Nunca antes vi tanto antisemitismo como en Chile

por MANUEL FEREZ, Profesor de Medio Oriente y Cáucaso, U. Alberto Hurtado. Lic. Sociología, U. Nacional Autónoma de México. MA. Estudios Europeos, U. Autónoma de Barcelona. MA. Estudios Judaicos, U. Hebraica de México. Est. Ph.D en Sociología, U. Alberto Hurtado.
 
Ningún tema del Medio Oriente levanta tantas pasiones como el que involucra a palestinos e israelíes. Este trágico conflicto prácticamente monopoliza la atención que medios, academia y política destinan la región. Soy un profesor mexicano de Medio Oriente y Cáucaso que se dedica al estudio de minorías étnicas y religiosas, he vivido en diversos países. Y puedo afirmar con seguridad que nunca antes vi tanto antisemitismo como el que se puede apreciar en Chile.
A los pocos días de llegar a vivir a Santiago, me quedaron claras algunas dinámicas que se me presentaban muy diferentes: el tema palestino-israelí estaba constantemente presente no sólo en los espacios universitarios sino también en la prensa, redes sociales, televisión y espacios culturales como museos y bibliotecas públicas. Pero además me sorprendió (y la semana pasada con especial impacto) el nivel de violencia, descalificación, agresión verbal y comentarios racistas, anti árabes, anti palestinos, judeófobos y anti israelíes, llegando a grados que no había visto antes en ningún otro país en donde he vivido.
He tenido la oportunidad de estudiar y vivir en países como Azerbaiyán, Turquía, Alemania, España e Israel, además de México obviamente, y si bien me he encontrado con comentarios desagradables, falsos e injustos sobre árabes, musulmanes, palestinos, judíos e israelíes, expresados en redes sociales y medios de comunicación, el caso de Chile me parece excepcional y preocupante. En Chile, el calor de las discusiones sobre el conflicto palestino-israelí traspasa los límites que de la libertad de expresión que debiesen existir en todo país democrático. El derecho a opinar libremente conlleva el deber, responsabilidad y obligación de comprobar la veracidad de aquello que se opina en la esfera pública.
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Pero en Chile, tanto políticos y figuras públicas como ciudadanos comunes y corrientes creen que están más allá de la ley, pretendiendo emitir cualquier difamación o acusación y salir totalmente impunes de ello. Las teorías de conspiración y la negación del derecho a la autodeterminación nacional de palestinos o israelíes son constantes en Chile y parece que esta tendencia sólo irá acrecentándose en el futuro, marginando a aquellos que consideramos que este conflicto, como todo conflicto internacional, debe ser abordado de manera respetuosa, profesional y empática.
El conflicto enfrenta a dos grupos nacionales que se disputan un territorio al que ambos consideran propio y exclusivo. Con el paso del tiempo y la frustración generada por la no resolución del tema se han consolidado poderosas narrativas exclusivistas y maximalistas que niegan al otro, su historia y su legitimidad. De ahí, esas frases indolentes tan repetidas por ciudadanos chilenos como “Israel es un Estado ilegítimo”, “los palestinos no existen”, “los judíos no son un grupo nacional”, “los palestinos deberían irse a Jordania”, “Israel no tiene derecho a existir”, “los palestinos son unos radicales terroristas”, “los israelíes son racistas”… comentarios que transpiran odio e intolerancia y, en el fondo, demuestran gran desconocimiento e ignorancia. Para nuestra desgracia, no son sólo comunes en las redes sociales, televisión, prensa y radio, sino que, del lado de la comunidad palestina, las emiten constantemente figuras públicas como alcaldes, senadores, artistas, deportistas y otros líderes de opinión.
Creo que la solución más justa es la de dos Estados independientes y viables en fronteras negociadas bilateralmente. Desde esa postura he apoyado, económica y personalmente, desde hace más de 20 años, a iniciativas generadas por la sociedad civil como Shalom Ajshav, Machsom Watch, Adalah, Neve Shalom, Rabbis for Human RIghts, The Parents Circle, entre otras, iniciativas que, tristemente, no tienen espacios mediáticos en el Chile actual.
Hay algo que siempre me ha quedado claro conforme me he involucrado en el estudio de este tema: me asumo como un mero observador distante, pues este es un conflicto que sufren otras personas, palestinos e israelíes de carne y hueso, mismos a los que estas narrativas radicales les han negado la voz. Siempre hablando a nombre de ellos, los políticos, académicos y figuras públicas chilenas cometen un error terrible al abstraer al palestino e israelí y a partir de esas abstracciones, tanto apologistas como satanizantes, construir un discurso lleno de odio y mentiras sobre otros seres humanos que sólo le aumenta leña a un fuego que ni siquiera los quema a ellos.
La mayoría de las figuras públicas chilenas que se expresan constantemente sobre este conflicto no lo estudian de manera seria, no lo abordan desde un plano humano y simplemente repiten (a gritos casi siempre) slogans y frases creadas por otros y establecidas como la base desde la cual se piensa el conflicto.
Es paradójico y preocupante contrastar que el volumen e intensidad de opiniones, condenas, manifestaciones, llamadas a boicot y censura sobre el conflicto palestino-israelí que emiten figuras públicas chilenas identificadas con la izquierda humanista (a la que me he adherido toda mi vida) se corresponde un silencio sepulcral, cobarde y cómplice que esos mismos autodenominados “humanistas” mantienen con temas del Medio Oriente que deberían llamar su atención y acción como el infame expansionismo turco, la dictadura siria, el fundamentalismo iraní o la desgracia humanitaria que países de la zona han creado en Yemen, además de su silencio ante la violación a los Derechos Humanos que se comenten en todos los países de la zona y no sólo en Palestina, por no mencionar su indiferencia total a otros grupos minoritarios oprimidos como kurdos, yezidies, baluches, coptos o judíos de los países árabes, entre muchos otros.
La cobardía, por ignorancia o por complicidad ideológica, de esas mismas figuras públicas en condenar al régimen ruso liderado por Putin o al gobierno chino, los cuales impunemente cometen todo tipo de crímenes contra la humanidad. ¿Por qué no hay llamadas a boicot de esos países? ¿Por qué no hay manifestaciones contundentes y constantes ante esto? ¿Por qué a estos “humanistas” les importan unos temas pero callan ante otros más cruentos y mortales? Son preguntas que, hasta hoy, nadie me ha contestado.
Estamos obligados a tener una actitud crítica (pero lo más informada posible) sobre la ocupación israelí en los territorios conquistados en 1967, sobre la falta de empatía e indiferencia que el actual gobierno israelí liderado por Netanyahu mantiene hacia los civiles palestinos, pero también sobre la corrupción e ineptitud de los líderes palestinos sin olvidar nunca a un Hamas que ha apostado siempre a la violencia y negación de un Estado miembro de pleno derecho de las Naciones Unidas (como espero que lo sea Palestina en un futuro próximo).
Quizá suene extraño decirlo pero el ser judío o de origen palestino no hace a nadie automáticamente experto en este tema. Por supuesto que las opiniones de judíos y palestinos en Chile son importantes y deben ser escuchadas pero también debería existir humildad y un reconocimiento de que el origen de una persona no lo convierte de la noche a la mañana en una voz versada en un conflicto que tiene múltiples aristas y que ha evolucionado en el tiempo de manera tal que se ha vuelto tremendamente complejo.
Sería bueno que figuras públicas y políticas dejaran de lado el discurso violento, negador y cobarde que emana de la idea de que se puede negar el derecho a la autodeterminación de judíos o palestinos y que suficiente daño ha hecho en las relaciones entre ciudadanos chilenos de origen palestino y judío. El primer obstáculo que hay que superar para que desde Chile emanen propuestas viables, solidarias y empáticas a un conflicto tan complejo como el que enfrenta a israelíes y palestinos a miles de kilómetros de distancia, es marginar, condenar y anular las voces violentas, intolerantes y cobardes, las diga quien las diga, y que caiga sobre ellos el peso de la ley.
Foto: El Desconcierto

