Memoria

Construir el futuro implica aprender y aprehender nuestro pasado. Proyectarnos como pueblo y como sociedad require ciertos ejercicios de reflexión individuales y colectivos. De lo contrario, el avance se estanca al no ser capaces de entender qué es lo que realmente importa, qué es lo que merece nuestra prioridad, qué es lo verdaderamente necesario.

Los tiempos actuales se caracterizan por generar necesidades con satisfacciones inmediatas, las cuales desaparecen al instante de haberlas consumido. Pero la movilización instantánea no solo se da en orden de lo que consumimos, sino también en cuanto a las personas que conocemos/utilizamos, en cuanto a quiénes amamos/desechamos, en relación a las profesiones que desempeñamos/aprovechamos, y en cuanto a nuestra identidad que construimos/olvidamos.

La sociedad de consumo nos prohibe construirnos en relación con nuestra historia, nos limita nuestro entendimiento de las experiencias pasadas, nos desvirtua nuestra visión de la naturaleza y la sociedad, nos elimina nuestra sensibilidad y empatía con lo espiritual y lo social, nos atrofia nuestra verdadera capacidad de amar y nos adormece nuestra responsabilidad de actuar.

Más aún, alrededor del mundo podemos encontrar numerosos escenarios tan espantosos para la experiencia humana, que la memoria es sinónimo de miseria, muerte, hambre y dolor. Es nuestro deber hacer que estas vivencias no sobrepasen lo humanamente posible y real.

La comprensión de nuestro pasado y su memoria es la única forma de pensar y construir un futuro responsable para nuestra sociedad.

 

Nico Riethmüller

Director – El Diario Judío

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