatura. Son solo ejemplos que dibujan lo que allí pasó. Emoción, sentimientos, ideas de más de una generación, personas judías entre 25 y 40. Una pluralidad de voces, y todas necesarias. Porque de exactamente eso mismo se trató siempre El Diario Judío. Todas alegóricas, un conjunto único de memorias, de narrativas sin más unión que la pertenencia a un cuerpo cultural. Todas con las fricciones del trauma reciente.
Hace minutos atrás, en el Congreso Nacional, en lo que podría ser la última oportunidad de reorientar esta crisis -que parece desbarrancarse cada hora- legisladores y presidentes de partidos políticos han llegado a un acuerdo inédito que podría iniciar una hoja de ruta para resolver la crisis, pero no para todos pareciera ser suficiente. Vivimos minutos críticos para el país. Los peores pronósticos, y las más grandes esperanzas juntas.
He cruzado media ciudad, pues encaminé a algunos participantes, y me la encontré nocturna y tranquila; pero con la ansiedad en cada esquina. El contraste no puede ser más brutal: una ciudad que descansa -al fin, por lo menos un poco-; reemplaza por minutos la tensión y temor vividos en La Moneda, en el Congreso, en las calles, en las plazas, en las poblas, y también acá, en la cómoda sede de la B’nai B’rith, donde se reunieron inéditamente los columnistas de El Diario Judío, por primera vez.
No tengo claro aún por qué; pero escribo esto con esperanza. Que es uno de los sentimientos menos percibidos al inicio de la jornada de hoy. Mi mente recuerda a uno de los poetas favoritos de los primeros judíos emancipados, Friedrich Hölderlin el romántico lírico alemán, quien escribió: “allí donde crece el peligro crece también la salvación”. Y así lo siento yo al menos este día. Cuando los arqueólogos busquen entender el judaísmo chileno de hoy usarán lo que se dijo acá, no para conocerlo “tal como verdaderamente fue”, como escribe Walter Benjamin, sino para “apoderarse de un recuerdo tal como éste relumbra en un momento de peligro”. ¡Por todos los asistentes en este día afligido, Lejaim!
Excelente relato, claro y preciso, me siento Interpretada . Sentí cada palabra con la transparencia y sinceridad con que fue escrita y el positivismo trasmitido despertó mis esperanzas Gracias Nico . Un abrazo fraternal Jeannette Kravetz.