Análisis al polémico comunicado del judaísmo reformista

por ARI BURZSTEIN, Ph.D. Rabino, Decano Asuntos Académicos, Seminario Rabinico Latinoamericano Marshall T. Meyer.
Mi interés es velar por el éxito del judaísmo liberal, para lo cual dedico la mayor parte de mis energías y trabajo. Por otra parte, debo abstraerme de los contextos políticos del comunicado del Movimiento Reformista Latinoamericano, los cuales desconozco en su mayoría.
Quisiera referirme al comunicado, a título personal, desde el punto de vista de su contenido desde la filosofía y las fuentes judías con el único objetivo de contribuir al diálogo entre hermanos. Es muy llamativo el texto, me resulta poco claro, y sinceramente esperaba más de un comunicado firmado por instituciones tan prestigiosas. Creo que no es cuestión de un estar o no de acuerdo con el contenido. Se puede estar en desacuerdo frente a argumentos coherentes por cuestiones de cosmovisión personal. Este no es el caso.
Veamos sintéticamente los puntos tratados:
-La identificación de la halajá con usos y costumbres es simplemente insostenible desde el punto de vista histórico y filosófico. La halajá, que consiste en gran parte de contenido ético, siempre contuvo, en algunos de estos tres aspectos, relación con lo divino-transcendente: 1) Como mensaje divino, 2) Como interpretación del mensaje divino, 3) Como forma de búsqueda humana de lo divino.
Igualar a la halajá con usos y costumbres, como por ejemplo tomar el cuchillo con la mano derecha y el tenedor con la izquierda (que tiene sin dudas su lógica), no es sólo un error de lectura de la historia judía pre-emancipatoria, sino también de la post-emancipatoria. Enseño hace años historia de los movimientos judíos modernos y nunca leí algún documento reformista que defina a la halajá como usos y costumbres.
Para el reformismo inicial clásico, la sección de la halajá referida a cuestiones éticas tiene un valor absoluto. Lo ritual, que supuestamente impedía la inserción del judío en las sociedades centro europeas, era lo que había que dejar de lado. Para el reformismo moderno, que es mucho más halájico que el clásico, a raíz de la toma de conciencia de la imposibilidad de una vida judía sin halajá, lo halájico-ético sigue siendo obviamente obligatorio, y gran parte de lo ritual pasa a ser voluntario, pero en gran medida en categoría de “consejo voluntario”.
-El punto del comunicado que se refiere a que el ser judío no es un asunto sanguíneo ni genético, no resiste el menor análisis. Si “en consecuencia consideramos judío a todo aquel que siendo hijo de un padre y/o madre judío/a”, ya es según cualquier lógica apelar a un factor genético. En todo caso, para cumplir con lo postulado, cualquiera que se declare judío, independientemente de si su padre o madre lo son, debería ser considerado judío.
El componente sanguíneo de la definición de judío/a existe, por el solo hecho de la imposibilidad de la no existencia de algún tipo de definición de pertenencia, para que pueda persistir cualquier clase de grupo humano. En gran parte de la historia bíblica, la definición era patrilineal. Desde hace 2000 años es matrilineal. El pueblo judío es un club limitado por cercos que tiene las puertas abiertas para todo aquel que de buena voluntad desee asociarse a él.
Es por ello que la pertenencia no es solamente genética. La asociación al pueblo judío desde afuera de lo genético, debería ser de la forma más simple y simpática posible. El resultado debería ser la igualdad total en derechos y obligaciones entre el judío de nacimiento y el judío por elección.
El problema actual del reconocimiento de la patrilinealidad es más que un problema legal. Simplemente es otra de las maneras de correr siempre detrás de los hechos, poniendo en práctica un liderazgo que nunca tiene lo que decir, sino sólo lo que al pueblo le gusta escuchar, lo cual es una de las definiciones más conocidas del “populismo”.
Si alguien vive una vida judía y se identifica como tal (como cita el comunicado), su guía espiritual debería acompañarlo para cumplir de la mejor manera con los requisitos formales mínimos requeridos por esa vida judía. De no hacerlo, sólo estaremos cumpliendo con las demandas “obligatorias” de determinadas formas de la liberalidad moderna, pero no ayudando al pueblo judío a diseñar sus límites de pertenencia que son esenciales para cualquier grupo humano que se defina como tal.
-“Los rituales son medios y no fines en sí mismos”. Sin entender del todo la intención de este punto, quiero afirmar que no existió hasta el momento ningún exegeta o pensador en toda la historia judía, que haya definido al ritual como un fin en sí mismo. Simplemente porque la formulación es absurda.
El profeta Isaías critica a los que ayunan y no se comportan éticamente. También esta visión perversa del ritual, no creía que era un fin en sí mismo, sino que perseguía el favor del cielo a través de ese cumplimiento vacío. Posiblemente el comunicado se refiera a que los rituales son relativos y secundarios a los objetivos que persiguen y por lo tanto el objetivo puede ser logrado dejando de lado el ritual.
Este error fue cometido reiteradas veces por movimientos judíos que terminaron desapareciendo en diferentes “…ismos” y mimetizándose con la historia universal. El ritual siempre tuvo la capacidad de ser adaptativo y reinterpretado. Supo hacer de sostén de infinidad de profundos contenidos que se transformaron en el núcleo de la tradición, que también incluye la ética.
-La inclusividad es uno de los valores más actuales y positivos generados en las sociedades democráticas. El discurso de la inclusividad extrema, asociado con cierta manera autoritaria de pensar el liberalismo, donde no existe realmente la posibilidad del disenso, al ser catalogado automáticamente cualquier clase de límite como reaccionario, es muy perjudicial para cualquier comunidad judía.
El valor de la inclusividad debería estar acompañado por la definición de sus propios límites. Caso contrario perderá vigencia la misma inclusividad, pero también la identidad particular del grupo que incluye.
-“El amor no es materia de legislación”. Imagino, poniendo ejemplos de la tradición de Israel, que esto no está referido para: “…Ama a tu prójimo como a ti mismo, yo soy Ad-nai”, ni para las 36 veces que la Torá ordena amar al extranjero, ni para lo concerniente al adulterio o al incesto e incluso para lo que los grandes pensadores consideran es el principio de la Torá y la ética judía, que es el amor a D’s.
Decía Emmanuel Levinas que si en el mundo existiesen solo dos personas, teóricamente se podría regir por un amor no legislado. Al existir más de dos personas, la única manera de sostener el amor es la ley.

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