¿Gracias a qué existe Israel, los judíos y el judaísmo?

por NICO RIETHMULLER, Director de Juventud, Comunidad Benei Israel. Est. Heschel, Seminario Rabínico Latinoamericano.
¿Por qué trabajar en juventud, habiendo tantos otros trabajos mucho mejor remunerados? ¿Por qué un joven de 18 años querría dedicar todo su tiempo libre a inventar juegos y actividades entretenidas para transmitir y dejar algo en los más pequeños, cuando podría simplemente dedicarlo a irse de fiesta y de compras con sus amigos? ¿Por qué jóvenes de 15 años dedican su tiempo libre a formarse y prepararse como futuros educadores, en vez de sólo jugar a la pelota o quedarse tirados en la cama todo un sábado descansando? ¿Qué tiene juventud que hace que la elijamos por sobre otras cosas?
Nada garantiza el éxito en el futuro de nuestros hijos. Nada nos asegura que cuando crezcan y sean adultos van a ser personas felices, con valores que los conviertan en seres humanos íntegros, con criterio para actuar y saber comportarse con los demás, y con compromiso frente a la sociedad. Nada nos asegura que sabrán tomar la decisión correcta en el momento indicado, ni que sabrán reaccionar bien ante la adversidad y la frustración. Ni siquiera las décadas invertidas en su educación formal, informal y no formal, que tanto invierten sus padres con tanto esfuerzo y dedicación. Pero la educación sigue siendo la mejor fórmula hasta ahora descubierta para formar y socializar a las nuevas generaciones en el futuro de la humanidad.
Los judíos, como pueblo milenario, conocemos esta máxima desde siempre. Desde el mismo hijo de Caín, llamado Janoj, de donde deriva la palabra Jinuj, para recordarnos que sin educación, el hombre comete las más grandes barbaridades, como asesinar a nuestro propio hermano por simple envidia y avaricia por el prestigio, el honor y las cosas materiales. Por esto, los primeros hijos en la Torah son los únicos que no recibieron educación, para recordarnos por milenios que un hijo nunca puede ser dejado solo en su formación, a la deriva del conocimiento y al borde de los valores y la moral. Un niño sin educación es como un animalito que ni siquiera aprenderá a hablar, ni siquiera se podrá comunicar. La educación es el pilar más importante de nuestra tradición y ha sido siempre el objetivo central de nuestras comunidades e instituciones.
Las yeshivot, desde hace miles de años, los schules, mucho más modernos, o incluso los movimientos juveniles jalutzianos, pioneros en la ideología sionista, en la consolidación de las corrientes de judaísmo moderno, y en la formación de la política judía actual y en el mismo Estado de Israel, han tenido clarísimo siempre que el primer objetivo es la educación judía, más allá de si es religiosa o secular, política o apartidaria, y más allá de cualquier costo monetario, porque la educación no es un negocio, no es un bien de mercado, pero sí es una inversión, y seguro la mejor.
La pregunta de si un departamento de juventud es rentable o no, no tiene razón de ser. No tenemos un kinder en Benei para ganar plata con él, no hacemos actividades los sábados para pagarnos los sueldos, no ofrecemos clases de Talmud Torah para pagarle el sueldo al seminarista, no hacemos actividades recaudatorias de majane para invertir los fondos en otra cosa que no sea en que nuestros hijos vivan una profunda experiencia de juventud y educación judía como vivir un campamento entre cientos de jóvenes todos juntos, y hacemos majane única y puramente para afiatar a nuestros hijos con la educación judía, para que consoliden lazos profundos y significativos con otros jóvenes judíos, para que se conviertan en sus mejores amigos, sus hermanos e incluso ojalá se casen y hagan familia juntos, y así consolidarnos como pueblo y asegurar nuestro futuro.
¿Por qué trabajamos en educación, casi al borde de lo gratuito? Porque no hay labor más importante a la que dedicarse, porque nada más garantizará el futuro de nuestro pueblo y la continuidad judía en el mundo y la formación de seres humanos íntegros. Porque no hay aporte más significativo que hacer en el mundo que encender en los demás la llama del conocimiento y la sabiduría, para formar individuos más conscientes de su entorno y de su prójimo, y colaborar así en el difícil camino de entendimiento entre los pueblos, para asegurar así una convivencia pacífica entre Israel y las demás naciones de la Tierra. Y por lo mismo, en países tan desarrollados como Alemania, Japón o Canadá, los sueldos de un profesor son tan altos en comparación con el resto de los profesionales de la sociedad.
¿Por qué entonces trabajamos en juventud? Porque no hay nada más gratificante que estar a cargo del proceso educativo de un grupo humano, nada que nos haga sentir más orgullo que ver cómo los más pequeños nos imitan y aprenden de nosotros. Porque no hay nada más vivo y entretenido que la energía de los jóvenes, porque no hay nada más lindo que la inocencia y la entrega de los más pequeños, porque no hay nada más intenso que la adolescencia.
¿Y la felicidad? En la sociedad capitalista actual, basada en el consumo y en lo material, se enseña desde lo social a nuestros hijos que el éxito se logra en lo material, que la felicidad llega con unas zapatillas Adidas, que el cómo me veo es más importante que el cómo me siento, que el qué compro es más importante que el quién soy, y que las marcas son más importantes que mis creencias y valores. Por todo esto, el trabajo en juventud se hace no sólo importante sino urgente, para intentar revertir estos ideales, heredados de un sistema horrendo que se inventó hace no más de 400 años, que muchas veces damos por sentado como una realidad impuesta desde D’s, pero que olvidamos que es el resultado de la avaricia y el egoísmo despiadados que reproducen una pobreza cruel, manteniendo en una cínica ironía a vagabundos durmiendo en los cajeros automáticos de poderosos bancos internacionales.
¿Y qué suma que la educación sea judía? Principalmente, dos cosas. Primero, que nuestros valores de justicia social son totalmente opuestos a los valores despiadados del sistema socioeconómico actual, para formar individuos que se paren frente al poder imperante que dominan los grupos de interés de la sociedad. Y además, porque nuestra tradición nos enseña que el éxito y la felicidad no está en lo material, sino todo lo contrario, en desarrollarnos como individuos a través de nuestro lado espiritual, con humildad frente a una creación hermosa y enorme de la cual no somos dueños ni autores pero sí responsables. Si vemos con detenimiento a la naturaleza, encontraremos en muchas cosas patrones de crecimiento y comportamiento. Los árboles y sus ramas crecen matemáticamente con una precisión impresionante. Pero lo más increíble no es esto, sino el hecho que sólo los hombres estamos dotados de una capacidad intelectual para percibir esto, mientras los perros y otros animales pasarán desapercibidos frente a estas maravillas. Si tenemos esta capacidad, es porque una fuerza superior quiso que la tuviéramos, dándonos una enorme lección de humildad, valor totalmente ausente en el sistema actual.
Gracias a la educación es que el Estado de Israel existe hoy en la actualidad. Gracias a la educación es que los judíos existimos hoy en el mundo. Gracias a la existencia de los departamentos de juventud y sus espacios de actividades es que todos los procesos educativos han sido posibles. Gracias a juventud es que existe hoy el judaísmo, los judíos e Israel. 
Identidad colectiva, orientación social y desarrollo espiritual son las razones por las que la educación que buscamos para nuestros hijos debe ser judía por sobre las demás. Y esa educación se recibe en un espacio como Juventud Benei Tikva. Trabajamos en juventud porque sabemos que la educación es la forma más influyente para producir cambios en la sociedad, porque queremos y debemos construir una nueva sociedad, y porque juntos lo vamos a lograr. 

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