El deficiente sistema de salud público en Chile: el castigo de ser pobre.

por DEBORAH NAVARRO-ROSENBLATT, Nutricionista, U. de Chile. MA en Salud Pública mención Nutrición, U. of London, Inglaterra.

Las inequidades en salud son un problema de vida o muerte, de enfermedad o salud, de bienestar o miseria. El hecho que en Chile todavía existan personas, en diferentes circunstancias sociales, que experimentan injustas diferencias en salud, bienestar y expectativa de vida – las que se sabe pueden ser evitables- , tienen una simple explicación: la injusticia de nacer, o mejor dicho, el castigo de ser pobre.

Crear sociedades más justas es fundamental para mejorar la salud de toda la población, y con esto asegurar una equitativa distribución del bienestar. Cuando me refiero a sociedades justas no sólo me refiero al ámbito de salud, el que, en gran medida, es un reflejo de la dinámica que vive la sociedad chilena.

Las implicancias de las gradientes sociales en salud son profundas. Es tentador focalizar los recursos en solo los más necesitados, pero no debemos olvidar que para reducir esta gradiente, las acciones deben ser universales, con escala e intensidad de acuerdo a las necesidades reales de cada nivel socioeconómico e individuo, a esto se llama universalidad.

Cabe mencionar que el reducir las inequidades en salud beneficia a la sociedad completa de muchas formas, por ejemplo en la disminución de pérdidas de jornadas laborales debido a alguna enfermedad, lo que aumenta la productividad, y disminuye los impuestos y costos por prestaciones de salud.

Pero no por esto debemos dejarnos sesgar y considerar el crecimiento económico como la medida más importante de éxito del país, porque sin duda no lo es. La justa distribución de salud, bienestar y sustentabilidad son las metas más importantes que debe obtener el país, y estos deben ser los resultados de medición primaria, más allá de las mediciones globales. Mediciones como el Índice de Desarrollo Humano Ajustado por Inequidad (Inequality-adjusted Human Development Index (1)) son las que se deberían tomar en cuenta, donde se muestra la gran brecha de inequidad en distribución de recursos, no solo en salud.

Cuando se es pobre no se tiene la posibilidad de pagar a un especialista por un aborto clínico, no hay posibilidad de pagar por la pastilla del día después, no hay frutas y verduras en el refrigerador diariamente porque son muy caras, no hay cirugías lectivas, ya que la espera es eterna y en caso de que se programe una, llaman el mismo día para posponer hasta futuro aviso. Estas son  historias reales, de personales reales, y más aún, son cotidianas, de todos los días. Es la realidad que vive más del 50% de la población chilena diariamente. Esta es la salud ‘castigo’ del sistema nacional de salud.

Como investigadora en salud pública debo decir que los números no mienten. En la Encuesta de Salud y Bienestar del Ministerio de Salud del año 2006 y 2009 (2, 3), se señala que las personas con menos recursos tienen menor movilidad motora y mayores problemas físicos al llegar a la adultez mayor, así como también las personas del nivel socioeconómico más bajo señalaron que manifiestan más dolor en comparación con individuos de los estratos económicos más altos.

Aún así, hay algo de esperanza. En el año 2007, y basado en los determinantes sociales de salud, desarrollados para la Organización Mundial de Salud, y basados en las desigualdades presentes en Gran Bretaña, por Sir Michael Marmot (4), se desarrolló en Chile el programa “Chile Crece Contigo” (5). Un programa de protección Integral a la Infancia. Chile Crece Contigo es un excelente programa que ha sido poco explotado, el que potencialmente podría ayudar a miles de familias de escasos recursos. Con potencialmente me refiero a que no existe aún universalidad de conocimiento de los beneficios de este programa, tanto en usuarios como en los mismos profesionales de salud.

Pero no solo en Chile se vive el castigo de la desigualdad en salud como una de las sociedades con mayor inequidad social en el mundo; la realidad de los países de África, Asía u de otras latitudes mucho más cercanas de nuestro continente son todavía más lamentables y vergonzosas. Incluso en países desarrollados, como el Reino Unido (en donde se basó Mr Michael Marmot para escribir su reporte), si no se tiene dinero, es decir, si se vive en un barrio con menos recursos, las listas de esperas son casi tan largas como en Chile. Con esto queda más que claro que el castigo de ser pobre está presente en todo el mundo.

Referencias:

  1. http://hdr.undp.org/en/statistics/ihdi/
  2. Encuesta Nacional de Salud 2005-2006. Ministerio de Salud, Chile. 2006.
  3. Encuesta Nacional de Salud 2009-2010. Ministerio de Salud, Chile. 2010.
  4. Fair Society, Healthy Lives: The Marmot Review. Michael Marmot. 2009.
  5. http://www.crececontigo.gob.cl/sobre-chile-crece-contigo/que-es/

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