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6 comentarios

    1. Siendo palestina, y también con algo de rabia e impotencia, creo que meter a todos en el mismo saco es un error. Es lo mismo que hace la propaganda sionista con nosotros. Hay chilen@s que profesan la religión judía que son entrañables y humanistas, y merecen toda la compasión por lo que tienen que atravesar -antes, ahora y en el futuro- por la irracionalidad de otr@s. Es@s valientes están alzando la voz, y no queda más que acompañarl@s y decirles que no están sol@s.

    2. Como usted hay gente muy ignorante ..la HISTORIA es una sola de cuando se a sabido por la HISTORIA QUE LOS MUSULMANES. FUESEN FILISTEOS O SIRIOS POR QUE LO QUE ESTA ESCRITO EN LA HISTORIA ERAN ELLOS LOS QUE VIVIAN EN TERRITIO LLAMADA PALESTINA NOMBRADA POR LOS ROMANOS , QUIERO CONTARLE QUE ESE NOMBRE PALESTINA QUE SE AUTO PROCLAMORON LOS MUSULMANES ES OTRA USURPACION QUE AN HECHO PARA OBTENER TIERRAS QUE NO LE CORRESPONDEN NI POR HEREDAD NI POR PROPIEDAD ..DE ESE TERRITORIO..

  1. Quiero decirles que sí hay mucha gente en CHILE..que AMA al pueblo JUDÍO..Y SOMOS LOS CRISTIANOS..NO ESTAN SOLOS BUSCAD LA AYUDA DEL PUEBLO EVANGÉLICO Y A NIVEL PAÍS SE LLEVARÁN UNA SORPRESA..QUE SOMOS MUCHOS A NIVEL PAÍS YO Y MI CASA AMAMOS ISRAEL..

    1. Ya. Y más allá de eso, ¿cuál es su argumentación como CRISTIANO, me imagino con valores, respecto al Humanismo? Porque la idea es «conversar», y evitar el reaccionismo. Y más encima amenazante.

  2. Cuando los antisemitas católicos aliados a los asilados palestinos
    Terminen de crear uno flicti violento con la pequeña y mínima comunidad judía
    Entonces allí los árabes y descendientes que en realidad son eso porque los palestinos no existen
    Tratarán decorar al resto
    Ya pasó en el Líbano
    Así que chilenos guiados por el odio para que no piensen
    Ya hezbolla se ocupar de ustedes

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