Privatizando la Paz: el lamentable poder del dinero en nuestras sociedades de consumo.

por BENJAMIN KRAUS, Est. de Teatro, U. Mayor.

Tienes un dado en la mano. Haces temblar ésta, para que el objeto de vueltas y tengas buena suerte con el resultado. Luego lo lanzas abriendo tu mano, y esperas que se detenga. Te salió el número que querías. Celebras para luego avanzar mediante tu figura. Llegas a la casilla en la cual debes quedarte y comienza la parte complicada. ¿Comprar o no comprar la propiedad? La vida de cada uno de nosotros es muy parecida a esta singular secuencia de movimientos que todos conocemos. Nuestras vidas son básicamente un juego de Monopoly, en las cuales lo único que nos interesa es triunfar y poseer la mayor cantidad de bienes, dinero y propiedades para poder convertirnos en magnates del pueblo. ¿Es correcto que lo único que nos interese sea el dinero?

El juego de tablero Monopoly básicamente consta de comprar y vender propiedades, ir a la cárcel. Es eterno. Las probabilidades de terminar una partida son muy bajas ya que siempre está la persona que a la media hora se aburre y se larga de la mesa a hacer algo más interesante. Pero en esta sociedad, ¿qué es más interesante que la plata? Desde pequeños nos han enseñado que debemos ser exitosos en nuestras vidas. Que debemos ser importantes, dejar nuestra marca en las cosas que realicemos. Ir a la universidad a estudiar carreras tradicionales, sacarse las mejores notas en el colegio, tener un millón de amigos (o meramente “conocidos”) para formar redes en el mundo. Todo esto se puede englobar en un solo término: dinero. Nos han enseñado a ir en busca de él, perseguirlo, guardarlo. Sin él, no podríamos hacer nada.

La plata corrompe a las personas, las hace más competitivas y peor aún, destruye amistades. Siempre hay alguien que sale perjudicado cuando se habla de ganancias. Hoy en día todos piensan en ella. Que mira el auto increíble que recién me compré, que mira este teléfono que tengo con cámara hd, que mira estos lentes que me hacen ver mejor aunque no haya ni una pizca de sol. Casos así encontramos en todo, ya que los billetes y las monedas nos rodean. De hecho, siempre están en nuestros bolsillos, y que más íntimo que nuestra propia billetera.

En fin, el dinero lo utilizamos para cosas banales. O simplemente para comprar aquellas propiedades que tanto nos interesan del tablero. ¿Cuántas peleas han escuchado que tengan como base la plata? ¿Cuántas veces hemos tenido escasez de ésta y vemos a otros con ojos de malicia? Todo en esta sociedad es dinero, dinero y dinero.

Me llama mucho la atención que a los llamados jefes de gobierno nunca se les haya ocurrido utilizar lo verde para cosas distintas. No para mostrar como avanzan los países, o para demostrar que tenemos cultura haciendo festivales a los cuales muy poca gente puede acceder. Hay un tema que creo que no se les ha ocurrido nunca y que podrían hacer bueno uso del dinero.

Cada país tiene amigos y enemigos. Siempre es más fácil encontrar enemigos. Para que no se caiga en una pelea mayor, se trata de tener una relación estable entre vecinos y así no entrar en luchas campales. Pero en el mundo una relación estable es casi imposible ya que los países están llenos de gente codiciosa o simplemente desquiciada. Entonces se busca la manera más fácil para solucionar los problemas: la guerra. Bombas por aquí, balas por allá. Muertes por ahí y sangre por todos lados. No existe un momento en la historia del mundo en la que no haya habido luchas entre las personas, y siempre terminamos lamentando las cosas ocurridas. Cómo murió tanta gente, cómo destruyen monumentos y ciudades. Gastamos tanto dinero en ejércitos y en armas para tener un país seguro.

Si muchos gobiernos hacen cosas como privatizar la educación o su materia prima, ¿por qué a nadie se le ha ocurrido privatizar la paz? Pagar para que ésta exista en el mundo.

Dejar de fabricar armas de destrucción masiva y poner el dinero utilizado en ellas para lograr un acuerdo de paz. Utilizar nuestra plata que tanto alardeamos de tener, en hacer un acto de bondad. Podrá sonar utópico, pero es una idea que no ha sido planteada nunca. Imagínense un mundo sin guerras, sin gente en las calles con lentes fashion, sin convertibles, sin perros en carteras caras. Y en vez de eso, usar nuestro dinero para conseguir lo que todos anhelamos y que nunca hemos podido lograr, la paz. Y de esta manera, todos seríamos grandes candidatos para ganarnos el Nobel de la paz (que de nuevo, es un premio que solo entrega dinero).

¿Qué pasa si tiramos los dados para finalizar esta partida y caemos en un puesto que dice “paz”? Piensas y luego actúas. Lo compras y haz privatizado la paz por primera vez. Pronto te van a llamar de Suecia para decirte que has sido nominado para algo importante.

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