Familias, Escuelas y Janusz Korczak: Educación a 70 Años del Levantamiento del Ghetto de Varsovia

por ARTURO KERBEL, Lic. en Psicología, U. Iberoaméricana de Ciudad de México.

 

Una muy alta cantidad de personas que han tenido contacto con el tema del Holocausto o que se encuentran involucrados en el campo de la educación, han pasado por un capítulo de toda esa densa lección histórica que nos presenta a un personaje de características particulares: Janusz Korczak, el otrora famoso educador que acompañó a todos los huérfanos de su orfanato en el ghetto de Varsovia hasta la última estación de la muerte que estaba programada. Es uno de los pedagogos a los que debemos el progreso que ha habido en torno al abordaje multidisciplinario de lo infantil y lo juvenil desde la Segunda Guerra Mundial hasta nuestras fechas.

Médico, psiquiatra, escritor, poeta y ante todo educador, Henryk Goldzmit (1878 – 1942) prefería hacerse llamar Janusz Korczak (Yanush Korchak), ya que este nombre en polaco equivaldría a lo que podría ser para nosotros Juan Pérez. Fue un pedagogo que luchó incansablemente para que la sociedad reconociera el derecho de los niños y los adolescentes a ser respetados como seres que poseen una personalidad y una capacidad de discernir para actuar independientemente. Sus visiones, como las de muchos de sus contemporáneos, eran fuertemente influenciadas por Montessori, Dewey y Decroly.

Como parte de sus programas social y pedagógico, se coordinó con el movimiento juvenil sionista-socialista Hashomer Hatzair con el objetivo de integrar a los huérfanos a los ámbitos juveniles comunitarios.

Proponía impulsar una comunicación libre, fluida y permanente entre los educadores y los educandos como una herramienta para alcanzar objetivos comunes. Todo esto debe además estar situado en un contexto en el que el fenómeno educativo se desarrolle entre la realidad y la fantasía, la ciencia y la poesía. Es así como sus enseñanzas y sus innovaciones se tornan relevantes para los padres de familia, educadores y otros profesionales en un siglo en el que se está internalizando (a veces dolorosamente como bien podría suceder con casos de bullying y de otros tipos de violencia como la armada, la física y la psicológica) la necesidad de resolver aquellas incongruencias que tiene nuestra cultura que obstaculizan el crecimiento digno y justo de los niños y las niñas. Korczak reaccionó contra toda manifestación de injusticia, arbitrariedad y maldad y es de capital importancia para todos aquellos que en nuestros días se ven envueltos en las consecuencias del crimen organizado, la política de arriba, la guerra, la inestabilidad económica y en todo tipo de estresores presentes en la vida diaria.

Entre las ideas que más destacó estaba el hincapié que hacía en la introducción de principios de autonomía entre los niños, creía que las reglas que rigen a la institución deben ser construidas y acordadas entre los educadores y los educandos. Para “aportar al menos un rayo de luz a sus vidas tristes y oscuras” en el ghetto, era indispensable dar a los niños el máximo de libertad dentro de un orden necesario. Su excepcionalidad y dedicación suscitó un interés voraz del público que le dio a Korczak un lugar firme en círculos de profesionales de diferentes disciplinas a nivel internacional, además de su nombre e inspiración a numerosos centros culturales, educativos, comunitarios, iniciativas y cátedras académicas en muchas latitudes.

Es solamente a través de la internalización de lecciones históricas como la que nos da Janusz Korczak que los seres humanos podremos aprender a construir comunidades sólidas, saludables y dotadas de la identidad, los valores y la moral que la fase de la historia (cuyas exigencias se vuelven cada vez más complejas) en la que vivimos hoy precisa de cada uno.

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